Un fenómeno inquietante recorre el Océano Pacífico: la emergencia de “mega-tiburones” de hasta seis metros de largo, apenas uno menos que la bestia que aterrorizaba a todos en la clásica película de Steven Spielberg. En el mundo real, están alcanzando esas proporciones gracias a los abundantes bancos de peces que les permiten prosperar en las áreas libres de esa actividad, pensadas originalmente para proteger a los ecosistemas en peligro.
Se trata de tiburones tigre, 30% más grandes que lo normal, y de “algunos de los tiburones blancos jamás registrados en las afueras de Hawai”, precisa el diario The Guardian. La decisión de preservar esos ambientes también apunta a los propios escualos. En las costas de la Polinesia Francesa, un santuario dedicado exclusivamente a ellos está haciendo prosperar a algunos de los especímenes más largos, que a su vez podrían originar una nueva generación de mega-tiburones.
Estos predadores, de hecho, parecen estar disfrutando de un nuevo despertar en los mares. Un documental reciente de National Geographic reveló la inédita escena de tres tiburones blancos devorando el cadáver de una ballena, cuando lo usual es que lo haga uno solo. “Deben haber estado lo suficientemente cerca como para detectar el olor de esa ballena, lo que podría implicar que estuvieron viajando juntos”, una conducta que despierta grandes incógnitas para los especialistas, según confiesa el biólogo marino Chris Lowe. Como dirían en el film de 1975, ahora sí se va a necesitar un barco más grande.
BL PAR