ESPECTACULOS
Leonor Manso

“Nuestra profesión es muy inestable, pero es parte del juego”

La reconocida artista, toda una leyenda viva y activa de la actuación en nuestro país, es parte de Cae la noche tropical, el clásico que regresa en una de sus mejores formas. Querida como pocas por sus pares, reflexiona sobre su carrera, el presente de nuestras artes y las crisis políticas que siguen golpeando al país.

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Hito. Una actriz que posee una carrera como pocas, y una directora de teatro con una mirada excepcional. Celebra hoy el clásico de Puig. | GZA. NATALIA BOCCA

Es muy difícil encasillarla, ya que Leonor Manso encarnó reinas y criadas, pero siempre con el mismo talento. Sus primeras actuaciones se remontan a fines de la década del sesenta y fue dirigida tanto en cine como en teatro por grandes nombres, desde Leopoldo Torre Nilsson hasta Robert Sturúa. Conquistó premios y la televisión tampoco le fue ajena, como ser una de las Mujeres asesinas hasta su más reciente madre en la villa de La 1-5/18 por Eltrece.

Desde 1996 asumió la dirección, fue con Esperando a Godot, donde Pablo Messiez integraba el elenco. Las vueltas de la vida y del teatro hicieron que en el 2018 él la convocara para interpretar Cae la noche tropical de Manuel Puig, junto a Ingrid Pelicori y Eugenia Guerty. Ahora Leonor Manso es la directora repositora y estará en el teatro Astros, los domingos a las 20, hasta el 10 de marzo. 

—El estreno fue en el 2018 y luego participaron del International Hispanic Theatre Festival Miami, en Estados Unidos. ¿Hay cambios?

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—No. En la reposición respeté todo lo hecho por Pablo (Messiez). Él es una persona hermosa y con mucho talento. Fue muy lindo el trabajo que hicimos y se sigue respetando totalmente su puesta. Estuvimos en Miami, porque nos llevó una productora argentina que vive allí e hicimos varias funciones. 

—¿Por qué no perdió vigencia el texto de Manuel Puig de 1988?

—Manuel Puig es maravilloso. Lo que trata la obra es el vínculo muy potente entre estas dos hermanas y eso sigue vigente. Todos tienen alguien cercano que puede parecerse. Ellas recuerdan cómo fueron sus vidas y su objeto de curiosidad es su vecina de al lado. Es una expresión de lo humano, un mundo que sigue existiendo. Nos encanta hacerlo y queremos mucho al espectáculo. El público enseguida se compromete porque reconoce a los personajes, hay una ida y vuelta muy hermosa. Tuve la suerte de conocer a Manuel (Puig) cuando filmé Boquitas pintadas, ya que venía a la filmación que dirigió Torre Nilsson. Era un ser muy sensible, tímido y linda persona.

—¿Qué preferís dirigir o actuar?

—Son cosas distintas. Fundamentalmente soy actriz. La dirección me gusta porque la idea de poner un texto sobre el escenario es un trabajo muy hermoso, como también ensayar con los actores y llegar a un buen resultado. Me gusta el teatro por todos lados, también como espectadora.

—¿Y qué te hace aceptar un proyecto tanto para actuarlo como para dirigirlo?

—Que me guste y que me entusiasme. En cuanto lo leo pienso: “qué lindo y qué hay detrás de todo esto”. Siempre es algo a revelar. Si bien una lo lee y tiene una idea, luego cuando lo empezás a trabajar con los actores o como actriz aparecen cosas que no pensaste en la primera, segunda o tercera lectura y estaban en el texto. Solamente encarnándolo aparecen. Eso es lo mágico del teatro.

—En la dirección sumás más responsabilidades…escenografía…iluminación…

—Sí, pero si tenés una idea clara de lo que querés contar seguramente vas a acordar con todos, con el escenógrafo y el iluminador porque hay un concepto.

—¿Alguna vez te sentiste frustrada?

—No tengo esa experiencia ni como directora, ni como actriz. No sé lo que es la frustración.

—¿Te sentís una intérprete popular?

—Eso no lo sé. Cuando estás en la televisión sos más popular. Hace un tiempo que ya dejé de hacerla. Pero cuando voy por la calle mucha gente me reconoce y es muy cariñosa. Eso es muy lindo.

—Se reestrenó Made in Lanús, donde estrenaste el papel de Yoli, que fue muy importante para tu carrera: ¿te trajo recuerdos?

—Íbamos a ir con Patricio al estreno (N.d.R. Contreras, quien trabajó en aquella primera puesta) pero justo me agarró una gripe, pero vamos a ver a los compañeros y será un placer. Además tiene la dirección de Luis Brandoni. Es una obra maravillosa que siempre está vigente, porque habla de lo que nos pasa. De los que se van, de los que se quedan, de los que se quieren ir y de los que no se quieren ir. Más o menos seguimos transitando lo mismo, aunque pasen los años.

—Tu primera puesta en escena fue con Esperando a Godot de Samuel Beckett. ¿Por qué decidiste dirigirla?

—Lo que me provocó fue el deseo, la necesidad de saber exactamente de qué hablaba la obra. Todos se extrañaban. Solamente transitándola una puede acercarse a ella.

—¿Cómo elegís un elenco? Con Ingrid Pelicori trabajaste varias veces, la dirigiste en Bergman y Liv. Correspondencia amorosa y el año pasado en Aurora trabaja, para el Cervantes.

—Depende de la obra, del personaje y luego pienso que interprete puede hacerlo. Sí, trabajar con Ingrid siempre es un lujo, porque es una actriz maravillosa. Ahora volvemos con este espectáculo de Puig, pero además es una amiga del alma. 

—¿Cuál crees que fue el éxito que te cambió profesionalmente?

—No creo que haya sido un éxito, creo son los trabajos a lo largo del tiempo. Me han dado premios por algunos espectáculos, pero no puedo decir por tal obra. Es un camino que lo sigo transitando con mucha alegría, suerte y me sigue haciendo feliz.

—¿Crees que hay un porcentaje de suerte?

—Supongo que sí, como en cualquier cosa de la vida, pero no te podría decir en mi caso. No sé exactamente si tuve suerte con todo lo que me ocurrió, la primera vez que trabajé o los maestros que tuve, como Juan Carlos Gené…

—¿Alguna vez ejerciste la docencia?

—Nunca se me ocurrió. Evidentemente siempre busqué generar mi propio trabajo. Lo que me gusta es actuar y dirigir, pero la docencia no es lo mío. 

—¿Qué conversaciones profesionales mantenés con tu hija, Paloma Contreras, quien también es actriz?

—Simplemente vemos una obra y la comentamos como con cualquier actriz o compañera. Decimos qué nos pareció, pero más que eso no. Nos consultamos como también hago con Ingrid (Pelicori) o con otra intérprete amiga. Es lo más común en nuestro medio.

—¿Volverías a hacer un unipersonal? Hiciste 4.48 Psicosis de Sarah Kate (2006).

—Fue tremendo y muy fuerte. Cuando me llegó el texto de Sarah Kane lo leía y quería encarnarlo para poder comprenderlo. Ahí fue cuando le pedí a Luciano Cáceres que me dirigiera. No nos conocíamos, sólo había visto una puesta de él. Lo llamé, le di la obra y le propuse que me dirigiera. Justo ahora tengo ganas de volver a un unipersonal, pero aún no encontré el material.

—¿Te dejó huellas la pandemia?

—Tuve la suerte de estar trabajando en Polka, en la tira La 1-5/18 por Eltrece, con todos los cuidados de esos tiempos. Después pedí bajarme. Me pasaban a buscar a las siete de la mañana y a lo mejor la escena la tenía a las cinco de la tarde. Me empecé a agobiar, le dije a Adrián (Suar) y lo comprendió. Siempre tengo recuerdos hermosos de trabajar ahí. 

—¿Hay algún personaje que quieras hacer?

—Nunca tuve una protagonista determinada. Si me pasó con la dirección, sobre todo cuando leí a Esperando a Godot. 

—Trabajaste en cine, teatro, televisión: ¿qué preferís?

—Me gusta trabajar en todos lados. Siempre que pueda actuar y jugar, pero el teatro tiene un peso y una continuidad que no tienen ni la televisión, ni el cine. 

—Pasaste por el teatro comercial, estatal e independiente. ¿Te resulta fácil adaptarte?

—Siempre dependió del proyecto. Si me interesa acepto, sin importarme si son teatros privados, estatales o en cooperativa. 

—¿Podés vivir de tu trabajo?

—Si, como todos los actores: no tenemos la vaca atada. Nuestra profesión es muy inestable, pero es parte del juego y hay que aceptarlo.

—¿Alguna vez te tentaron con vivir en otro país?

—No. Soy muy argentina, como la Yoli, soy de acá, acá.