Los mails que esta semana causaron un cimbronazo en la Casa Blanca son parte de un lote más amplio de documentos obtenidos del patrimonio de Jeffrey Epstein tras su muerte, en 2019. El origen de la divulgación pública de los mensajes específicos que involucran al actual presidente Donald Trump se remonta a la investigación llevada a cabo por el Comité de Supervisión de la Cámara de Representantes de Estados Unidos.
Los documentos, que totalizan miles de páginas (incluyendo correos electrónicos, deposiciones y otros archivos), fueron entregados al Comité de Supervisión por la administración del patrimonio de Jeffrey Epstein.
En noviembre de 2025, los demócratas del Comité de Supervisión divulgaron una pequeña selección de estos mails, enfocándose en tres mensajes que mencionan a Donald Trump. La publicación se enmarcó dentro de la investigación del comité sobre la red de Epstein.
Contexto político. Esta divulgación se produjo en medio de una fuerte presión pública y política para desclasificar la totalidad de los “archivos de Epstein”. Los republicanos del comité, por su parte, acusaron a los demócratas de filtrar selectivamente la información para “crear una narrativa falsa para difamar al presidente Trump”.
La Casa Blanca ha negado cualquier conocimiento de la actividad criminal de Epstein por parte del presidente.
La información contenida en estos mails se conoce a través de filtraciones selectivas por parte de la facción demócrata del Comité de Supervisión y no de una publicación completa del archivo.
Los mails divulgados son comunicaciones internas de Jeffrey Epstein con un periodista y con su socia, Ghislaine Maxwell, y sugieren un conocimiento por parte de Trump sobre las actividades ilícitas de Epstein, aunque la claridad y el contexto de dicho conocimiento son objeto de disputa.
Número 1. Epstein, quien se suicidó en la cárcel en 2019 a los 66 años, tenía una opinión muy negativa de Trump en los años previos a su muerte.
“He conocido a gente muy mala, pero ninguna tan mala como Trump. No tiene ni una sola célula decente”, escribió el pedófilo en un correo electrónico de 2017, según un mail filtrado por el diario británico The Guardian.
En otros mensajes, Epstein describió a Trump como un “maníaco” que mostraba signos de “demencia precoz”.
Número 2. En este mensaje, enviado por Jeffrey Epstein a un periodista en 2019, se incluye una frase clave que ha generado controversia: Epstein escribió que Trump “sabía de las chicas”.
El correo no especifica qué sabía exactamente el mandatario, ni si ese conocimiento se refería directamente a la prostitución de menores o a las interacciones inapropiadas en general de Epstein.
La interpretación de la frase es ambigua y permite tanto la lectura de conocimiento pleno de los crímenes como la de conocimiento de la conducta generalmente inapropiada de Epstein.
Número 2. Este mensaje, enviado a su socia y cómplice Ghislaine Maxwell, contiene una referencia críptica que vincula a Trump con una víctima de Epstein.
Allí se refirió a Trump como “el perro que no ha ladrado” (una expresión que sugiere un actor que se esperaba que interviniera o que fuera un problema, pero que se ha mantenido en silencio).
El correo alegaba que una víctima –cuyo nombre fue inicialmente censurado, pero luego identificado por republicanos del comité como Virginia Giuffre– “pasó horas en mi casa con él (Trump), nunca ha sido mencionado”.
Cabe destacar que Giuffre ha declarado bajo juramento en el pasado que no cree que Trump estuviera al tanto de la conducta criminal de Epstein y que su único encuentro con Trump fue breve y amistoso en Mar-a-Lago, sin acusarlo de mala conducta sexual.
Número 3. Otro mensaje sugiere que Trump solicitó a Epstein que renunciara a su club Mar-a-Lago en Florida. Esto se alinea con las declaraciones públicas de Trump, quien ha afirmado que prohibió a Epstein la entrada a Mar-a-Lago después de una disputa por el comportamiento de Epstein, supuestamente por “robar” o “llevarse” empleadas del club.
Los documentos no representan una acusación penal formal ni una prueba contundente, pero sí generan más preguntas sobre el grado de conocimiento que el presidente tenía sobre las turbias actividades de su exanfitrión.