ESPECTACULOS
‘LA CAJA MÁGICA’

Una maravilla que le habla al niño interior de todos

La producción estrenada mundialmente en Argentina es una creación original del estudio, junto al gigante Fever y el brazo local de RGB Entertainment. PERFIL habló con Felipe Gamba Paredes, el productor del show que todos deberían ver.

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Logro. En escena hay elementos que pocas veces antes pisaron nuestro país. | nestro grassi

Felipe Gamba Paredes, vicepresidente del área de Estrategia Internacional de Disney Theatrical Group, es el productor de La caja mágica, una propuesta que ilumina el verano porteño, que la hace el epicentro del musical en la región gracias a una creación original de Disney, junto a Fever y RGB Entertainment. Es una maravilla que está diseñada para nuestro niño interior, que puede disfrutarse en familia, sí, pero también en soledad, en pareja, entre amigos que aman Disney. ¿Alguna vez una película de Disney les sacó una sonrisa? Este es su espectáculo. Y es uno con potencia mundial, que estrena aquí para seguir su recorrido, que saluda un legado y a todos los artistas que lo ayudaron a existir. Un musical que mezcla, que recorre, que altera, que sorprende. En palabras del mismo Gamba Paredes: “La caja mágica es el intento de un equipo creativo fantástico, por recoger, por recopilar, todo el universo creativo de Disney en una sola aventura musical. Es un esfuerzo enorme, sobre todo si tenes en cuenta que el catálogo de Disney tiene cien años. Es decir, cien años de historias, de música, de cuentos, de personajes. Tomamos ese mundo y lo reducimos a una experiencia que te permita entender que has pasado por eso cien años de aventuras. Tenemos un elenco de 26 personas, 12 músicos, un ejército de maquinitas, vestuaristas, de todo, es todo un mundo. Es un show muy complejo que se tiene que sentir muy sencillo. Tan solo que la caja se mueve. Parece que se mueve, pero moverla es todo un tema. No queremos que se sienta ese esfuerzo, que se viva liviana y ligera”. ¿Cómo comenzó esta aventura que hoy posee varios proyectores de alta calidad, juegos en escena que son incluso una ilusión óptica digna de un mago industrial, un equipo de bailarines con una energía digna de iluminar una ciudad e ideas visuales que van saludando no solo a artistas sino procesos que hacen a la historia del medio, de la animación, de la compañía y de sus hitos?

El vínculo de Felipe Gamba con Disney va mucho más allá del actual. Se remite a sus primeros pasos en Colombia, donde era un niño actor, mucho antes de construir un vínculo con Buenos Aires y de estrenar en el mismísimo teatro que Walt Disney visitó alguna vez para el estreno de Dumbo: “Recuerdos muy profundos, desde muy pequeño empecé haciendo teatro y televisión. Cuando era niño en Colombia, a los 7 años empecé como autor, nuestra directora, con quien hacía esos programas de TV, de radio, de todo, era una gran fanática de Disney. De ella, tal vez, herede esa pasión. Uno de los primeros libros que leí en mi vida fue la biografía de Walt Disney, la de Bob Thomas, An American Original (que acaban de reeditar, con fotos nuevas). Fue uno de los primeros libros que me compré en la vida. Hoy llevo años trabajando en Disney y todavía, cada día a la mañana al despertar, no acabo de creer. Y ya pasaron 15 años. Supongo que eso tiene que ver con ese vínculo, anterior, que fue Disney en mi vida. Lo que yo quería hacer entonces con este espectáculo es llegar a esas emociones primeras. Despojarme de lo corporativo, y conectarme con las emociones más profundas que siento respecto del contenido”. 

—¿Cómo entonces lograr una contención a tu pasión que te permita hacer algo universal, que apunta a que un público adulto realmente entienda su vínculo con algo que esta allí desde siempre?

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—Espero haberlo logrado. Yo tiendo a creer que entre más personal sea tu ángulo de entrada, más local, más local terminadas siendo. Pinta a tu aldea, y pintaras el mundo. La presencia de Disney en la cultura popular tiene un cosa muy maravillosa y es que se ha vuelta tan parte de nuestra vida, que parece que nos pertenece. Hay una sensación de propiedad por parte del público, como si siempre hubiera existido. Eso es muy particular, no hay una distancia entre el material y el público, algo que siempre, que siempre estuvo (como las nubes). Eso es muy peculiar y particular de Disney. 

—¿Cuál era tu espectador ideal?

—Uno son los adultos. Este es un espectáculo pensado para el público adulto, para esos niños interiores. Los niños lo disfrutan mucho. Pero sí, a ese niño interior que se llenan de capaz de la vida. Si son fans o no fans, me importa menos. Si es un adulto que se ha olvidado de conectarse con las emociones de la infancia, aquí verá algo que le habla directamente. Ese es mi target, independiente de su relación con el contenido.

—¿Cómo se generó el repertorio, que va desde el primer corto de Mickey hasta “Moana” o “Frozen”?

—El repertorio esta pensado en modo universal, no para Argentina. Queríamos tener un balance entre lo más popular, sin dudas, y las cosas más contemporáneas. Entre las reales creaciones de Walt y otras cosas. Hay material de los cortos sin diálogos primeros. La chica central, la protagonista, esta inspirada en Alice, no Alicia en el país de las maravillas, sino en Alice’s Comedies, que fue lo primero que hizo Walt, antes de Oswalt, antes de Mickey. Es casi una cita textual en vestuario de Virgina Davis, que era la chica que hacía de Alice. Sí hay una presencia de esos contenidos desde el principio, pero hay también un balance con lo cercano, hay ecos del pasados, que poco importa si conoces o no, si amas más los clásicos, impresiona porque están entremezcladas. Moana con Mary Poppins. Ese entramado permite una puerta para cada cual. 

—Hay una celebración de los compositores, de los dibujantes, de todo lo que ha hecho a esa historia. Acá hay mucho en el sonido, en las bandas sonoras, en pequeños momentos de muchas canciones…

—Nuestra base fundamental sin ninguna duda es la base sonora, de composiciones, de más de 50 compositores que hay brindado su vida a Disney, que han contribuido a que esto exista, desde los años 20 hasta Wish. Todos músicos talentosísimos, muchos con los que tengo privilegio y placer de tener relaciones muy cercanas, como Alan Menkel, que es un gran y cercano amigo, Richard Sherman, de los hermanos Sherman, y que pude oír de él de sus historias con Walt. Está presente. Tim Rice ha estado en contacto conmigo en estas semanas. Para mi es sueño hablar con ellos, imagina poder rendirles este homenaje, a esta música fantástica. El maestro Raoul Saul que hizo esto. El espectáculo es un gran tributo a todos los artistas, de todos, de los ejércitos que pintaban celuloide. Esto es una celebración a los humanos que hicieron la magia. Esto no es lluvia. Estas gotas las tiene que hacer alguien, las tiene que pintar alguien. 

—¿Hay algo que sentís que entendiste de este universo de Disney desde este trabajo puntual?

—Creo que lo que entendí es lo que estamos intentando hacer. Quizás no tiene sentido. Pero entendí cuánto trabajo hay detrás de todo eso que damos por hecho. Cuantas horas, cuanta trasnoche, cuanto cansancio, cuantas lágrimas. Ya lo sabíamos, pero lo pude tocar. Se hizo tangible.