ESPECTACULOS
Relato insólito

Rod Stewart tuvo una mala racha en Sudamérica: desde acusaciones de plagio hasta un tiroteo

En su autobiografía, el músico recuerda una serie de experiencias desafortunadas durante dos visitas a Sudamérica: una de ellas tuvo lugar en Argentina, durante el Mundial de 1978.

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Rod Stewart. | Shutterstock

Una de las canciones más reconocidas de Rod Stewart se titula Some guys have all the luck ('Algunos tipos tienen toda la suerte'). Tal como recuerda en su autobiografía, el cantante británico no tuvo "toda la suerte" en sus visitas a Sudamérica: tras su paso por Río de Janeiro, recibió una acusación de plagio por la composición de su hit: "Da Ya Think I’m Sexy?"; mientras que en Argentina fue víctima de un violento asalto, con tiroteo incluido, mientras cenaba en un restaurant con los ejecutivos de Warner. El comisario a cargo del operativo le ofreció a Rod el privilegio de ver el cadáver de los delincuentes. Al día siguiente, el artista regresaba a su país, luego de la impactante experiencia sudamericana.

A comienzos de 1978. Stewart tuvo un traspié en Brasil, lo que representó su primer contacto con Sudamérica. El artista compuso "Da Ya Think I’m Sexy?", una canción que despertó la polémica a raíz de su similitud con "Taj Mahal", de Jorge Ben Jor. El conflicto no pasó a instancias mayores dado que Unicef se quedó con las ganancias del hit. Así lo detalla Matías Bauso en su reciente producción, Argentina Bizarra, publicada por la editorial Planeta.

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Rod Stewart - FOTO: Shutterstock

El campeonato Mundial de Fútbol de 1978, disputado en territorio argentino, exigía una pieza musical de Stewart para alentar al equipo escocés. En este contexto se encuadra la segunda visita del músico a Sudamérica, donde lo aguardaba una experiencia límite.

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Fue entonces cuando el compositor se inspiró al producir "Ole Ola (Mulher Brasileira)", para el seleccionado escocés. Envuelto en el clima festivo característico del evento mundialista, Stewart se convirtió rápidamente en la celebridad más destacada del Mundial.

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Sin embargo, falta lo peor: una noche antes del partido entre Escocia y Perú, Rod fue invitado a cenar a un lujoso restaurant por los ejecutivos locales de Warner. Era la primera vez que el músico contaba con la custodia de un guardaespaldas, según ilustró en su autobiografía.

De pronto se escucharon gritos y corridas: un grupo de asaltantes armados ingresó en el local y comenzaron a sustraer las pertenencias de valor de los presentes. A continuación se oyeron disparos desde la calle. Era la policía. Mientras oía los balazos, Stewart se ocultó debajo de la mesa, junto con su guardaespaldas.

Finalizado el operativo, uno de los policías lo reconoció y hasta le dieron el privilegio de observar el cadáver de los delincuentes. Luego de la adrenalina nocturna, las autoridades de Warner decidieron que Rod, al día siguiente, regresaría a su país. Como si fuera poco, esa noche su equipo fue derrotado 3-1 por Perú.

Fragmento de Argentina Bizarra, por Matías Bauso

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Argentina Bizarra, por Matías Bauso (Editorial Planeta)


A continuación, se transcribe un capítulo de Argentina Bizarra, donde su autor narra en detalle las controvertidas experiencias de Rod Stewart en Sudamérica.

Algunos tipos tienen toda la suerte

En su autobiografía, el cantante Rod Stewart da cuenta de su paso por Argentina durante el Mundial 78. Era la segunda vez en el año que pasaba por Sudamérica. Con un curioso récord: en ambas visitas, la historia terminó mal. A principios de 1978, había estado en Río de Janeiro. Presumiblemente, para disfrutar del carnaval. Hizo lo de siempre. Salió, bebió, disfrutó, conoció a mujeres y escuchó música. Uno de los temas que sonaba por todas partes, de esos que se inoculan, de tarareo inevitable, era «Taj Mahal», de Jorge Ben Jor, una canción que ya tenía seis años de antigüedad. Unos meses después, Rod Stewart conseguía su mayor éxito solista hasta la fecha: «Da Ya Think I’m Sexy?».

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Rod Stewart - FOTO: Instagram / sirrodstewart

Tentado por el boom de la música disco (y al ver que los Rolling Stones lo habían conseguido con «Miss You»), compuso esa mezcla de rock y disco, sin mayores pretensiones, que fue un hit global. Apenas empezó a sonar en las radios de todo el mundo, fueron muchos los que notaron la evidente similitud con el terere-rereré contagioso de Jorge Ben Jor. plagio evidente que no mermó las posibilidades comerciales de la canción. El arreglo fue extrajudicial y las ganancias de la canción pasaron a manos de Unicef. La línea de guitarra inicial, también increíblemente pegajosa, es una copia, nota por nota, de un tema de 1975 de Bobby Womack: «(If You Want My Love) Put Something Down On It». El complicado —desde el punto de vista del derecho autoral— «Da Ya Think I’m Sexy?» no fue el único gran éxito del 78 de Stewart.

La línea de guitarra inicial, también increíblemente pegajosa, es una copia, nota por nota, de un tema de 1975 de Bobby Womack: «(If You Want My Love) Put Something Down On It».

En los primeros meses del año, llegó al cuarto puesto en el Reino Unido con algo que hace que el anterior parezca muy elaborado, como si hubiera sido compuesto por Schönberg: «Ole Ola (Mulher Brasileira)», cantado por Rod con el equipo escocés que participaría en el Mundial de Fútbol de 1978. Una especie de canción oficial del equipo azul. Dijo Rod: «Esperaban gaitas y les di sabor sudamericano». La música es un híbrido de reminiscencias brasileñas con percusión caribeña. Lo más aproximado a una declaración de principios de los escoceses respecto a su nulo conocimiento de adónde se estaban metiendo. Aun cuando no se sepa inglés, el clima festivo se percibe desde los primeros segundos del track.

Dijo Rod: «Esperaban gaitas y les di sabor sudamericano»

Así, como la canción, encaró el plantel de las islas el campeonato: despreocupadamente, con alegría, con mucho de improvisación y una evidente pereza. Y suponemos que, tanto en la grabación como en la concentración, el whisky corrió de modo generoso. Nadie imagina que Rod Stewart haya hecho demasiadas tomas de la canción en el estudio de grabación. La letra empezaba con discreción y esperanza: «Cuando las camisetas azules corran por Argentina / el golpeteo de nuestros corazones será como el de un tambor».

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Rod Stewart - FOTO: Instagram / sirrodstewart

Pero, luego de enumerar a sus principales jugadores y sus virtudes más evidentes (no tenía mal equipo Escocia: Joe Jordan, Archie Gemmill, Kenny Dalglish, Willie Johnston), deja la cautela y el pudor y se pasa de optimista: «Con esta letal combinación / es una justa estimación / que la Copa del Mundo será nuestra a fines de junio». Conocido su entusiasmo por el fútbol y por la selección escocesa, Rod se convirtió en una presencia obligada en el torneo. A pesar de la escasa repercusión que tuvo su estadía, fue la mayor celebridad que concurrió al Mundial.

Conocido su entusiasmo por el fútbol y por la selección escocesa, Rod se convirtió en una presencia obligada en el torneo

Si bien Henry Kissinger obtuvo titulares de diarios y tapas de revistas de actualidad, no se puede comparar la fama de Rod con la del exsecretario de Estado norteamericano. Su visita fue breve y problemática. Lo cuenta en su autobiografía. Más allá del disgusto por la actuación de su selección (y, como consecuencia, la muerte súbita de su single festivo), otras circunstancias hicieron que su paso fuera mucho más corto que lo planeado. La noche anterior al debut escocés frente al Perú, los ejecutivos de la filial local de Warner lo invitaron a comer al restaurante más caro y exclusivo de la ciudad. Cuenta el músico que, por primera vez en su vida, iba a todos lados acompañado por un guardaespaldas contratado por los directivos argentinos de la discográfica, preocupados de que nada le pasara a uno de los artistas más importantes de la empresa en el mundo entero.

Cuenta el músico que, por primera vez en su vida, iba a todos lados acompañado por un guardaespaldas contratado por los directivos argentinos de la discográfica

Mientras transcurría la cena, las puertas del local se abrieron de golpe. Alguna corrida, gritos. Es un asalto. Y todo se detiene. Excepto uno de los delincuentes, que blande un revólver. Cada comensal tiene que poner sus objetos de valor y dinero en una gran bolsa que recorre las mesas. Rod deja su reloj Porsche sobre el mantel. Un sobresalto. Y disparos. Muchos. Todos al piso. Disparan desde la calle: llegó la policía. Los delincuentes (tres o cuatro) se defienden desde el salón. Los clientes, entre ellos el famoso cantante, temen por su vida. Más balazos. Vidrios rotos. Rod, debajo de la mesa, con un guardaespaldas de más de cien kilos encima.

Rod, debajo de la mesa, con un guardaespaldas de más de cien kilos encima

De a poco, se van espaciando las detonaciones. Los tiros provienen ya de un solo lado. Los policías tardan un rato en enterarse de que abatieron a los delincuentes. Allí, uno de los policías reconoce a Rod. El comisario, honrado por tan ilustre visitante, le pide que lo acompañe a comprobar la eficacia de su labor: le ofrece ver los cadáveres de los delincuentes. Rod acepta. Dice en su autobiografía: ¿Cuántas veces en la vida te van a invitar a ver a un par de bandidos que se quisieron quedar con tu reloj hace minutos y ahora son cadáveres recientes? Por eso fui a echarles una mirada. Extrañamente lo que me sorprendió no fueron los cuerpos sin vida, sino las armas en el suelo: de caño largo, antiguas, como si fueran de Wyatt Earp. Antes de irse, tuvieron un disgusto más: el dueño quiso cobrarles la cena. Rod no se preocupó demasiado. Dejó a los de la discográfica discutiendo, mientras calmaba sus nervios con una botella de brandy.

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Rod Stewart - FOTO: Instagram / sirrodstewart

Enterados del suceso, los ejecutivos de la casa matriz de Warner le ordenaron a la mañana siguiente retornar a su país. Adujeron que el seguro no cubría a Rod Stewart de los riesgos a los que estaba expuesto en Argentina. Esa noche vio la derrota inesperada de su equipo ante el Perú por tres a uno. Fue lo último que hizo antes de retornar a su hogar. Una pena: no pudo ver el gol de Archie Gemmill a Holanda, el que aparece en Trainspotting