ESPECTACULOS
Gonzalo Heredia

“Me gusta estar incómodo todo el tiempo: elijo la búsqueda”

Actor muy conocido a través de la televisión abierta, luego de publicar dos novelas, debuta como dramaturgo en la avenida Corrientes con la obra Cómo provocar un incendio.

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Mirada. El autor se lanza a un doble juego de temporalidades que comparten un mismo espacio y que cruzan a dos familias. | Nestor Grassi

Primero fue actor, luego se transformó en novelista, pero ahora Gonzalo Heredia pasa a una escritura que lo llevará al escenario del Multiteatro Comafi en la avenida Corrientes. Para este debut como dramaturgo decidió que lo acompañen Eva Halac, como directora y Eugenia Tobal, Laura Azcurra y Nicolás García Hume en el elenco. El título es Cómo provocar un incendio, pero habrá que esperar para comprender su significado. Las funciones empiezan el 17 de este mes e irán de miércoles a domingo, con dos horarios los sábados. 

“Desde Héctor Tizón hasta Tennessee Williams –hoy recuerda sus lecturas Gonzalo Heredia– siempre que escribo me gusta leer mucho y muy variado, porque creo que en la construcción te queda como un sedimento. Uno escribe porque tiene preguntas, pero siempre es una misma que se repite. Los textos son ensayos a esa respuesta que nunca podrás contestar. Elijo estar en un lugar de búsqueda. Me gusta estar incómodo todo el tiempo”. 

—¿Cómo nació este texto?

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—Fue todo muy progresivo. Había terminado de publicar mi segunda novela, El punto de no retorno, y siempre tengo textos empezados o a medio trabajar. Tengo libretas con anotaciones. Quería escribir, no sabía si iba a ser otra novela o cuentos, pero tenía claro que quería que el protagonismo lo tuviera la familia. En este afán de búsqueda me acordé de una escena, una situación que habíamos vivido. Empecé a trabajarla y me resultaron familiares esas parejas con hijos que quieren contar una anécdota y son interrumpidos. Luego se empezó a expandir y pensé cómo habrían sido sus padres. Hoy con 41 años tengo dos hijos y mis padres viven. Siento que es una etapa de transición, entre padre e hijo. Empecé a dialogar con los personajes y a pasarles el texto a algunas personas. En un momento sentí que quería mostrar dos tiempos, finales de los ochenta o principios de los noventas, que fue mi propia infancia, pero me gustó la idea de escribir un segundo acto, treinta y cinco años después. 

—¿La ubicarías dentro de la línea del realismo? 

—Siento que es un género muy argentino, como Made in Lanús. Tanto el realismo argentino como un nuevo costumbrismo, sobre todo porque cómo aparece la comunicación. Qué le preocupa a los personajes y cómo se quiere romper con lo heredado, buscando no ser igual al padre o a la madre. Hay cosas que repetimos, porque están en nuestro ADN, y a la larga salen a la luz. Muchas veces me veo diciéndoles a mis hijos lo que me decía mi padre, incluso con el mismo tono. Uno se propone no repetir y de pronto te encontrás haciéndolo. 

—En tu primera novela “Construcción de una mentira” (2018) mostrabas a un actor, en la segunda estaba el mundo de la escritura. Ahora aparece la familia: ¿tenés la necesidad de escribir sobre realidades cercanas?

—Creo que el punto de partida siempre es lo que te rodea. El disparador está ahí. La mayoría de las veces uno no se sienta teniendo en claro de qué va a escribir. Nunca me pasó. Tengo una imagen, una voz o una frase. En este texto quise que siempre estuvieran los chicos de fondo y esta especie de liberación de estos padres, de antes y de ahora. Intento quitar como un velo y rasgar la estructura familiar. Preguntar por qué formamos la familia que formamos y más ahora que las estructuras familiares están cambiando tanto. 

—¿Influyeron esos dos años interpretando “Desnudos”, donde había tres matrimonios en disputa?

—Me influyó en el sentido de la comedia, buscar el humor. En el primer acto están las parejas y en el segundo aparecen los hijos y hermanos. Hay algo de ese microcosmo, o un detrás de escena que me interesa.

—Iniciaste en el 2022 una Maestría en Escritura Creativa en la Universidad Nacional de Tres de Febrero. ¿Se ven aquí algunos resultados?

—Empecé, pero este año no pude cursar. Hice por ahora el primer año y retomaré el próximo. Me anoté para buscar herramientas y adquirir un entrenamiento, al tener que entregar un relato o una poesía y tener una fecha límite te pone a trabajar. Hasta ahora tuve poesía con María Negroni y literatura con Hernán Rosino. Creo mucho en ponerme a escribir todos los días. Incluso durante las giras de Desnudos me quedaba en el hotel para seguir corrigiendo.

—Conociste a Eva Halac cuando te dirigió en “Julio César” en el 2015: ¿por qué la elegiste para tu debut como autor?

—Sí, la conocí ahí y busqué a alguien que tuviera el ojo entrenado. Fue a ella a quien le entregué el borrador. Fue muy generosa y me subrayó: “aquí hay algo”. Siempre pensé en actuarla, quería ponerle el cuerpo no sólo en la escritura sino interpretarla. Uno tiene que saber sus límites, por eso no quise dirigirla, hay que atar al ego. Siento que con Eva se construyó más la comedia. Trabajamos muy puntillosamente el texto, después convocamos al elenco y empezamos con las primeras lecturas. Busco correrme del autor, dejar de lado lo literario y bajarlo al cuerpo. 

—¿Cómo te ubicarías en esta cartelera? 

—Creo mucho en el texto y en cómo lo estamos contando. Hace como dos años la industria teatral despegó muchísimo y fuimos parte con Desnudos. Recuerdo cuando volvimos en el 2021 con espectadores con barbijos y desde aquella fecha hasta ahora creció mucho. La recepción del público no la puedo prever. Uno cree en lo que hace, pero no se puede manejar ni el éxito, ni el fracaso. Se da genuinamente. Confío en la obra y en lo que se cuenta. Para mí estrenarla en la avenida Corrientes es un logro y me siento muy feliz. Hay autores y autoras nacionales, pero no son mayoría en la cartelera. 

—¿Pensás en una segunda obra teatral?

—En este momento me dan más ganas de sentarme a escribir relatos que volver con una obra de teatro. Necesito reconectarme con ese lugar más solitario. La historia hoy ya tiene cuerpos, escenografías y se construye a sí misma. Me gusta más el imaginario del lector o lectora.  

—Lo último que hiciste para la televisión fue la “1-5/18” en tiempos aún pandémicos: ¿te dejó un mal recuerdo?

—No, para nada. No suelo renegar, ni arrepentirme de ningún trabajo que hice. Siempre saco lo bueno. El haber formado parte de esa ficción me dio orgullo: había mucha incertidumbre. Creo que las formas de consumir ficciones están cambiando. No siento como fracasos a los programas que no les fueron tan bien. Nadie tiene la fórmula del éxito.

—¿Y tu paso por la conducción en “Las calles de la historia”, en canal á?

—Me gusta mucha la historia y saber el detrás de… así se descubría por qué le pusieron ese nombre a las calles o avenidas, o cuántos monumentos de Sarmiento o Colón hay… Me sentí muy a gusto en el papel de la conducción. Pregunté honesta y genuinamente lo que quería saber.

 

Plataformas, radio e hijos

Gonzalo Heredia fue protagonista de numerosas ficciones para la TV, pero ausente de las plataformas, por eso sorprende su anticipo: “Empezaré a fines de este mes a grabar una serie para Flow: El sabor del silencio. Es una especie de thriller de ocho capítulos. Mi personaje es un chef y una situación en su restaurante le cambia la vida. El tema gira sobre la Justicia por mano propia. En el elenco estarán Luciano Castro, Violeta Urtizberea, Juan Leyrado, Valentina Bassi, Agustín Sullivan, Cande Molfese, con producción de Mariano Hueter. Son los mismos creadores de El buen retiro”. 

Dejó el programa de radio que tuvo junto a Ana Correa, Notas al pie. Confiesa: “No tenía tiempo para leer los dos o tres libros por semana, y entonces no me gustaba sentarme a entrevistar a sus autores. Por eso di un paso al costado.” 

Cuando se le pregunta por series o películas afirma: “Soy más del libro que de las pantallas. Miro algunos capítulos de ficciones nacionales, pero no soy un gran seguidor. Mis hijos tampoco las ven. Ahora Brenda (Gandini, su mujer) hizo un infantil – Cuentos feroces– y nuestra hija, Alfonsina, la acompañó, porque le gusta mucho el detrás de escena. A Eloy (su hijo mayor) le interesa el fútbol. Aquí en casa no ven televisión, están mucho con el celular, las redes sociales y TikTok. Trato de no demostrarles mi felicidad cuando los veo con los libros. Cuando se les obliga es muy difícil que después lo hagan por placer. Hay algo de lo romántico de antes que hoy no existe. Hay que tener cintura para no pelearse con la actualidad y quedarnos completamente afuera. Creo que debemos tener complicidad con nuestros hijos y darle las opciones”.