ESPECTACULOS
Julieta Ortega

“Somos un país muy rico a la hora de la cultura”

La actriz y conductora es parte de La fuerza del cariño, junto a Soledad Silveyra, Osvaldo Laport, Dolores Ocampo y Damián Iglesias. Pronto vuelve al universo del podcast con Las cosas que no salieron como querías. Habla sobre la creación, nuestros íconos y su enorme valor para contarnos y darnos identidad.

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Ideas. La artista ahora es parte de la adaptación del clásico film de James L. Brooks, donde realiza el mismo rol que Debra Winger. | nestro grassi

Cuando le ofrecieron ser Emma en La fuerza del cariño, Julieta Ortega no dudó en aceptar. Hoy, en el Multiteatro Comafi, junto a Soledad Silveyra, Osvaldo Laport, Dolores Ocampo y Damián Iglesias llevan a cabo una adaptación del clásico film de James L. Brooks. Esa falta de dudas para aceptar nacía de un lugar particular: su propio vínculo con la historia. Dice la misma Ortega: “La historia la tenía recontravista. De hecho, el papá de mi hijo me hizo una nota hace dos años en Canal A, y me pidieron que elija una escena de una película, y yo elegí la escena en la que el personaje de Emma se despide de sus tres hijos, que ella sabe que va a morir y se despide de sus hijos chiquitos. Y explique porqué la eligió. Es una película que tenía tan vista, y que es de mis favoritas, y esa escena siempre me pareció tan hermosa. Ahora la ví más veces, puedo decir los textos arriba de los actores. Pero la historia siempre estuvo presente en estos años”.

Ortega sabe lo que dice, y poco importa (o muchísimo) todo lo que representa y es: un legado artístico familiar, una actriz dueña de un coraje excepcional, una contadora de historias sentidas, una conductora con pasión por escuchar y mucho más, pero mucho más. A la hora de preguntarle cuáles fueron los cuentos que la fundaron, que la formaron, ella responde: “Los cuentos de Ana María Picchio, los que le contaba a mi mamá, que se suponía que no tenía que escuchar, pero me iba y andaba merodeando por ahí. Ana María era la que vivía muy intensamente. Salía, trabajaba, y venía con cuentos muy espectaculares. Yo escuchaba. Me interesaba mucho el mundo de los adultos, y sobre todo el mundo de ella. Y también me interesaba mucho el mundo de mi mamá. Siempre digo que son dos mujeres que trate de combinar en el modo que termine siendo. Una después es lo que es: lo que vivió, lo que leyó, todo. Hay cosas que se traen, que tienen que ver con tu infancia. La infancia de la gente es el mapa de las aguas en las que vamos a nadar más adelante. Esas son las historias que me interesan”. 

—¿Por qué sentís que te habla tanto “La fuerza del cariño”?

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—Siento que es una historia descomunal sobre una madre y una hija, y las películas, las obras de teatro, suelen ocuparse mucho más de las relaciones amorosas, de pareja, que de la filial. A mí me gusta mucho bucear en lo filial. En los años 80 hubo dos películas que para mí fueron hito en lo filial, y fue La fuerza del cariño y Gente como uno. Las obras siempre son sobre vínculos, pero ésta es especialmente sobre vínculos. Y un vínculo poco explorado mucho menos que la pareja. La historia de amor es entre ellas dos, sobre ella que muere, una muerte joven, que deja tres hijos chiquitos, y con esa madre que ama profundamente. Muchas veces no nos queremos bien. O no sabemos querernos. En ese triángulo, entre el astronauta, la madre y la hija, la que más sabe querer es Emma, la que quiere de una manera más pura. Siempre me pareció una personaje muy hermoso. 

—¿Qué disfrutás de contar, de ser parte de relatos?

—Están las cosas que me conmueven a mí. Están ahí cuando entrevisto, cuando hago un podcast con mis amigas, está en todo lo que hago. Está todo atravesado por las ganas de bucear en temas que me interesan a mí. Hay cosas que me quedan más lejos. Por edad, por generación. Y hay que trabajar, claro. Si lo que interesa no es eso, puede sea algo: el director, el elenco, o directamente le buscas la vuelta. Acá no había muchas vueltas, acá era fácil: era, sí, ¿cómo no la voy a hacer a mi historia favorita?

—¿Qué sentís que descubriste del arte trabajando en el arte, sobre todo considerando tu hogar familiar?

—Que no hay otra manera de encarar ningún proyecto artístico si no es con el corazón, la cabeza y el cuerpo. Que no hay otra manera de abordar un proyecto si no es siendo tomada por completo por ese proyecto. Hoy cuando venía al teatro, pensaba como antes del estreno, de lo único que te podés ocupar es eso que estás por estrenar. Abarca todos los momentos de tu vida, desde que abrís los ojos a la mañana. Estoy como en un trance. Como resolver algo no resuelto, o en algo que pasó. O hablar con los demás actores, de lo que pasó. Con una directora que ha dado muchas y saludables devoluciones. No hay forma de acercarse a un material si no es poniendo tu tiempo, cuerpo, cabeza y corazón. Hoy pensaba que no podía ocuparme de otra cosa. Más que pensar en esto que tengo que hacer. Una vez que estrenamos, ya pensamos en solo en la función. No sé si hay otra profesión, que no tenga que ver con lo artístico, que te involucre así. La pasión cruza todo lo que tiene que ver con los artísticos. 

—Pero hacer arte tiene otra forma de existir en la sociedad… 

—Un tipo escribiendo un libro, o un actor armando un personaje: no hay otra forma de encararlo si no es con la vivencia de uno. Con lo que tenes, con lo que no tenes, con cómo lo vivís, o no, con lo que faltó, con lo que sentís que te falta. Te metes por completo en esa pileta. Si mirás de afuera, no lo podes hacer. 

—Aceptaste de una, me decís, ¿te aparecieron miedos?

—Cada vez tengo menos miedos. Yo trabajo desde los 18, 19, años. Tengo 52. Hice muchas cosas, sobre todo en televisión. Teatro es lo que menos hice, siempre es lo que más me costó. Lo que más respeto me inspiraba. Y sin embargo en los últimos años, las últimas obras de teatro que hice, las hice sin miedo. Hay mucho que no está en tus manos. Lo que sí está en tus manos es un montón, y lo hice sin temor. Lo que me cuesta, y aparece en los primeros ensayos, es el saber por donde. Una cosa es que guste una película, como este caso, y donde hay herramientas del plano para mostrar. Acá el lenguaje es distinto, y pide cosas distintas de vos. Este personaje no me quedaba tan cerca. Empieza la obra cuando se está por casar, con la mamá retandolá. No me queda cerca. Es liviana y se ríe todo el tiempo. Yo no soy así, me río, pero mi manera. Todo eso que ella hace, me quedaba lejos. No tuve miedo una vez que pude hacer todo eso carne. Antes sufría mucho eso, en otras obras. En la tele hacías tu trabajo y te ibas a tu casa. En teatro, el vivo, hace que no tengas red, que después, claro, la tenés en tus compañeros, en el equipo, en los técnicos. Con los años no me agarra más vértigo, así como uno camina mejor en la vida no tiene tanto miedo en escena.

—¿Qué sentís que hace el teatro argentino?

—Es maravilloso ese vínculo. Yo no creo que haya otra ciudad en América Latina en la que la gente vaya tanto al teatro. De hecho sé que en la mayoría de los países de América Latina o Centroamérica esto no sucede. Me caigo de culo cada vez que veo algo en el off y veo los niveles de actuación que hay, sobre todo en las actrices. De todas las edades, hay un talento tan enorme, que merece ser cuidado.  Es la identidad de un país, el cine, el teatro, la música, sus artes: nosotros de verdad en ese sentido somos un país muy rico. Después tenemos otros problemas. Nuestra música, tenemos un Charly García. Somos un país maravilloso a la hora del arte. A mi me gustan las historias de acá. Me gustan las cosas que me hacen sentir que estoy en Argentina. Habiendo vivido mucho tiempo afuera, yo escuchaba una canción de Charly o Fito y se me llenaban los ojos de lágrimas. Las cosas que te llevan inmediatamente a un espacio, a un lugar, a una infancia, a una idiosincrasia. Esas cosas hacen a la identidad de un país, y es nuestra tarea no perderles, agarrarnos de ellas.