Ser ellas, obra de Erika Halvorsen, dirigida por Adrián Blanco y organizada como cooperativa, alude a tres ellas: Simone de Beauvoir, Eva Perón y Frida Kahlo. Estas tres carismáticas mujeres se suben al escenario de El Tinglado Teatro (Mario Bravo 948) cada jueves a las 20, a través de las interpretaciones de Julieta Cayetina, Anabel Cherubito y Ana Celentano. Esta última dialoga aquí sobre su prestigiosa trayectoria como actriz y sobre su perspectiva política.
—¿Cómo es la Evita que construiste en esta obra?
—Es la Evita que reflexiona sobre su acción, sobre su vida, y que está muy atravesada por el dolor y por su propia circunstancia humana, de su corta vida. Arranca hablando de la traición de su cuerpo. La veo como una mujer que dio todo por el otro, que tuvo ardor, una existencia incendiaria, y se quedó sin nada.
—En agosto se estrena “No me mates”, docudrama sobre Corina Fernández, quien sobrevivió a la violencia de género. Otra mujer fuerte…
—Yo interpreto la etapa de su vida en que el maltrato físico y psicológico era una cosa cotidiana. En mi carrera, tuve la suerte de hacer personajes muy interesantes, como Salvadora Medina Onrubia [esposa del periodista Natalio Botana, en el film El mural]. Son minas que trascienden su vida personal para tener una vida pública, política.
—En “No me mates” volvés a trabajar con Alejo García Pintos, con quien hiciste una de tus primeras películas: “La Noche de los Lápices”…
—Sí, en la primera reunión que tuvimos para hacer No me mates, Alejo y yo nos pasamos los primeros 45 minutos recordando La Noche de los Lápices, donde hice un personaje pequeño. Se filmó en el 86, cuando yo estaba en primer año de la Escuela de Teatro de La Plata, y también era alumna del Colegio Bellas Artes, el colegio de donde precisamente fueron desaparecidos los chicos de La Noche de los Lápices. Imaginate… tenía 16 años y tenía un petardo encima tremendo. Las agrupaciones políticas le hacíamos planteos a la película. Más tarde tomé realmente la dimensión que tuvo, por la valentía de Héctor Olivera al hacerla a tres años de terminada la dictadura, con el aparato represivo totalmente instalado. Como La Patagonia rebelde, también de él, son películas históricas, no sólo por lo que cuentan sino por cuándo fueron estrenadas y por el esclarecimiento que le trajeron a un montón de generaciones.
—Fuiste secretaria adjunta de la Asociación Argentina de Actores. ¿Cuál es tu labor en este momento? ¿Cómo ves al conjunto de los actores? ¿Hay una división?, ¿hay bandos?
—Sigo afiliada al sindicato, pero no estoy en la comisión desde hace dos años. No creo que haya una división entre los actores. Sí hay opiniones diferentes respecto de la política en general. De un tiempo a esta parte, los actores empezaron a opinar sobre el rol de la cultura, los derechos intelectuales y un apoyo explícito a la gestión de los K, que permitió avanzar en derechos del sector de la cultura. Otros actores fueron candidatos de la lista de [Sergio] Massa; [Juan José] Campanella hizo muy explícita su oposición a Kirchner. La grieta es un eslogan para denostar una lucha normal y democrática, donde no todos pensamos lo mismo. En las series de TDA (Televisión Digital Abierta), trabajaron todos los actores: los que apoyaban al gobierno, los que no lo apoyaban, los que lo criticaban, porque hubo mucho trabajo para muchos actores.
Los jubilados y el tarifazo de Macri
—Has declarado tu adhesión al gobierno de los Kirchner. Con ese antecedente, ¿cómo recibís las informaciones sobre episodios de corrupción?
—No me quiero meter mucho en el tema, sobre todo porque creo que hay una campaña [mediática] diaria. Mientras tanto, prefiero hablar del tarifazo, de un gabinete con cuentas enormes en el exterior. Lo real es que a los jubilados les están viniendo cuentas de tarifas que no pueden pagar. Hoy me preocupa cómo vamos a sostener los niveles culturales que tenemos en la ciudad y en el país, con una economía que cada vez se cierra más y con una inflación galopante. Todo eso me parece mucho más urgente para hablar, que un montón de titulares que salen todos los días. Si hubo corrupción, que se demuestre y vayan presos los corruptos. Pero te ponen una foto de la caja fuerte de Florencia K con los 4 millones de pesos que tenía declarados; en cambio nadie va a las cuentas de Panamá a ver los millones que evadieron los ministros de este gobierno. Yo lo que sé es que [antes] nosotros vivimos un momento de mucha expansión cultural, y hoy muchos teatros están a punto de cerrar, el Incaa todavía no está funcionando y no se están haciendo contenidos para televisión. Hay mucha hipocresía.