El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, continúa bajo fuego amigo a raíz de las repercusiones en torno a Jeffrey Epstein. El cierre oficial de la causa, auspiciado por distintas áreas del gobierno republicano, generó la furia de sectores del movimiento MAGA, en función de su promesa de campaña de transparentar los archivos de un caso que salpicó al establishment político, mediático y empresarial estadounidense.
Este miércoles 17 de julio, la tensión en el gobierno republicano escaló luego de que Trump afirmara públicamente que los archivos vinculados al poderoso financista pedófilo Jeffrey Epstein fueron "un invento" del partido Demócrata. Durante una aparición en la Oficina Oval junto al príncipe heredero de Baréin, Trump volvió a revivir sus teorías sobre el caso que sacudió a la opinión pública estadounidense en 2019, durante su primer mandato presidencial.

"Esto de Epstein es un bulo. Lo iniciaron los demócratas: Obama, Comey, Clinton. Quisieron armar otro Steele dossier para atacarnos", declaró, en referencia al informe de inteligencia que lo vinculó con Rusia durante la campaña de 2016. Además, insistió en que la supuesta lista de clientes de Epstein "no existe", tal como determinó el departamento de Justicia el pasado 14 de julio; y acusó a miembros de su propio partido de "hacerle el juego a la izquierda" al creer en ella. "Hay algunos republicanos tontos que siguen repitiendo esas mentiras", sostuvo.
La reacción de Elon Musk: "Esto es patético"
La reacción de las bases del trumpismo no tardó en llegar y fue demoledora: el magnate Elon Musk —exsocio político y ahora férreo opositor— lo desmintió categóricamente en redes sociales y lo acusó de encubrimiento. "Si el presidente cree que todo es un invento, que publique los archivos y nos muestre qué parte es falsa", apuntó Musk en sus redes sociales, luego de compartir 13 publicaciones críticas sobre el tema en menos de una hora.

La pelea marcó una escalada inédita en la interna republicana. Musk, que abandonó el gabinete a comienzos de mayo tras un cortocircuito con el círculo más cercano de Trump, utilizó su cuenta en X (ex Twitter) para criticar a su exaliado político. "Wow, es increíble que Epstein se ‘suicidó’ y Ghislaine esté en una prisión federal por una farsa", escribió con ironía.
Así, el dueño de SpaceX y Tesla alzó la bandera de ciertos sectores conservadores del MAGA, que cuestionan directamente la narrativa oficial que intenta instalar la Casa Blanca de que Epstein se suicidó y que no existía una "lista de clientes poderosos".
La relación entre Trump y Musk ya venía desgastada. El empresario había aceptado en enero ocupar un cargo ministerial inédito —titular de la Dirección de Eficiencia Gubernamental (DOGE, en inglés)— con la promesa de liderar reformas en infraestructura digital, inteligencia artificial y libertad de expresión en línea. Sin embargo, abandonó el gabinete menos de cinco meses después, alegando falta de transparencia y desacuerdos con "la dirección moral del gobierno".
Esta vez, la tensión estalló públicamente. Musk se sumó a las críticas de figuras conservadoras que también cuestionaron el manejo del caso Epstein por parte del gobierno. "Trump promocionó la publicación de los archivos. Trump falló en la publicación. Pero ahora culpa a los demócratas. Esto es patético", escribió el influencer conservador Kaizen Asiedu, a lo que Musk respondió: "Correcto. Esta vez no funcionará".

La base MAGA también reaccionó
La reacción negativa no se limitó a Musk. La activista anti-LGBTQ+, Riley Gaines, se mostró visiblemente molesta con el presidente. "Nos llamó estúpidos por pedir respuestas sobre Epstein. ¿Esto es liderar?", escribió. El comediante Shane Gillis, favorito del entorno trumpista, comentó que no pudo incluir chistes sobre Epstein en los premios ESPY porque "probablemente nunca existió", en tono mordaz.
Pam Bondi, la fiscal general designada por Trump, también fue señalada. En febrero había asegurado que tenía una lista de clientes de Epstein "sobre su escritorio". Ahora, sin embargo, negó que existiera tal documento y dictó el cierre del caso, concluyendo además que Epstein se suicidó en 2019. La periodista Megyn Kelly la acusó de "contradecirse constantemente" y exigió que se haga pública toda la información disponible.
La pelea entre Musk y Trump expuso con crudeza la división que atraviesa al movimiento conservador. La base MAGA se encuentra cada vez más fragmentada entre los leales incondicionales al presidente y quienes, como Musk, exigen más transparencia y responsabilidad. "Epstein fue real. Maxwell está presa. Y la lista de clientes existe. Lo que no existe es voluntad política para enfrentar la verdad", concluyó Musk en su último mensaje.
Ghislaine Maxwell, lista para hablar
En paralelo, una fuente cercana a Ghislaine Maxwell reveló que la exasociada de Epstein —única condenada hasta ahora por el caso— está dispuesta a testificar ante el Congreso. "Nadie del gobierno le pidió nunca que contara lo que sabe. Pero estaría encantada de hacerlo", indicó la fuente según el medio británico Daily Mail.

Maxwell cumple una pena de 20 años en una prisión de Florida. Fue hallada culpable en 2022 de conspirar con Epstein en una red de tráfico sexual de menores que, según múltiples investigaciones, involucró a empresarios, políticos y figuras del entretenimiento.
Voces dentro y fuera del Partido Republicano comenzaron a hablar abiertamente de encubrimiento. El exasesor de inteligencia Dan Bongino y el exagente del FBI Kash Patel aseguraron que Epstein no se suicidó y que manejaba una “lista de clientes” con fines de chantaje. Musk retomó esos dichos y acusó a Trump de “bendecir el silencio”. "La administración está más preocupada por proteger a sus amigos que por hacer justicia”, sentenció. “Esto no es liderazgo. Es complicidad”.
En un intento por frenar el incendio político, Trump anunció que autorizaba a su fiscal general a publicar “cualquier documento creíble” del caso Epstein. “Puede publicarlo, si es creíble. Pero no podemos perder tiempo con conspiraciones”, dijo. Luego, en una entrevista con Just The News, el presidente prometió estudiar la designación de un fiscal especial para investigar los archivos de Epstein. Aunque repitió que todo era “otro bulo demócrata”, pareció reconocer la presión que enfrenta incluso dentro de su propia base. "No dije que haya una red de tráfico de menores que estoy ocultando… pero tampoco se trata de algo real. Es otra exageración que usan para distraer", afirmó.