ESPECTACULOS
Benjamin Vicua

"Me gusta la verdad de frente"

Lunes y martes en Santiago de Chile y el resto de la semana en Buenos Aires, donde está su familia: así es la vida del actor chileno, que con Farsantes y Prófugos busca un perfil político en su oficio. Además, hace teatro con Jorge Marrale.

Éxito. Benjamín Vicuña logró insertarse en la Argentina en teatro y en televisión. A través de HBO con Prófugos llega a América Latina.
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Fleteros y yuppies, hipsters y taxistas, todos hablan del beso que se dieron en Farsantes Guillermo, el personaje del chileno Benjamín Vicuña (34), y Pedro, interpretado por Julio Chávez. Ese instante muestra la importancia y la potencia que ha adquirido Benjamín Vicuña. Otro instante es un segundo donde le hunden la cabeza en el peor inodoro posible en el primer capítulo de la segunda temporada de la serie Prófugos, que se estrena el 15 de septiembre por HBO (es una producción de HBO Latin America Originals y Fábula, la productora de los hermanos Juan y Pablo Larrain, director nominado al Oscar por No y amigote de Vicuña). Hundido hasta el cuello, la escena no es gratuita: es la prueba de un estado que el mismo Vicuña define en exclusiva para PERFIL como “un momento donde estoy concentrándome, como la luz. Como actor, estoy cada vez más concentrado. Es la clave de mi oficio. Estoy logrando concentrarme, lo contrario a la dispersión: aprendí que el tiempo es muy valioso, muy. Y que los trabajos que te representan son lugares donde concentrarte, donde encontrarte. Sé que suena simple, pero no lo es. Tiene que ver con una señal de madurez”.

—“Prófugos”, que se estrena ahora pero fue filmada el año pasado; “Farsantes” en El Trece; “Los elegidos”, la obra de teatro que protagonizás con Marrale. Hablás de concentración pero estás en muchos lugares. ¿Cómo hacés?
—Cierto. Pero, uf, es una agenda movida: lunes y martes en Chile, en Santiago, y los miércoles vuelvo a Argentina. ¿Cuándo descanso? A la noche, como todos los seres humanos. Acá se da examen siempre, y eso no es malo, por eso concentrarse es importante para mí. Hay períodos de mucho trabajo, y a veces estás dos meses sin que te llamen a tu casa. Hay que saber equilibrar para poder tener una vida y cuidar a tu familia. Pero eso te obliga a buscar trabajos distintos, a no dispersarte en cualquier obra que te ofrezcan.
—El amor entre Guillermo y Pedro en “Farsantes” y, al menos por lo visto, la forma en que “Prófugos” (sin dejar de ser género, o estar filmada enteramente en Chile) se anima a a tocar sucesos reales (lo que acontece con la toma del penal de San Miguel y el posterior incendio y la muerte de 81 personas que aparece en el primer capítulo de la serie) parecen definirte como actor hoy. ¿Por qué buscás esos papeles que encaran lugares más incómodos?
—Yo creo que uno como actor tiene un perfil político, que obviamente no se da en un sentido de político dueño de una responsabilidad civil. Pero sí lo siento en cuanto a que uno puede aportar, y mucho, desde el instalar un tema y un debate. O al mostrar lo que no se mostraba. Romper un poco el muro y que el trabajo de uno signifique. Trato de elegir proyectos que tengan aspiraciones (y gracias a Dios puedo elegir) de instalar un ruido, de crear un debate, de si es posible instalar una discusión. Sin sonar pretencioso, ojalá generar un sincero y concreto aporte, modificar algo una realidad.
—¿Cómo ves eso, por ejemplo, en “Farsantes” o “Prófugos”?
—Farsantes ha logrado instalar en Argentina el mundo de la homosexualidad, en toda su complejidad (como cualquier amor) y en toda su contemporaneidad (porque es nuevo esto que pasa en la serie y cómo la gente se engancha). En Prófugos se habla, además del género, del poder, de la corrupción, sobre lo dañado o no de las instituciones, del narcotráfico. Ambos proyectos pueden dar cuenta, por suerte y agradezco, de mi perfil como actor hoy.
—¿Sentís que falta ese compromiso en otras ficciones?
—Lo que pasa es que las series en las que trabajo han logrado ser ficciones que buscan la verdad a toda costa. Verdades sin maquillar, sin cosmética, que van de frente. Que saben ser crudas en un sentido de verdad, no de torpeza. En Prófugos eso se nota. Pero sí, la gente extraña relatos más, de alguna forma, documentales, relatos que hablen de nosotros y de nuestra idiosincrasia, de nuestros problemas.
—Hubo un cambio entre la primera y la segunda temporada a nivel éxito de tu figura y respeto (fuiste nominado a un Martín Fierro como Actor Protagónico), ¿sentís que eso es mejor o peor? ¿Te cuidan más ahora?
—No. Ya viste lo que me hacen en el primer capítulo de Prófugos, la cabeza entera en un inodoro. ¿Se notó que las arcadas eran reales? Creo en mi trabajo de verdad. No era simplemente meter a alguien en un inodoro, era creer en la potencia de esa imagen para el relato. Y si aparece esa confianza desde quienes dirigen y crean, ¿por qué no a mí? Si se requiere que haga una toma así, lo haré. Estoy, como dije, muy concentrado y creo que eso me ha ayudado a todo lo demás. He madurado mucho.

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Recuerdos del pasado

Prófugos fue filmada durante 2012 y lo que más le impactó a Vicuña fue la travesía desde la Patagonia chilena hasta el desierto norteño: “Es lo que más me gusta del oficio. El movimiento, el no estar quieto. La itinerancia. Conocer gente, realidades, culturas. Eso es algo que ayuda, que expande, que genera una energía especial para mí como actor”. Así como Prófugos roza la realidad reciente chilena, Vicuña sabe hacer valer sus ideas políticas respecto de la historia de su país. Fue y volverá a ser parte de Los archivos del cardenal, ficción que muestra la dictadura chilena: “El éxito que tuvo es algo que muestra que uno puede subestimar al público. Se agradece que un programa que no busca ser otra cosa que un aporte a la memoria de Chile funcione así. Que más allá del prejuicio se note que los chilenos quieren revisar su pasado y crecer todos juntos. Tengo una fascinación por la historia de Chile y un gran amor por mi país. Poder prestar el cuerpo y mis ideas para generar un pequeño aporte es vital para mí”.