SAN PABLO - “Donald Trump fue elegido para gobernar Estados Unidos y no para ser emperador del mundo”. Esa declaración del presidente Lula da Silva, en una entrevista a la cadena CNN Internacional, revela que la intensidad de la “Guerra de los Aranceles” trabada entre Brasil y EE.UU. va en aumento. El conflicto fue lanzado por el jefe de la Casa Blanca días atrás, cuando decidió “bombardear” a los empresarios brasileños con impuestos de 50% a todos los productos que exporten al mercado norteamericano.
La réplica sobre los dichos de Lula no se hizo esperar: esta mañana la portavoz presidencial de Trump, Karoline Leavitt, afirmó que el mandatario “no pretende ser el emperador del mundo: él es un líder del mundo libre”. Concluyó que gracias “a su liderazgo firme, vimos un gran cambio em todo el globo”. Lo cierto que las razones alegadas por Washington para semejante medida arancelaria representan un quiebre de los estándares históricos admitidos en el comercio internacional. Claro que eso no es una sorpresa ya que Washington resolvió, ahora, desconocer las normas establecidas por el acuerdo en la Organización Mundial del Comercio.

Hay, en la superficie, algunas cuestiones económicas de peso, como las leyes de Brasil que permiten gravar con impuestos las actividades en el país de las empresas dueñas de las redes sociales. Trump impulsó una investigación del USTR (Oficina del Representante Comercial de Estados Unidos) sobre este asunto y el documento del organismo se refiere a la existencia de un ambiente regulador brasileño, que “perjudica” a las firmas norteamericanas de tecnología digital, al tiempo que restringen la libertad de expresión e imponen barreras a la innovación. Sobre este tema en particular, Lula señaló: “Trump dice que él no quiere que Brasil cobre impuestos a las empresas de plataformas digitales. Les voy a decir una cosa: el mundo tiene que saber que nuestra Nación es soberana y que el pueblo es soberano y tiene orgullo de su país”.
En la visión del líder brasileño, a Trump le falta un “poco de multilateralismo en su pensamiento”. En cuanto a las respuestas a dar a las ofensivas trumpistas, que afectan en forma seria el intercambio comercial con los norteamericanos, dijo que éstas se conocerán en un pronunciamiento por cadena de radios y TV de Brasil, la noche de este jueves. En esa línea, agregó que en el gobierno brasileño “no somos amantes del caos, ni tampoco de las confusiones. Brasil quiere negociar en paz”.
Durante la entrevista con la célebre periodista Amampour, Lula indicó que jamás imaginó que iría a tener una pelea con Estados Unidos, dada la “buena empatía” que mantuvo desde el inicio de su primera presidencia, en enero de 2003, con los diferentes jefes de Estados americanos: “Tuve una gran relación con Bill Clinton, George Bush, Barack Obama y Joe Biden”. En ese contexto, reconoció que Trump “se equivocó y fue muy malo para nosotros. Pero confío en que es algo momentáneo”.

Otro de los temas presentes en la disputa entre Brasilia y Washington es la situación judicial de Jair Bolsonaro que podrá ser condenado a varios años de cárcel especialmente por su participación en el entramado del Golpe de Estado del 8 de enero de 2023, cuando Lula hacía apenas una semana que había asumido la tercera presidencia del país. Desde la Casa Blanca se oyeron quejas sobre presuntas “persecuciones” judiciales contra el ex presidente. A esto, el jefe de Estado respondió que Bolsonaro “no es juzgado personalmente, sino por los actos para organizar un golpe de Estado. Él amenazó secretamente con la muerte y planificó el asesinato del vicepresidente Geraldo Alckmin como también del mío y el del ministro del Supremo Tribunal Federal Alexander de Moraes”.
Sobre las cuestiones económicas, el presidente brasileño dijo que está “dispuesto a realizar una negociación en términos correctos y de forma diplomática”. Recordó, de paso, que gracias a su política internacional logró “379 nuevos mercados” para su país. Relató, también, que está en contacto con el empresariado para buscar una solución a la crisis arancelaria.
Lo cierto es que las decisiones de la actual administración “trumpista” han creado un rechazo grande en el interior de Brasil, que ha perjudicado a la extrema derecha bolsonarista y ha beneficiado al lulismo, al punto tal que si las elecciones presidenciales fueran hoy, Lula ganaría a todos sus adversarios.