INTERNACIONAL
L´Osservatore Romano

El papa Francisco pidió “no olvidar a Ucrania en Navidad”: “Hay tanto sufrimiento”

El sumo pontífice pidió un "click" para donar camisetas térmicas a los ucranianos de cara a un difícil invierno.

Papa Francisco 20221123
Papa Francisco | Agencia Afp

Este nuevo ejemplar del L´Osservatore Romano en lengua española resalta en su portada un llamado del papa Francisco para que en esta Navidad sea vivida con los ucranianos en el corazón. “Hay tanto sufrimiento en Ucrania, ¡tanto! Y me gustaría llamar un poco la atención sobre la próxima Navidad”. Con el pueblo ucraniano devastado por la guerra en el corazón, el papa Francisco lanzó en la audiencia general del miércoles una invitación a bajar “un poco el nivel de gasto”, instando a “una Navidad más humilde, con regalos más humildes”, para enviar lo ahorrado a esas personas “que están necesitadas, que sufren tanto”.

El papa explica: “Pasan hambre, sienten el frío y muchos mueren porque no hay médicos ni enfermeras al alcance”. Por ello, el Obispo de Roma pide no olvidar a Ucrania en Navidad, invocando un ‘gesto concreto’ de solidaridad. Un clic para donar camisetas térmicas para los ucranianos. En la audiencia general del miércoles, el papa Francisco recomendó “una Navidad con menos gastos”, “más humilde”, instando a enviar lo que se ahorre para aliviar el sufrimiento de tantos que pasan frío, hambre, falta de cuidados. “Una Navidad con los ucranianos en el corazón”.

Hace unos días, la Limosnería Apostólica había lanzado una colecta para enviar o llevar al Vaticano la ropa solicitada.  En cuanto el material es recogido y cargado en camiones, junto con los generadores eléctricos adquiridos, el propio cardenal Konrad Krajewski, lo llevará todo a Ucrania. Pero la entrega no significa que se interrumpa la recogida, porque el invierno es largo y duro, y hay que estar preparado para cualquier nueva necesidad. 

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En la primera página del periódico oficial vaticano también se destaca el discurso del papa Francisco para la “56º Jornada Mundial de la Paz”. En la misma, que se transcribe en forma completa y oficial en la página 4 de esta edición, Francisco expresó: “Transcurridos tres años, (de la pandemia del Covid-19), ha llegado el momento de tomarnos un tiempo para cuestionarnos, aprender, crecer y dejarnos transformar —de forma personal y comunitaria—; un tiempo privilegiado para prepararnos al “día del Señor”. Ya he dicho varias veces que de los momentos de crisis nunca se sale igual: de ellos salimos mejores o peores. Hoy estamos llamados a preguntarnos: ¿Qué hemos aprendido de esta situación pandémica? ¿Qué nuevos caminos debemos emprender para liberarnos de las cadenas de nuestros viejos hábitos, para estar mejor preparados, para atrevernos con lo nuevo? ¿Qué señales de vida y esperanza podemos aprovechar para seguir adelante e intentar hacer de nuestro mundo un lugar mejor?”.

“Ciertamente, después de haber palpado la fragilidad que caracteriza la realidad humana y nuestra existencia personal, podemos decir que la mayor lección que nos deja en herencia el Covid-19 es la conciencia de que todos nos necesitamos; de que nuestro mayor tesoro, aunque también el más frágil, es la fraternidad humana, fundada en nuestra filiación divina común, y de que nadie puede salvarse solo. Por tanto, es urgente que busquemos y promovamos juntos los valores universales que trazan el camino de esta fraternidad humana. También hemos aprendido que la fe depositada en el progreso, la tecnología y los efectos de la globalización no sólo ha sido excesiva, sino que se ha convertido en una intoxicación individualista e idolátrica, comprometiendo la deseada garantía de justicia, armonía y paz. En nuestro acelerado mundo, muy a menudo los problemas generalizados de desequilibrio, injusticia, pobreza y marginación alimentan el malestar y los conflictos, y generan violencia e incluso guerras”, dijo.

El Papa agregó: “Si, por un lado, la pandemia sacó todo esto a relucir, por otro, hemos logrado hacer descubrimientos positivos: un beneficioso retorno a la humildad; una reducción de ciertas pretensiones consumistas; un renovado sentido de la solidaridad que nos anima a salir de nuestro egoísmo para abrirnos al sufrimiento de los demás y a sus necesidades; así como un compromiso, en algunos casos verdaderamente heroico, de tantas personas que se han entregado para que todos pudieran superar mejor el drama de la emergencia. De esta experiencia ha surgido una conciencia más fuerte que invita a todos, pueblos y naciones, a volver a poner la palabra “juntos” en el centro. En efecto, es juntos, en la fraternidad y la solidaridad, que podemos construir la paz, garantizar la justicia y superar los acontecimientos más dolorosos. De hecho, las respuestas más eficaces a la pandemia han sido aquellas en las que grupos sociales, instituciones públicas y privadas y organizaciones internacionales se han unido para hacer frente al desafío, dejando de lado intereses particulares. Sólo la paz que nace del amor fraterno y desinteresado puede ayudarnos a superar las crisis personales, sociales y mundiales”.

“Al mismo tiempo, en el momento en que nos atrevimos a esperar que lo peor de la noche de la pandemia del Covid-19 había sido superado, un nuevo y terrible desastre se abatió sobre la humanidad. Fuimos testigos del inicio de otro azote: una nueva guerra, en parte comparable a la del Covid-19, pero impulsada por decisiones humanas reprobables. La guerra en Ucrania se cobra víctimas inocentes y propaga la inseguridad, no sólo entre los directamente afectados, sino de forma generalizada e indiscriminada hacia todo el mundo; también afecta a quienes, incluso a miles de kilómetros de distancia, sufren sus efectos colaterales —basta pensar en la escasez de trigo y los precios del combustible—. Ciertamente, esta no es la era post Covid que esperábamos o preveíamos. De hecho, esta guerra, junto con los demás conflictos en todo el planeta, representa una derrota para la humanidad en su conjunto y no sólo para las partes directamente implicadas. Aunque se ha encontrado una vacuna contra el Covid-19, aún no se han encontrado soluciones adecuadas para la guerra. Ciertamente, el virus de la guerra es más difícil de vencer que los que afectan al organismo, porque no procede del exterior, sino del interior del corazón humano, corrompido por el pecado (cf. Evangelio de Marcos 7,17-23)… Así pues, estamos llamados a afrontar los retos de nuestro mundo con responsabilidad y compasión. Debemos retomar la cuestión de garantizar la sanidad pública para todos; promover acciones de paz para poner fin a los conflictos y guerras que siguen generando víctimas y pobreza; cuidar de forma conjunta nuestra casa común y aplicar medidas claras y eficaces para hacer frente al cambio climático; luchar contra el virus de la desigualdad y garantizar la alimentación y un trabajo digno para todos, apoyando a quienes ni siquiera tienen un salario mínimo y atraviesan grandes dificultades. El escándalo de los pueblos hambrientos nos duele. Hemos de desarrollar, con políticas adecuadas, la acogida y la integración, especialmente de los migrantes y de los que viven como descartados en nuestras sociedades. Sólo invirtiendo en estas situaciones, con un deseo altruista inspirado por el amor infinito y misericordioso de Dios, podremos construir un mundo nuevo y ayudar a edificar el Reino de Dios, que es un Reino de amor, de justicia y de paz”, expresó.

Papa Francisco: "No nos dejemos engañar por el populismo ni sigamos a falsos mesías"

El papa Francisco ha agradecido a la Universidad Nacional de Rosario (Argentina) el reconocimiento como doctora Honoris Causa a Emilce Cuda, secretaria de la Pontificia Comisión para América Latina (PCAL), y miembro de la Pontificia Academia para la Vida y de la Pontificia Academia de Ciencias Sociales. En una carta enviada al rector de esta Universidad, Franco Bartolacci, el Pontífice consideró que se trata de “una distinción merecida por los méritos académicos, intelectuales y personales de Emilce (Cuda), incansable luchadora por la justicia social, la paz, el trabajo digno y la belleza de la creación, especialmente en América Latina”. Tras señalar que se trata de “una oportunidad para celebrar el conocimiento como camino genuino de desarrollo y crecimiento”, le agradeció a Bartolacci por “ayudar a que la Universidad sea faro frente a la oscuridad de la violencia y fracturas sociales”. “Esta distinción a Emilce es un testimonio genuino de acción ante los desafíos del futuro y la necesidad de trabajar ante ellos con esperanza”, subrayó Francisco. El Pontífice reiteró al rector su agradecimiento y cercanía, y concluyó expresando: “Rezo por ustedes, por favor no se olviden de hacerlo por mí”.