El dirigente del Movimiento Evita, Gildo Onorato, dialogó con Jorge Fontevecchia para Modo Fontevecchia, por Radio Perfil (FM 101.9), y analizó la situación de los trabajadores de la economía popular. Además, cómo fue su formación y vínculo con los gremios.
¿Por qué la Confederación General del Trabajo (CGT) no se sumó a la marcha del 1 de mayo? ¿Hay cierta tensión entre los trabajadores de la economía tradicional y los de la popular?
El Consejo Directivo de la CGT decidió no movilizarse esta vez y concentrarse en las paritarias y la actualización de los salarios. Es una posición respetable, pero la realidad de nuestro sector demanda otro tipo de agenda y, sobre todo, la intención era celebrar el Día del Trabajador, teniendo en cuenta la negación que tuvo nuestro sector como parte de la clase trabajadora, con su ausencia de derechos, con actividades de nuevo tipo, y por eso era relevante. Fue una demostración contundente de una nueva realidad del mundo del trabajo, sin convenios, donde diferenciamos empleo de trabajo y eso también forma parte de las relaciones sociales que se van constituyendo de otra manera en el siglo XXI.
Día del Trabajador: la "payasesca" interna K tuvo eco en la marcha de apoyo al gobierno
¿Se percibe que hay un cambio generacional de los líderes sindicales? ¿Encuentra más posibilidades de comunicación?
Estamos en la etapa final de un ciclo histórico, después de lo que fue la crisis del 2001, tanto en el plano político como en el sindical. Los emergentes políticos no han podido construir una propuesta integradora del conjunto de la sociedad y hemos pasado de crisis en crisis. Eso aumentó las desigualdades, los padecimientos y, si bien hay factores externos, en el mundo sindical se empieza a ver un cambio paulatino. El diálogo de la UTEP con el sindicalismo tradicional es bueno, respetuoso desde distintas realidades, pero avanzamos en muchas cuestiones, como cuando se logró la Ley de emergencia social en el 2016, que consagraba el salario social complementario. Era dejar de ser un plan social para reconocer un trabajo parcial y que tenga una remuneración salarial social, porque cumple una labor comunitaria y que se complementa con los ingresos que se pueden generar los compañeros por sus propios medios.
¿Cómo fue su formación hasta llegar a ser Secretario General de la UTEP?
Nací en Tandil, me formé en un barrio popular de trabajadores, que sufrió mucho la crisis del 89. Tuve muchas dificultades económicas, merendado en la parroquia que estaba a la vuelta de mi casa. Cuando terminé el colegio me fui a vivir a La Plata con la intención de estudiar, pero la prioridad siempre fue el trabajo. En el transcurso de los últimos años del colegio fui pintor, albañil, cortaba el pasto, y después pasé a limpiar edificios durante varios años. Empecé a estudiar psicología, llegué a cursar materias de cuarto año, pero la crisis del 2001 fue muy profunda y la prioridad estuvo en el trabajo.
¿Le hubiera gustado ser psicólogo?
Viéndolo en perspectiva, quizás hoy me hubiese impedido tener el trabajo social que tengo y esta práctica comunitaria que desarrollo. Podría haber sido, pero estoy orgulloso con el camino que emprendí. La articulación de la crisis con los movimientos populares, donde empezamos a organizarnos con los trabajadores desocupados, me llevó a tener hoy un pequeño taller textil, en La Plata, y también soy asesor en cuestiones de economía popular de la diputada Patricia Cubría. Mis compañeros del Movimiento Evita me eligieron para que sea su representante en la UTEP y, posteriormente, con la articulación de las autoridades fui nombrado Secretario Gremial, aunque es un cargo temporal hasta que las elecciones definan a las autoridades definitivas.
Advierten que sin planes sociales, la pobreza en Argentina podría llegar al 50 por ciento
¿Cómo fue su situación laboral en La Plata?
Tenía un trabajo registrado y lo perdí por la crisis del 2001. La historia de nuestro pueblo y, en particular, del movimiento, se empieza a gestar con los levantamientos de los primeros desocupados. Pasaron 27 años de acumulación de peleas hasta que reconstruimos nuestra identidad. Siempre se nos trató de desocupados, piqueteros, planeros o vagos y se nos negó la identidad como parte de la clase trabajadora.
El gran salto de la UTEP es reconstruir nuestra identidad como parte de los trabajadores, en una nueva realidad y relación social. El 25% de la población económicamente activa no va a conseguir trabajo. Eso forma parte de un cambio en la economía global, porque desde el 2013, en la conformación del Producto Bruto Global las finanzas y el turismo desplazaron en la composición mayoritaria a la industria, la producción y el trabajo.
Habiendo entrevistado a Juan Grabois, hace unos años, él sostenía que un porcentaje importante de la población nunca iba a ser absorbida por el mercado. Estos trabajos de la economía popular, ¿son un puente para pasar a ser empleos tradicionales?
Hay tres grandes segmentos: los que provienen de generaciones de pobreza estructural, a los que hay que brindarle un ingreso básico y acompañamiento comunitario e institucional, por las dificultades para insertarse en el mercado laboral. La mayoría se refiere a los que pueden volver a emplearse, que tiene que capacitarse y vincularse con el mundo privado, pero es muy minoritario entre los que cobran planes y en el Movimiento Evita ya lo estamos haciendo.
El segmento más importante, que nosotros consideramos como "el núcleo", representa casi el 25% de la población económicamente activa y necesita la ampliación del monotributo social hacia uno productivo, el crédito no bancario y potenciar circuitos de compra y venta.
JL PAR