La noticia de la abdicación de la reina Beatriz I de los Países Bajos, conocida el lunes pasado, no debe tomarnos por sorpresa si consideramos la tradición de la familia real holandesa al respecto.
Baste recordar que su abuela, la célebre reina Guillermina I, ejerció como soberana entre 1890 y 1948, año en el que, luego de sufrir el exilio motivado por la Segunda Guerra Mundial, cedió el trono a su hija quien asumió con el nombre dinástico de Juliana I. Pasados 32 años de su reinado, doña Juliana adoptó similar decisión, cediendo el trono a su hija, la actual monarca.
A partir de la medida tomada por esta última, el hoy príncipe Guillermo Alejandro de Orange Nassau, casado con la argentina Máxima Zorreguieta, se convertirá en rey de los Países Bajos el 30 de abril del corriente año, modificándose la composición de la familia real, lo cual ocurrirá automáticamente al pasar a ser la princesa Catalina Amalia –hija mayor del matrimonio– primera en la línea de sucesión.
(*) Historiador, especialista en Derecho Nobiliario