IDEAS
PERFIL 14 AÑOS

Ese misterio

Pese a todos los pesares, Argentina siempre se levanta.

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2001. Arrastró al Uruguay y es la última pesadilla que permanece en la memoria. | CEDOC PERFIL.

Argentina ha sido, para la mirada lejana, un cierto misterio. Un país con un enorme territorio, todos los climas, variedad de producciones, gente notable en todas las ramas del quehacer humano y, sin embargo, una constante inestabilidad política, con sus inevitables consecuencias económicas. Perplejidad que llega hasta el asombro cuando alguien llega desde el exterior y ve esa Buenos Aires bullente, culta,  dinámica, con palacetes de la belle époque y deslumbrantes modernidades como Puerto Madero o el Centro Cultural Kirchner.

Para nosotros, uruguayos, la cuestión es distinta. Es difícil, también desde afuera, distinguirnos. Como dijera Borges, tenemos el “sabor de lo que es igual y un poco distinto”.

Nacimos de la misma matriz histórica y cultural. Nuestras sociedades se entrelazan como pocas, con un ir y venir constante de uruguayos hacia allá y argentinos hacia aquí. Nuestros gobiernos, sin embargo, arrastran históricas distancias. Es muy extraño, pero se explica en cuanto nos asomamos a la historia.

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Ella nos cuenta que adherido Montevideo a la Revolución de Mayo, lo que fue luego la Provincia Oriental, vivió una constante puja con los gobiernos de la otra ribera de los ríos de la Plata y Uruguay. Esos desencuentros son los que explican nuestra independencia, la gestación primero de una individualidad nacional hasta la construcción de una República. A partir de allí, esa confraternidad de la gente se ha reflejado pocas veces en el ámbito oficial.

Podríamos decir que Uruguay tiene una institucionalidad más sólida pero, a la vez, una sociedad con menos brío y creatividad, más atenida a la iniciativa del Estado. Y es en ese punto que explicamos las desventuras argentinas, que vivimos como propias. “Las costumbres son las leyes vivas”, decía Alberti. ¿Cuánto ha pagado Argentina a esa situación de que hábito y legalidad no sean uno solo? Los cambios de signos monetarios, los gobiernos que no terminan, la justicia envuelta en la polémica política, los default que todavía pesan…

Seguimos día a día esas subidas y bajadas, porque son inocultables las repercusiones. La crisis argentina del 2001-2002 nos arrastró y esta es la última pesadilla que está en la memoria. Los uruguayos nos hemos hecho estrábicos, con un ojo en Buenos Aires y el otro en San Pablo.

Pese a todos los pesares, Argentina siempre se levanta. Desde 1930 hasta hoy, esa ha sido su historia. Su inestabilidad le ha impedido llegar al nivel acorde con sus recursos naturales y la calidad de su gente; ambos, sin embargo, siempre la terminan sacando a flote. Antes se decía que bastaba una cosecha buena. Hoy es más complejo, pero tiene todo para su resurgimiento: gas, petróleo, una agricultura moderna, capacidad científica, formidable infraestructura turística, desde Bariloche al Iguazú; en suma, un ambiente culto y acogedor para el viajero curioso…

Hoy vive un intenso período preelectoral. Intento y tenso. La institucionalidad, sin embargo, luce sólida. Nadie piensa en desvíos. Se trata de que, como decía Esteban Echevarría, se entienda que “la democracia no es el despotismo absoluto de las mayorías; es el régimen de la razón”. Y que esta razón le permita elevar la mirada más allá de lo cotidiano, para ver hacia lo lejos, pensar que estamos en un cambio histórico de la humanidad, en que hemos entrado en la era digital y no hay lugar para esos debates tan nuestros, en que nos peleamos a dentelladas por lo que nos va quedando de un mundo superado.

 

*Periodista, abogado, político, historiador, presidente de la República Oriental del Uruguay (1985-1990; 1995-2000).