Prefiero con la barreta”, dice Hernán Golfrid, uno de los directores que vuelven en la segunda temporada de El jardín de bronce, la producción original de HBO (junto a Pol-Ka). A su lado está Pablo Fendrik, el otro director que retorna, y a su alrededor cientos de medias Balux, la producción de Tejeduría Flores SA, en pleno Flores, alzada con sus oficinas y su fábrica como una especie de monumento al brutalismo y a formas que los arquitectos decorosos hoy descartan. Ninguno de los allí presentes nunca tuvo tantas cajas de medias alrededor. Nunca. Ni volverá a tenerlas.
A metros de Goldrif y Fendrik, a oscuras, celular y, claro, barreta en mano está Joaquín Furriel. Lejos de preguntas bobas sobre su ACV o su vida privada: es Fabián Danubio y está otra vez investigando. En la cronología interna de la serie han pasado tres meses del final de la primera tempora. Su hija está con él. Pero no.
Furriel habla de la serie The Night Of como referencia de su Fabián y no parece ni remotamente erróneo el link: se trata de personajes que observan, y actores que deben procesar todo el peso del mundo, de ausencias, en su rostro. Sin exagerar, sin gesto. El mismo Furriel define ese retorno desde el set y su segunda semana de rodaje (seguirán hasta diciembre): “El Fabián de la segunda temporada me daba nervios. Estaba muy inquieto yo. No solo porque había leído el libro de Gustavo Malajovich, en el que se basa la serie y la primera temporada, sino porque había cerrado con mucha novedad la primera temporada. Muy pesado para el personaje. Trataba de imaginar cómo podía ser igual de potente una segunda parte donde Fabián ya no busca a su hija, si no que la tiene a su lado. ¿Cómo podía ser igual de interesante una segunda temporada cuando la primera te dejaba muy cargado de información?”.
La respuesta es, o parece ser, haciendo de Fabián, una especie de detective y rastreador, tomando este segundo episodio como un paso hacia un personaje distinto (y una tercera temporada muy posible, claro). Marcos Osorio Vidal es el coguionista de esta segunda temporada junto a Gustavo Malajovich. Es un caso distinto al menos: el escritor del best-seller de base sigue a su personaje en otro medio. Osorio Vidal lo sabe pero enseguida aclara los tantos: “Gustavo tenía ideas para continuar. El primer libro ya termina con una idea. Tomamos cosas, empezamos a pensar qué de todo eso funcionaba. Malajovich apuntaba en esta segunda novela que está planeando a un Fabián investigador. Nosotros no contamos esa vida de la hija, de Moira, en La Doradita: se trata de eso y a su vez de ver a Fabián en un nuevo caso en el presente”.
¿Qué llevará a Fabián a un nuevo caso (que implica el ingreso de la actriz Paola Barrientos y el actor Claudio Rissi)? ¿Por qué no está en paz en casa con Moira (interpretada por Maite Lanata)? Osorio Vidal deja en claro el por qué y tiene que ver con el personaje interpretado por Luis Luque: “Doberti. Es un personaje que da para tanto. Pensamos en precuelas, pensamos en una serie de Doberti. Pensamos muchas cosas. Y esto que hicimos en la segunda temporada funcionó. Sentíamos que del arquitecto al detective de Fabián faltaba algo. Y cuando aparece un caso de Doberti en el medio, un caso que no pudo resolver porque se murió cuando se metió a ayudar a Fabián, él se siente responsable. Pero también está la motivación de un padre que se quiere alejar de su hija”.
Furriel, sentado en una sala donde se debe haber despedido a mucha gente (parece una versión argenta de una sala de Mad Men), insiste en ese punto recordando la temporada anterior: “Justo este fin de semana volví a ver toda la serie. La volví a ver porque había visto el episodio tres y cuatro porque necesitaba ver algunas cosas que pasaban entre Fabián y Oberti. A partir de la segunda temporada, hay una línea, la del caso, que trae el personaje de Paola Barrientos (a quien le desaparece su hijo). Ahora yo estoy en otro lugar. No estoy en el lugar de las desesperación de Fabián. Es un caso que lo involucra por su historia. La segunda temporada es la conversión en lo que puede ser un rastreador. Vamos a ver cómo poco a poco se convierte en eso. En la primera lo hizo visceral, desesperado, buscando a su hija porque creía que su vida para él no tenía sentido”.
Julieta Zylberberg regresa a su rol de la detective Blanco y marca desde sus declaraciones el tono que existirá: “Se agudiza lo policial. Hay otro mundo que es el de Fabián con la hija. Y además se muestra la vida de esa hija en La Doradita. Abre para otros lados”. Su personaje será una parte vital de la segunda temporada: “Mi único vínculo que se mantiene en las dos temporadas es con Fabián. ¿Cómo está ella? ¿Por qué habiendo pedido el pase a prensa se mete de vuelta en esta búsqueda? ¿Se sintió frustrada que no ayudó a encontrar a Moira antes? ¿Está comprometida con los casos y con él? Es súper claro el camino en los libros ahora”.
Mientras la entrevista se da en la oficina que será la Central de policía en la serie (que incluye impresoras Wang y citas, muy apropiadas, a Kafka y su Praga), Furriel deja en claro que la segunda temporada no surgió de algo reactivo al éxito de la primera: “No fue una temporada que se resolvió rápidamente. Y estuvieron trabajando mucho en los guiones. Estuve bastante en contacto con cómo fue el devenir de encontrar la historia de la segunda temporada: ese vínculo particular entre Fabián y Moira y un caso de Doberti que aparece en presente (y vemos ambas investigaciones). Cosas de la primera temporada se van cruzando en la segunda”. Zylberberg: “Al ser tan pocos los vínculos humanos que quedan de la primera temporada, me importaba mucho qué pasaba con nuestros personajes. Eso se debe a que Pipo Luque aparece en flashback, no se cruza con nosotros. Yo con Maite Lanata no me cruzo”. Así regresa entonces El jardín de bronce, con varias líneas narrativas y creando, entre medias e investigaciones, un personaje que promete buscar un lugar en el thriller nacional y en la edad dorada de las series. Vuelve Fabián Danubio.
Como una serie de afuera
Si bien Julieta Zylberberg y Joaquín Furriel estaban en sus primeras semanas de rodaje (Zylberberg dirá que va por su tercera escena) y ni siquiera conocían el final de la serie (tan solo tenían los primeros cinco episodios), ambos reconocen la impresión que les ha generado la primera temporada. Zylberberg: “Fue un proyecto relindo. Pasó mucho tiempo igual. Pero lo siento bastante cercano al rodaje anterior. Está bueno retomar todo. Hoy fui a clase de tiro. Esta temporada tengo más tiros, más disparos”. Furriel: “El jardín de bronce para mí era una experiencia de mucha intimidad del espectador para con lo que le ve pasando a Fabián. El espectador va con él viviendo todo lo que va experimentando, se angustia con él. No hay nada que vaya por delante o por detrás de Fabián”. ¿Qué hay de la relación de sus personajes? Zylberberg: “Muy parecido. Sigue siendo su cable a tierra. Parece más una serie de afuera. Acá el vínculo es más rebuscado, de mucha compañía, de mucho afecto. Más trabado. Tiene algo, pero es un poco difuso. Los une otra cosa”. Y a la hora de definir la condición vital de Fabián, Furriel sabe de lo que habla: “Algo del orden de la injusticia, de la desconfianza para con las Instituciones, que no lo abandonan. Seguimos viendo un Fabián desconfiado”.