Los países vecinos de mayor impacto en la psicología helvética, Francia, Italia y Alemania, acrecientan las restricciones, pero la Confederación Suiza, que no forma parte de los 27 estados de la Unión Europea, contemporiza y parece mantenerse al margen de la inquietud que reina a nivel internacional: India, Estados Unidos, China, Australia, Reino Unido, Israel y Africa del Sur.
El presidente suizo rota anualmente, entre los siete miembros del Consejo Federal suizo, el órgano colegiado de gobierno, elegido por el voto secreto del parlamento. El nuevo que acaba de asumir para 2022, Ignazio Cassis, es un médico. Ha lanzado una frase abierta a interpretaciones, diciendo que el aumento de la contaminación, no es en sí algo malo, “porque podría llevar al fin de la pandemia”, quizá suponiendo que el país venidero será el de la vuelta a la normalidad, hacia una inmunidad colectiva.
Con todo, la infección por la nueva variante del coronavirus, multiplica los nuevos casos, unos 30 mil diarios, principalmente entre personas de 20 y 39 años. Según predicciones oficiales la ola podría contaminar hasta la mitad de la población de 8.5 millones de habitantes, antes de terminar este enero. Sin embargo, el vaticinio no parece alarmar al Consejo Federal, que se abstiene de anunciar nuevas restricciones, como las mascarillas obligatorias en la vía pública y en la totalidad de la educación, y la clausura de actividades deportivas y culturales con presencia de público.
Pese al sombrío presagio de Tedros Adhanom Ghebreyesus, el jefe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que “los sistemas de salud están al borde del colapso”, se constata en Suiza que el nivel de ocupación actual de camas en las salas de cuidados intensivos -la clave para justificar medidas coercitivas a la libre circulación de la gente- dispone aún de cierto margen de maniobra. Podría significar que el Ómicron es más contagioso, acaso menos peligroso. Las hospitalizaciones y fallecimientos de ayer, 147 y 20, respectivamente, descienden en relación con los del día precedente, pero la incidencia del virus continúa siendo considerada la más alta del continente.
En el contexto de un aumento de casos del 61% en relación con la semana anterior, las cifras indican que el limite de los 400 pacientes en cuidados intensivos no parece estar cuestionado, porque ahora hay 316. Del 74% de las camas ocupadas, el 36% corresponde a enfermos Covid-19, mientras que la vacunación progresa: el 90% de los mayores de 65 años ya han recibido dos dosis de las dos vacunas que se aplican en Suiza: Moderna y Pfizer-BioN/Tech, y un 65% la tercera dosis. No obstante, faltan vacunar un millón de suizos o residentes, toda vez que se han suministrado 14 millones de dosis desde diciembre de 2020.
Entre tanto, las reglas para gestionar las cuarentenas de aislamiento de personas con síntomas leves, y/o sus allegados, se aligeran. Para ser exceptuado, se necesitan al menos dos dosis de las vacunas, la última inyectada antes que hace cuatro meses. Solo personas que viven bajo el mismo techo del enfermo, deben acompañarlo en el encierro, de 7 a 10 días, respetando entre todos ellos las reglas de distancia, lavado de manos y ventilación de las habitaciones tres veces por día.
Suiza ha iniciado la vacunación de menores de 5 a 11 años, sometida a autorización de los padres. Perdura la regla de observar el teletrabajo en las empresas y en la administración pública, al tiempo que el imperativo de llevar mascaras, destinado exclusivamente a los alumnos de los dos últimos años del secundario. Para entrar en Suiza, se exige un certificado de vacunación no más antiguo que 4 meses, y 1 test PCR de las últimas 72 horas.
RB cp