ESPECTACULOS
NATURAL ARPAJOU

“Tenemos la fantasía de que hay cosas imposibles en Argentina”

La directora regresa con Unicornio, una dramedia que se sale de la norma y se ánima a instantes musicales y varios juegos de género.

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Estilo. La autora siempre busca capitalizar sus pasiones de cine. | pablo cuarterolo

Me enamoré de cada una de ellas en el set. Todo era muy lindo. Cada pareja. Nunca queda la película como vos queres, pero en esencia quedó mucho de lo queríamos”, dice Natural Arpajou. La directora habla de sus protagonistas, Nancy Dupláa, Carolina Ramírez, Camila Sosa, y Sofía Dieguez, que son el corazón y alma de su ficción en la pantalla grande, Unicornio, un film que fiel a Arpajou se mueve libre entre las limitaciones de nuestra industria y nuestro cine independiente. Es la misma directora la que declara: “Me sorprendió la respuesta de la gente. Yo no quiero mandar un mensaje, quiero hablar con la gente de temas que me importan. Se ha generado algo muy lindo con la película. Todos dicen lo que nosotros queríamos decir, y eso no lo esperaba. Es muy bonito”. 

—¿Cuál sentís que es el corazón de la película? 

—Me encanta la palabra “distinto”, es algo que me gusta que digan de la película. Habla de la intimidad de las personas, y en esa intimidad hay un montón de herramientas y sensaciones, de mostrar las heridas de las personas, de estas cuatro mejores y su mundo que las rodean. Todos tenemos heridas y cosas piolas que nos hacen enfrentar la vida de una manera. En el cine a veces nadie tiene la cara hinchada, nadie lloró. La sociedad está alejada de mostrar el sentir. 

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—Hay narración clásica, pero también una búsqueda de una idiosincrasia urgente. ¿Cómo aparece eso?

—Han llegado a decir que raya el documental, que es algo que me encanta pero no lo buscamos. Todo está construido, con una búsqueda de locaciones exhaustiva, con un casting que hago yo, y que veo hasta la última persona, lo hago entero yo. Tocamos timbres para filmar en lugares. Yo vivo en esos espacios. Yo viví en Constitución, que es donde transcurre la película. Y filmamos en Pompeya, que es donde estoy ahora. La hicimos en Pompeya a esa Constitución, a este barrio de casas bajas, que no tiene nada que ver. Pero si jugas con el arte, trabajamos mucho para que eso suceda y poder ficcionalizar eso. Que tenga baile, que tanga realismo mágico, es algo que yo quería hacer y que no sabía si iba a gustar. 

—¿Por qué creías que podrían no gustar esos momentos de la película donde bailan, o cantan, o aparece el realismo mágico? 

—A veces tenemos esa fantasía de que no se pueden hacer ciertas cosas en Argentina. Se pueden hacer, hay que laburar quizás un poquito más para lograrlas. Tenía mucho miedo de sumar eso que decís. En Argentina está el cine medio comercial, que va todo el mundo y yo que se, que la gente del cine intelectual de festivales lo detesta y está medio peleado, y el cine al que el público no va, más contemplativas. Hay como una pelea. Mi película está un poco en el medio. Es muy argentina mi historia, no es que pasa en Nueva York. 

—Te animás a géneros como el musical, pero es el detalle que da cuenta de ciertas formas de cine que te interesan. ¿Qué dice de vos?

—Yo siempre hice cine de autor, pero un poco más abierto. No es ese cine más cerrado, que la gente lo ve y dice: “¿Qué? No entendí nada”, que funciona en festivales y después no con el público general. Yo hago el cine que me gusta ver. A mí no me gusta ni el cine megacomercial, ni el cine que entienden el director, su familia y los intelectuales. Yo veo todo, pero no me peleo con Netflix. No tengo influencias de alguien o algo, digo, hay musicales porque en todas mis películas hay canto y baile. Algo que siempre hice sin pensarlo, hasta que vi que unos periodistas me dijeron: “Queremos ver qué canción hay ahora”. Hay también elementos de no realismo, donde se nota el cine, pero por cómo lo contamos, no te sacamos de la narración. Es como la espuma de un champagne, la esperás.

 

Ellas, las elegidas 

—Tus actrices, tus protagonistas, vienen de cuatro lugares distintos. Nancy Dupláa, Carolina Ramírez, Camila Sosa y Sofía Dieguez. ¿Cómo armaste ese vínculo de ellas?

—El casting lo hice a medida que iba escribiendo. Yo cuando iba escribiendo pensaba en su voz y su presencia. Le tuve que decir: “Nancy, en la película vas a estar rota, no vas a estar como siempre”. No la dejaba maquillarse salvo cuando el personaje se maquillaba. Ella se entregó con confianza. Me pedía muchas direcciones. Carolina Ramírez, que es La Reina del Flow, también se recontraentregó, entrenó un montón, hablamos muchos domingos del personaje. Camila vino a casa, hicimos casting sin cámara y fue impresionante. Y Sofi también fue increíble. Ellas son de la tele, y les cuestan más los silencios. Tuvieron confianza en mí, y ahora están muy felices. Fue un salto de fe lo que hicieron. Yo también lo hice, ya que todos tomaron muy bien lo que pasó en la película. Para que se construya eso yo las invitaba a casa, a que vinieran. No quería que fueran a la productora. Venían con mis perras y mis plantas. Lo mismo hice con las parejas. Ellas, todos, son profesionales, y venían con cada palabra aprendida. Pero todo lo otro fue muy importante. La película genera risa, es decir, aparece la comedia y yo en un punto no lo esperaba. Me gusta eso de mostrar que todos podemos amar y ser amados, que aunque quede como frase de póster hay que quererse un poco uno: soy lo que soy, con la plata que tengo, con el cuerpo que tengo. Dejar de pensar en el éxito esto o aquello. Las amistades ayudan y ven antes que uno esas partes buenas.