A un mes de las elecciones generales en Bolivia, la campaña presidencial avanza en un clima marcado por la presión social, la amenaza de violencia y un oficialismo dividido. Las manifestaciones organizadas por sectores afines a Evo Morales se trasladaron desde las rutas a las declaraciones, con advertencias explícitas de que no permitirán los comicios si el expresidente no es habilitado como candidato.
Aunque la protesta se desactivó tras dos semanas de bloqueos en junio, en las que murieron seis personas, los mensajes de ruptura siguen activos. Ruth Nina, dirigente política cercana al exmandatario, sostuvo en una entrevista que “el Tribunal Supremo Electoral va a contar muertos, no votos”. Por esa frase se abrió una causa penal.
El Tribunal Supremo Electoral (TSE) rechazó las amenazas y denunció ataques por parte de actores políticos y sociales que buscan condicionar sus decisiones. En un comunicado reciente, el organismo advirtió que no cederá ante presiones ni intereses sectoriales, y ratificó que garantizará la transparencia y legalidad del proceso del 17 de agosto.
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María Teresa Zegada, socióloga y analista política, consideró que los sectores alineados con Morales representan el “factor más disonante” del panorama actual. Advirtió que existen dudas sobre si permitirán la votación en zonas como el Trópico de Cochabamba, bastión sindical e histórico del expresidente.

Una campaña signada por la desmovilización
A pesar del malestar acumulado, el resto del país atraviesa una suerte de pausa social. Zegada sostuvo que hay una expectativa sostenida en relación con lo que puedan definir las urnas. "La movilización y la conflictividad de meses anteriores no se reflejan hoy con la misma intensidad", señaló.
La crisis económica se mantiene como un telón de fondo constante, pero no ha logrado canalizarse en un polo político dominante. La desconfianza hacia las principales fuerzas continúa siendo alta, lo que favorece la dispersión del voto.
Candidatos confirmados y padrón electoral
El Tribunal Electoral informó que están habilitados para votar 7.937.138 ciudadanos, de los cuales 369.931 residen fuera del país. En un principio, diez agrupaciones políticas fueron autorizadas a competir, aunque una de ellas —Nueva Generación Patriótica— se retiró al no lograr inscribir a su candidato, Jaime Dunn.
Además del TSE, al menos seis misiones internacionales acompañarán la elección, entre ellas las de la Unión Europea, la OEA, Uniore y otras plataformas regionales. También se sumarán redes ciudadanas locales como “Cuidemos el voto 2025”.
Doria Medina y Quiroga lideran las encuestas
Los sondeos conocidos hasta ahora muestran un escenario abierto. El empresario Samuel Doria Medina y el expresidente Jorge “Tuto” Quiroga, ambos cercanos a la derecha, aparecen al frente, con diferencias mínimas en la intención de voto. Más abajo figuran el presidente del Senado, Andrónico Rodríguez, quien se presenta por fuera del Movimiento al Socialismo (MAS), y el actual alcalde de Cochabamba, Manfred Reyes Villa.
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Zegada remarcó que aún persiste un alto porcentaje de indecisos, votos en blanco y nulos, lo que configura un “voto oculto” con capacidad de alterar cualquier proyección. “El escenario está estancado en términos de intención, pero todavía no consolidado”, explicó.
Lecciones de 2020 y perspectivas de gobernabilidad
La analista recordó lo ocurrido en las elecciones de 2020, cuando se proyectaba una segunda vuelta entre Luis Arce y Carlos Mesa, pero el MAS se impuso con mayoría absoluta. “Ese antecedente obliga a tomar con cautela las encuestas”, subrayó.

También advirtió que, sea quien sea el nuevo presidente, deberá construir acuerdos políticos sólidos para enfrentar el desgaste económico. Sin mayorías claras ni un liderazgo dominante, los márgenes de gobernabilidad serán limitados.
Un país en vilo frente a las urnas
Con la campaña formal ya en marcha y el calendario electoral corriendo, Bolivia se enfrenta a una elección cargada de tensión. La resistencia de los sectores más radicalizados del oficialismo, el frágil equilibrio institucional y la dispersión del electorado configuran un escenario incierto.
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El Tribunal Electoral insiste en que garantizará los comicios sin interferencias. El desenlace dependerá, en parte, de si las amenazas se convierten en hechos, o si la sociedad boliviana logra procesar el conflicto en paz, a través del voto.
DCQ