Agencias
Hay analistas que garantizan una victoria fácil de Hillary Clinton. Otros advierten que Trump viene en ascenso firme y que su discurso de aceptación tuvo un millón más de espectadores que el de su rival. Hay, finalmente, quienes no anticipan un resultado. En lo que todos están de acuerdo es que esta campaña puede ser una de las más sucias de la historia norteamericana.
“Recuerden esto”, dijo el millonario en un acto el viernes: “Trump ya no va a ser el Señor Buen Chico”. Y por primera vez animó los coros de sus seguidores de “enciérrenla” en contra de Clinton.
Si uno recuerda que durante la campaña el republicano llamó a Hillary “una gran alcahueta”, “corrupta” o “mentirosa de primera categoría”, y la acusó de “hacerse rica haciendo pobres a los norteamericanos” y de haber “desestabilizado a Medio Oriente”, asusta imaginar hasta dónde llegará en los tres meses de campaña hasta el 8 de noviembre.
Detestados. “Estas elecciones pueden ser las más negativas en tiempos modernos porque los candidatos son detestados por muchos estadounidenses”, declaró el analista Geoffrey Skelley, del Centro de Políticas de la Universidad de Virginia.
“Clinton y Trump tienen los peores índices de popularidad conseguidos jamás por un candidato. Con sus muchos defectos, no será difícil hacer anuncios de ataque para televisión”, agregó.
Alrededor del 60% de los estadounidenses ve con malos ojos al magnate y a la ex secretaria de Estado, según las encuestas.
Todos los sondeos muestran que muchos norteamericanos votarán más en contra que a favor.
Clinton deberá superar su imagen de mujer fría, elitista y con fuertes vínculos con Wall Street, que la aleja de muchos electores y que fue su punto débil frente a Bernie Sanders en las primarias.
Trump, pese a advertir que dejará de ser el “good guy”, deberá buscar caminos para reconciliarse con las diversas minorías y grupos que atacó durante los últimos meses.
Una recopilación de la CNN reveló que el republicano ha insultado al menos a 11 grupos, entre ellos latinos, católicos, discapacitados, musulmanes o periodistas.
También buscará atraer a los “inconformes”, los votantes de Sanders en las primarias demócratas, que aún no asimilan su derrota, como se demostró cn la convención demócrata de Filadelfia.
“Triste al ver cómo Bernie Sanders abandona su revolución”, tuiteó Trump luego de que Sanders anunciara su apoyo a Clinton.
“Damos la bienvenida a todos los votantes que quieran reparar este sistema injusto y recuperar trabajos”, agregó.
Los seguidores de Trump y Sanders pueden estar en las antípodas ideológicas, pero los une su rechazo al establishment.