Después de Valientes, Herederos de una venganza y una breve participación en Campeones, Telefe volvió a reunir la pareja Marcela Kloosterboer (30) y Luciano Castro (38) en la ficción del prime time, Sres. Papis, el estreno que más pegó en el rating, ya que comenzó el lunes 6 con 13,9 puntos contra los 8,1 que promedió Farsantes; a la segunda emisión pasó los 15 siendo lo más visto, y el miércoles quedó segundo en el día después del éxito Avenida Brasil. El 2014 comenzó espléndido para el canal que maneja Tomás Yankelevich, y ya le lleva una ventaja en enero de 3.8 puntos de promedio a El Trece. A los dos los alegra el reencuentro. Luciano dice que le gusta trabajar con amigos, entiende que eso lo potencia. A la vez, siente que lo incomoda cuando a la amiga la tiene que seducir en una escena. Marcela le da la razón, también cree que le resultaría más cómodo tener que actuar un noviazgo con otra persona, pero no. En el programa será Helena, la novia de Roby (Luis Luque, padre de Castro en la historia), que viene con su neo hippismo de Córdoba a sacar de eje al Chori Carbonetti, un stress caminante obsesionado por el dinero. “Ella viene a cambiarle la vida con una filosofía que mi personaje no comparte en lo más mínimo. El tema es que la pareja no se consolida así nomás, está el papá en el medio. No será tan fácil”, avisa el ex protagonista de Valientes.
—¿Genera más presión estrenar cuando el canal está arriba en el rating?
—MARCELA KLOOSTERBOER: En nuestros casos, justo no. Por ahí si hablas con otros (sonríe)… Nosotros tenemos la misma visión del trabajo. Siempre esperás que te vaya bien y ves cómo te fue, pero no te quita el sueño. Sabés que estás haciendo algo que está bueno, y que después depende de cómo se alineen los planetas.
—LUCIANO CASTRO: En la televisión actual es todo bastante impredecible, pero creo que tenemos con qué, de eso estoy seguro. Por ahí, en un par de meses pienso lo contrario, pero hoy siento que tenemos todo lo necesario para que la familia se enganche a ver. Hice mil tiras, pero a está le veo algo distinto. Es muy difícil que te aburras.
—Luciano acaba de ser papá y Marcela dijo que le encantaría formar una familia. ¿Se puede hacer todo cuando se graba una programa diario?
—C: Es mucho tiempo y son infinidad de cosas que sacrifico, pero puedo trabajar de lo que me gusta, de lo que estudié. Soy un privilegiado, y mi familia me acompaña. Mi mamá está siempre presente y mi mujer (Sabrina Rojas) se queda con la beba todo el día. Sin ellas no podría hacer nada de esto.
—K: Influye este tipo de trabajo a la hora de proyectar. Acá una está doce horas, no hay manera de hacer media jornada. Si tengo un hijo el día de mañana, veré qué hago. Si elijo parar un poco, lo haré. Si no, me las arreglaré como tantas madres. No existe el momento perfecto.
—¿Cómo te ves siendo madre?
—K: Me imagino como una mamá muy presente, aunque me gustaría que mis hijos fueran independientes, que tengan su lugar. Pero bueno, nunca se sabe hasta que te toca.
—¿Se puede suplir ese tiempo en el que un padre no está presente?
—C: Tengo las tareas de un padre con un pibe de 12 años y las de uno con una beba de seis meses. A mi hijo más grande le costó entender algunas ausencias mías. Las comprendió con el tiempo, aunque no le guste, aunque piense que soy un pelotudo. Él sabe por qué a veces no estoy, y eso es lo que me importa.
—¿En qué se parece el padre que componés a vos?
—C: En lo crudo y nada más. A mi hijo le digo las cosas como son, no me interesa dibujarle nada. Pueden hacerse solos, pero eso tiene consecuencias inmensas. Todo el mal que le pueda evitar, se lo evitaré.
—Con el comienzo de las grabaciones, arrancan los rumores de romance. ¿Hablan de eso?
—C: ¡Nosotros fuimos novios en una tapa de revista! Cortaron una foto en la que estábamos con otra persona y, a la semana, como ya no garpaba pusieron al que habían cortado y me sacaron a mí. ¿Vos pensás que alguien dijo “nos equivocamos”? Nosotros nos reímos, hasta que pasa a algo más personal y lo hablás con tu familia.
—K: Vivo con mi novio (Fernando Sieling, rugbier y empresario) y no está bueno aparecer en la tapa de una revista con otra persona. Me molesta que se metan en mi intimidad, jodiendo algo que está bien, al pedo. Esa vez cortaron la misma foto dos veces, sabiendo que estaban vendiendo mentiras. Con el tiempo aprendés a no darle bola, porque si hablás te siguen persiguiendo.
—¿Alguna vez lo tomaron como algo personal?
—K: Tengo veinte romances inventados y todavía no lo tomo como personal. Quizás debiera replanteármelo. Lo malo es que saben que están inventando.
—C: No creo, pero mucha de la gente que trabaja de eso es la primera en tocar pito cuando se habla de sus familias. A mi hijo le tuve que explicar mil veces cosas que se dijeron. Lo hago más que nada porque él tiene otra vida social (amigos, colegio, etc.), no porque dude de su padre. Lo único que no me banco es que me persigan, que me monten una guardia en la puerta de mi casa. Ahí me pongo mala onda de verdad.
—A lo mejor algunos quieren que reacciones mal.
—C: Me sacaron tanta plata, que ya no me la sacan más. Ahora no le pego ni a las paredes. Aunque se me subestime, con los años aprendí mucho de mi trabajo. Al principio, lo sufría, ahora hasta casi que la paso bien. Disfruto de lo logrado y no le debo nada a nadie. Cuando se me ningunea, me fijo de quién viene. En general es gente que hace lo mismo hace veinte años. Yo no.