La partida del rey Juan Carlos I al extranjero no modificará la situación de su esposa, la reina emérita Sofía, quien podrá seguir residiendo en el Palacio de la Zarzuela y protagonizando actos de carácter institucional. De 80 años de edad, el la imagen de la madre del actual jefe del Estado sigue impoluta y su prestigio no parece haber sufrido ningún deterioro a causa de los negocios presuntamente irregulares de su cónyuge, con quien se casó hace 58 años.
De cara a la opinión pública española, la madre de Felipe VI es ajena a toda la controversia suscitada por el anterior rey, así como a las escandalosas informaciones sobre su vida privada. La prensa española reconoce que don Juan Carlos (a quien se adjudican muchas relaciones extramatrimoniales) y doña Sofía llevan separados de facto desde hace muchos años, si bien ambos tienen fija su residencia en el Palacio de la Zarzuela tras la abdicación de él en junio de 2014 en favor de Felipe VI.
El ex rey Juan Carlos: la cacería en África que marcó el principio del fin
Sofía, una princesa greco-danesa, proviene de una dinastía muy acostumbrada a los sobresaltos políticos y dinásticos: nació en 1938, hija del rey Pablo de Grecia y de Federica, nieta del último káiser de Alemania. Heredera del carisma de su padre y la ambición de su madre, a los dos años experimentó el exilio por la invasión nazi de Atenas, viviendo sin comodidades en Egipto y Sudáfrica.
Al casarse con el príncipe borbónico, en 1962, durante el franquismo, se convirtió en princesa de una tierra que tardó en adoptarla. Pasarían 17 años hasta que el "heredero de Franco" se convirtió en el rey de una monarquía restaurada por el testamento de un dictador, aunque refrendada posteriormente por la Constitución de 1978. De esta forma, Juan Carlos se convirtió en rey de un pueblo que siempre se confesó orgullosamente "juancarlista" pero nunca pudo ser completamente monárquico.
El rey Juan Carlos y su talón de Aquiles: las mujeres
Muchos en España se preguntaban por la situación en que quedaría la reina Sofía tras un hipotético cambio de residencia de Juan Carlos, pero nadie se plantea que ella deba hacer cambios en su vida. Porque si esta no experimentó cambios en 2014 tras hacerse pública la abdicación de su esposo ni en 2019 tras anunciarse su retirada de la escena pública, tampoco se vislumbran variaciones ahora. Ni en su agenda de actos oficiales, ni en su lugar de residencia.
La reina cuenta con el apoyo explícito de su hijo, quien reconoció públicamente varias veces ver en ella una referencia: en 2018 destacó "el apoyo permanente y comprometido" de su madre, y un año antes había expresado su "reconocimiento y admiración" por "el gran ejemplo" brindado y por la "humanidad y compromiso" en su labor por los más desfavorecidos, dada la vocación solidaria en diversos proyectos en materia de salud, medio ambiente o educación de la Fundación que lleva su nombre y preside.
La vida de Sofía, lejos de Juan Carlos y de su entorno (que nunca la aceptó), es tranquila, en compañía de su hermana la princesa Irene de Grecia, y con el paso de los años, aprendió a tomar prudencial distancia de su nuera, la reina Letizia. La pandemia de Covid-19 limitó notablemente sus apariciones públicas, y ahora se encuentra en la Isla de Mallorca, donde suele pasar los veranos, adonde llegó hace escasas fechas acompañada de su hija mayor, la infanta Elena, y su hermana.
Los reyes Felipe y Letizia, con las dos nietas de Sofía, llegarán estos días para acompañarla en las vacaciones mallorquinas como hacen cada año. La prensa europea asegura que el rey que la abandonó se refugia mientras tanto en la localidad portuguesa de Cascais, que durante décadas, después de la II Guerra Mundial, cobijó y vio morir a varios reyes caídos en desgracia, sin trono ni corona.
DS