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Lexicón

Samurai

Árboles enanos, estrellas asesinas y pliegues en el papel

Ran
Ran, 1985 | Akira Kurosawa

La sofisticada cultura tradicional del Japón, que durante siglos se mantuvo invulnerable a la influencia extranjera, produjo muchas palabras que hoy son usadas con normalidad en nuestra lengua. Algunas están ligadas a prácticas y costumbres milenarias que se propagaron por el mundo a lo largo del siglo XX. El bonsái es la curiosa técnica de cultivar árboles en miniatura mediante podas oportunas; el ikebana, el delicado arte de los arreglos florales; con el origami, que en castellano recibe también el descriptivo pero enredado nombre de «papiroflexia», aprendemos a plegar pequeñas hojas de papel para armar figuras agradables. En las últimas décadas se incorporó a nuestro menú habitual el sushi, quizás condimentado con wasabi, a veces servido en restaurantes serenos y despojados donde el cliente puede sentarse sobre un futón o caminar suavemente sobre un tatami. Ese mismo cliente puede terminar la noche en un karaoke con los amigos o mirando animé. De su época feudal proviene la solícita geisha y probablemente el adornado kimono de seda. Claro que Japón fue durante siglos un pueblo guerrero, y una prueba de ello son las numerosas artes marciales como el judo, el karate o el sumo; pero también el cinematográfico ninja, vestido de negro y con estrellas asesinas, el sagrado kamikaze y el sólido y temible samurai.

(En la imagen: en la cima de una colina, Hidetora les explica a sus hijos que una flecha sola se puede quebrar fácilmente, pero que un haz de flechas es irrompible. Sus hijos no entienden. En Ran, de Akira Kurosawa, 1985.)