En exclusiva para Perfil, Sebastián Ortega, director artístico de la productora Underground, creador de éxitos como Graduados, Lalola o Historia de un clan, que hoy tiene en la pantalla de Telefe lo más visto en ficción, la tira Educando a Nina, y que para Canal 7 produjo el unitario que realizó con subsidios de 2016, El marginal –vendido a Netflix–, nos responde todas las inquietudes respecto del actual momento en la industria televisiva.
—Siendo que este año, de crisis en la industria televisiva, “Educando a Nina” fue un éxito, quisiera saber cómo se refleja ese éxito, en términos no ya de rating, sino de costo-beneficio.
—Las tiras diarias, en nuestro país, desde hace varios años son las que mantienen viva a la industria televisiva, y principalmente a las productoras de contenidos de ficción como la nuestra. Financiera y económicamente son el sostén para mantener la estructura de personal, equipamiento y trabajo, y dado el volumen de capítulos permiten, en caso de funcionar comercialmente, mantenernos tranquilos a lo largo del año.
—¿Un éxito televisivo hoy garantiza que sea un éxito financiero?
—El éxito financiero de una productora grande hoy en la Argentina es no perder dinero. Pagar los sueldos en tiempo y forma. Y reinvertir en futuros proyectos. La ganancia, a veces, puede venir de la venta de los formatos al exterior, por ejemplo, dependiendo del interés que genere el producto en el mundo.
—Se habla de los subsidios, de los que has ganado por concurso con tus unitarios. ¿En qué ayudan o qué modifican en cuanto a costo-beneficio? ¿Se siente su ausencia para fomentar la ficción?
—Hoy es difícil encarar miniseries, o series unitarias, sin respaldo económico, o en una coproducción con una cadena o productora internacional, o bien a través de subsidios o premios estatales, debido a los altos costos y la dificultad del recupero. Sin embargo, del aporte que llega de los concursos nosotros siempre pusimos dinero encima, o en algunos casos también contamos con la sociedad de Telefe, porque nuestras ficciones siempre tuvieron gran envergadura visual y artística, y lo que los subsidios o premios podían otorgar no cubría los costos. Como pasó con Historia de un clan, por ejemplo, ya que nosotros a los unitarios, o series, los consideramos un objetivo principalmente artístico, que abre ventanas internacionales, y nos siguen posicionando aquí y en el mundo como productores de contenidos, donde podemos asumir mayores riesgos temáticos, para otros tipos de audiencias. Este tipo de proyecto nos permite trabajar con otros tiempos, otros realizadores y equipamientos, y poder elaborar aún mas lo que queremos contar en menor cantidad de capítulos.
—Coproducir con TNT o vender los productos en Netflix ¿es la nueva forma de supervivencia de la industria?
—Aún no. Las productoras como la nuestra, en Argentina, aún necesitamos de la TV abierta para continuar generando y subsistiendo. La rentabilidad de las series o unitarios se empieza a ver mucho más tarde, con la venta internacional; por ahora sólo abre puertas, es un camino de transición hacia un nuevo tipo de negocio televisivo, que en nuestro mercado estamos recién conociendo.
—¿Cuál es tu mirada de cara al futuro de la industria de ficción para TV abierta y con salida panregional?
—La TV abierta va a seguir vigente produciendo ficción, principalmente las más populares para públicos multitarget, con contenidos como Educando a Nina, y en el caso de series de mayor riesgo como propuesta artística, se asociarán a cadenas internacionales, con la posibilidad de estrenos simultáneos panregionales o “segunda ventana” (el caso de Historia de un clan con Telefe y TNT, o bien El marginal con la TV Pública y Netflix), y luego tendrá también gran importancia el “vivo”. Y en cuanto a las plataformas streaming, on demand y cable premium, seguirán produciendo contenidos exclusivos, y las productoras que estén a la altura de los requerimientos temáticos y de calidad de producción que estas compañías exijan seguramente comenzarán, como ya lo están (y estamos) haciendo, a producir contenidos para ellos. Hoy el público elige ver de otro modo, sobre todo los más jóvenes: buscan generar su propia programación, y hay que adaptarse a estos cambios pero con identidad propia.