INTERNACIONAL
Poder y amiguismos

El ejército brasileño en el centro de la escena política

Diferentes situaciones de las Fuerzas Armadas han causado indignación en la sociedad brasileña: gastos realizados en carnes de alta calidad y cervezas, una operación militar para interferir en las presidenciales de 2018 y la crisis sanitaria en Manaos.

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El presidente Jair Bolsonaro y los militares | AFP

Cuando se está en el gobierno es inevitable la “contaminación” con las disputas por espacios de poder. Es lo que hoy ocurre con las Fuerzas Armadas brasileñas, cuyos generales retirados ocupan los principales ministerios de Jair Bolsonaro. Esta semana, el Ejército se vio colocado en el centro de un ciclón: salieron a la luz gastos realizados por el arma en carnes de alta calidad y cervezas. Los grandes medios brasileños sostienen que los precios de esos insumos fueron “sobrefacturados”.

Fueron 700 mil kilos de bife a más de 15 dólares el kilogramo y 80 mil latas a 1,8 dólares cada una. Diputados del Partido Socialista Brasileño (de centroizquierda) dijeron que los gastos en bebidas alcohólicas y carne eran “excesivos” y presentaron una demanda ante la Procuración General para que investigue el caso. “Hay fuertes indicios de precios muy superiores de los del mercado” dijeron.

Esta semana, el Ejército se vio colocado en el centro de un ciclón: salieron a la luz gastos realizados por el arma en carnes de alta calidad y cervezas. Los grandes medios brasileños sostienen que los precios de esos insumos fueron “sobrefacturados”.

Otros dos episodios, que involucra al Ejército, generaron conmoción. Esta semana se ventiló públicamente una operación militar para interferir en las presidenciales de 2018. Poco antes de las elecciones de octubre de ese año, que consagraron a Bolsonaro, la cúpula del Ejército decidió acorralar a la Corte Suprema, y presionarla para que bloqueara un recurso de habeas Corpus a favor de la libertad del ex presidente Lula da Silva. El dirigente del Partido de los Trabajadores estaba por entonces detenido en Curitiba, donde permaneció hasta el 8 de noviembre de 2019.

El ariete del escándalo de esta semana fue el descubrimiento de esa coacción. Y fue revelada nada menos que a través de un libro del general Eduardo Villas Boas, por entonces comandante del Ejército. El propio Villas Boas confiesa que los militares estaban muy preocupados con la liberación del dirigente petista. Y por eso decidieron enviar un mensaje vía Twitter al Supremo Tribunal Federal (la Corte). En él se afirmaba: “El Ejército comparte el deseo de todos los ciudadanos de bien de repudio a la impunidad”. Y agregaba en un tono inquietante que el arma “se mantiene atenta a sus misiones institucionales”. Desde luego, como afirma el general, ese texto fue revisado y corregido por la cúpula del Ejército. En la época de su publicación, el Twitter generó reacciones. El entonces ministro de la Corte Suprema, Celso de Mello, declaró que el mensaje “claramente infringe el principio de separación de poderes” y alertó contra “prácticas extrañas y lesivas a la ortodoxia constitucional”. El episodio pone en evidencia el juego de los militares, decididos a imponer a su candidato Bolsonaro. En los comandos de las armas se especulaba entonces que, si Lula salía de su encarcelamiento, iría de campaña junto al presidenciable del PT, Fernando Haddad. Y dedujeron que, en esas circunstancias, el ex capitán Bolsonaro podría ser derrotado.

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Otro general, el ministro de Salud Eduardo Pazuello (activo) causó el tercer trastorno de estos últimos días. Ayer tuvo que dar explicaciones en el Senado sobre la crisis de Covid-19 en Manos, cuando cientos de pacientes en estado crítico quedaron sin oxígeno en las unidades de terapia intensiva; como consecuencia, los entierros superaron los tres centenares en apenas un par de días. En el Congreso, el ministro admitió que los contagios en Amazonas habían traspasado a todos los demás estados provinciales brasileños. Y reconoció que no estaba preparado para hacer frente al colapso. “No hay estructura que aguante” se descargó.

Argumentó luego que era previsible “el aumento de casos porque la región sufre fuertes lluvias en esta época e incrementa el número de personas con dolencias pulmonares”. Pero luego confesó que si bien en su ministerio “se esperaba que hubiese una suba de las contaminaciones, y nos estábamos preparando”, los funcionarios “no estaban listos para enfrentar un problema de esa magnitud”. Pazuello tuvo que dar explicaciones en la Policía Federal que lo convocó para una declaración en un proceso de investigación ya iniciado sobre el caso. La Corte Suprema también le inició una causa a partir de una “omisión en la conducción de la pandemia” por parte del funcionario.

*Autor de Brasil 7 días. Desde San Pablo, Brasil.