INTERNACIONAL
Crisis de liderazgo global

Estados Unidos y China ante la pandemia: la necesidad de una interdependencia cooperativa

Solo la cooperación entre la Casa Blanca y Beijing resolverá la crisis sanitaria. Pero en plena disputa hegemónica entre las dos superpotencias, esa cooperación es difícil y compleja.

Donald Trump Xi Jinpin
Los presidentes de China y Estados Unidos, Xi Jinpin y Donald Trump. | AFP

La pandemia del Covid-19 puso de manifiesto otra crisis tanto o más peligrosa que el propio virus, puesto que su resolución se presenta como una condición necesaria para superar la pandemia y sobre todo para lograr una adecuada gestión del mundo post pandemia. Se trata de la crisis de liderazgo global. 

El historiador israelí Yuval Noah Harari planteó correctamente que solo la cooperación global resolverá la pandemia. Más aún, para muchos analistas el agravamiento de la crisis sanitaria no hace más que aumentar los incentivos para que esto ocurra y entienden que la actual crisis global puede relanzar la cooperación internacional en un sentido similar a lo ocurrido luego de la segunda guerra mundial.

No obstante, la realidad por ahora parece lejos de este anhelo. Ocurre que la pandemia azotó al mundo en un momento de plena disputa hegemónica entre Estados Unidos y China. Esto naturalmente atenta contra el entendimiento y la cooperación global, la cual hoy depende fuertemente del liderazgo de las dos superpotencias, en tanto que son los únicos actores capaces de impulsar y ejecutar políticas de alcance global.

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Durante la crisis financiera internacional de 2008, Estados Unidos desempeñó el necesario rol de líder pero en la actualidad eso parece más difícil por diversas razones. La desconfianza siempre latente entre EE.UU. y China en un contexto de competencia abierta entre ambos plantea importantes desafíos para la política internacional. Los dos grandes poderes ingresaron recientemente en una etapa de “interdependencia negativa” en donde una ruptura es muy costosa pero al mismo tiempo la cooperación para la gestión del orden mundial se torna difícil y compleja, haciendo de la conflictividad un rasgo estructural del vínculo bilateral y dejando al mundo huérfano del liderazgo que necesita.

Claro que la crisis actual es diferente y trasciende la disputa de poder entre las potencias en tanto que sus efectos pueden ser igualmente devastadores para ambos y para el resto del globo. El agravamiento de la situación puede llevar al mundo a un lugar desconocido. No parece ser momento para especular. Por tratarse de una pandemia y volviendo al planteo de Harari, solo la cooperación global podrá resolver la crisis, y solo el entendimiento entre EE.UU. y China podrá impulsar una cooperación global realmente efectiva. La provisión de bienes públicos globales nunca fue tan importante y necesaria como hoy.

Los países necesitan confiar entre ellos para intercambiar información y datos claves en la lucha contra la pandemia. Es preciso desplegar acciones tendientes a reforzar la infraestructura de salud global y la cooperación científico-tecnológica para la contención del virus. Solo así se podrá brindar certidumbre a los mercados y pensar en una rápida recuperación de la inexorable recesión global. Para esto se necesita del liderazgo de EE.UU. y China por igual.

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Asimismo, los efectos económicos de la pandemia solo podrán ser contrarrestados mediante el concurso de las dos potencias. Los desequilibrios macro requieren de fuertes liderazgos globales pero también de capacidades materiales de poder. El dólar determina el protagonismo de EE.UU, uno de los desafíos más urgentes que enfrenta el mundo es el de asegurar la liquidez suficiente para evitar una crisis de deuda corporativa generalizada. Solo la FED puede proveer semejante liquidez en escala suficiente aunque naturalmente necesitará coordinar acciones con otros para reforzar su efectividad. Por otro lado, la composición actual de las cadenas globales de valor y el tamaño de su mercado interno determinan el protagonismo de China. La recuperación de la economía global depende en buena medida de la recuperación de la economía china.

La crisis del Covid-19 llegó en el peor momento, con un orden internacional en transición. La actual pandemia coloca a las potencias –y al mundo entero– frente a lo que se conoce como la “trampa de Kindleberger”, pero de una manera potenciada. Charles Kindleberger, uno de los arquitectos intelectuales del Plan Marshall, sostuvo que la década desastrosa de 1930 se originó cuando EE.UU. sustituyó al Reino Unido como la mayor potencia global pero no pudo asumir el rol del Reino Unido como proveedor de bienes públicos globales (liderazgo). Hoy no alcanza con que una potencia cumpla ese rol, no es suficiente.

En los tiempos que corren, la cooperación sino-estadounidense es indispensable para la coordinación e implementación de importantes bienes públicos globales. La disputa hegemónica entre EE.UU. y China necesita un nuevo alto. Es preciso que Estados Unidos y China pasen –al menos transitoriamente– de la “interdependencia negativa” en la que se encuentran a una “interdependencia cooperativa”. Solo así se podrá superar la crisis actual de liderazgo que afecta al mundo.

*Esteban Actis, Doctor en Relaciones Internacionales / Profesor de Política Internacional Latinoamericana (UNR).

**Nicolás Creus, Director de Estrategia Global de Terragene SA / Profesor de Política Internacional Argentina (UNR)