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MODO FONTEVECCHIA
Crisis comparadas

Jorge Remes Lenicov: "La dolarización es una mala idea"

El exministro de Economía de Duhalde, que aplicó la salida de la convertibilidad, se siente un poco decepcionado de que volvamos a pisar "la misma piedra" en la discusión económica. "Gradualmente vamos incubando una nueva crisis", afirmó.

Jorge Remes Lenicov
Jorge Remes Lenicov | Captura de video

Jorge Remes Lenicov, exministro de Economía, recordó que la discusión de la dolarización que llegó al 2002 comenzó en el ‘98. A su vez, señaló que se siente decepcionado de que se caiga nuevamente en los mismos errores: “Yo pensaba que los políticos iban a entender que ciertas cosas no se podían hacer”, expresó en Modo Fontevecchia, por Net TV y Radio Perfil (FM 101.9).

Una vez, nuestro columnista de Perfil, Jaime Durán Barba, comentó que se sintió un poco triste con su capacidad como consultor, porque veía que determinados actores del partido que él asesoraba (PRO), volvían a las posiciones previas a haberlo conocido. Usted en 2002 tuvo un rol como ministro de Economía en el gobierno de Duhalde, cuando se discutía dolarización. ¿Se siente un poco decepcionado de que ahora se vuelva a hablar de dolarización?

En el 2002 yo fui ministro. Visto a la distancia, el equipo que me acompañó y yo estamos conformes con lo que hicimos. Entendemos que lo que había que hacer era eso. A nuestro modo de ver salió bien: en marzo, abril, empezamos a crecer, y a fin de año había estabilidad en los precios, 3% anual de inflación.

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Por otro lado, en algún sentido, sí hay una decepción. Porque uno imaginaba que no íbamos a volver a pisar la misma piedra. Lo que fue ocurriendo es que esos principios se fueron desarmando, y gradualmente vamos incubando una nueva crisis.

La pobreza siguió aumentando, desde el 2011 la economía no crece, y ahora no tenemos dólares y tenemos una inflación altísima. Eso sí es decepcionante. Yo pensaba que los políticos iban a entender que ciertas cosas no se podían hacer, y sin embargo, vienen reiterándolo.

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¿Se analizó seriamente la posibilidad de una dolarización a comienzo del 2002, más no sea para desecharla como herramienta?

Sí. Ese tema de la dolarización empezó en el año ‘98. Menem y Roque Fernández estaban a favor de la dolarización, había otros economistas a favor también. Yo en esa época era diputado, y saqué varias notas periodísticas diciendo que estaba en contra.

En el 2002 hubo muchas presione para que dolarizáramos en vez de salir de la convertibilidad. Nosotros nos opusimos por varios motivos. El primero, se pierden instrumentos de política. Se pierde la política cambiaria y la política monetaria, y un país que se está desarrollando necesita de todos los instrumentos económicos.

En segundo lugar, quedamos a expensas de lo que haga Estados Unidos con el dólar, de su productividad, de su visión política, entre otras cosas.

En tercer lugar, se requiere entre 40 y 50 mil millones de dólares para cambiar los pesos por esa moneda. No tenemos ese dinero y nadie nos lo va a prestar, porque con el nivel de riesgo país que hay, sería a tasas imposibles de pagar.

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Yo creo que la dolarización es una mala idea. Cuando uno se encuentra frente a un problema complejo, las respuestas, necesariamente son complejas. No existe la magia en la economía. La parte real de la economía no se modifica por el cambio del signo monetario. Es una propuesta que no es conducente para la Argentina.

Los políticos odian las especulaciones contrafácticas, sin embargo son útiles para hacer algunas reflexiones. ¿Qué le respondería a alguien que argumentara que si se hubiese dolarizado o mantenido la convertibilidad en el 2002 en lugar de haber pesificado la economía hoy la Argentina no tendría los problemas que tiene?

Yo le respondería que lo que hicimos nosotros permitió un crecimiento, que después fue ayudado por los precios internacionales, durante diez años. Uno podía mantener la estabilidad de los precios, pero se cometieron errores que nos llevan a la crisis actual.

¿Se hubiera crecido menos entre 2002 y 2012?

Lo que pasa es que, cuando hay tantas variables, es muy difícil hacer la historia contrafáctica. En la economía, más allá de todas sus complejidades, la gente opina, y tiene que asumir que tal o cual situación es permanente y no genera problemas.

Si se hubiera dolarizado, quizás no tendríamos inflación, pero la parte real de la economía no se hubiera modificado. Hay muchas variables en juego como para hacer una especulación contrafáctica.

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Su libro tiene un título con mucha resonancia: “115 días para desactivar la bomba”. Usted verá que los partidos de oposición plantean en la discusión si unificar el mercado cambiario inmediatamente o a lo largo de un año, si la corrección de las variables se tiene que hacer inmediatamente o a lo largo de varias meses. Ciento quince días es un tiempo bastante corto… ¿Qué reminiscencias le trae la situación del gobierno que asuma el diez de diciembre con la idea de la “bomba” que usted tuvo que desactivar?

Yo haría, primero que nada, un planteo metodológico. Cuando asuma el próximo gobierno, tiene que tener un programa económico ya elaborado que sea compartido por el Presidente y la coalición. Porque si no hay acuerdo político es imposible llevar adelante ningún plan.

En segundo lugar, hay que repensar el poder del ministro de Economía y del Banco Central. Todas las decisiones que afecten la economía tienen que pasar por ellos dos. Uno no puede cometer el error de que un ministerio decida las tarifas, el otro el tipo de cambio, el otro los salarios, entre otras cosas.

Lo otro que me parece importante, vinculado al 2002 y al presente, a mi modo de ver, cuando hay tantos problemas hay que elegir un eje ordenador. En 2002 elegimos la salida de la convertibilidad. Ahora me parece que es el control de la inflación. Hay que armar toda una estrategia comunicacional y legislativa en base a eso.

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Primero hay una etapa de ordenamiento de la economía y después hay que discutir las cuestiones estructurales. No se puede hacer todo a la vez, porque no hay capacidad política ni operativa para hacerlo.

Sobre el tema de los precios relativos y el tiempo, efectivamente, en el 2002 teníamos todo el programa presentado y en marcha. Ahora, yo creo que va a llevar un tiempo reacomodar los “precios relativos”. El tipo de cambio y tarifas, que están muy atrasados, y después sí hay que lanzar un programa antiinflacionario, de estabilización. 

Eso puede llevar un año, y no va a ser un año fácil. Cuando uno tiene que acomodar tarifas y tipo de cambio puede generar inflación. Va a haber que tener mucha espalda política para hacerlo.

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Esta bomba, comparada con la del 2002, ¿es más explosiva, más difícil, más fácil?

Cada crisis es diferente. Nosotros tuvimos una ventaja, que fue el acuerdo de Duhalde con Alfonsín. Eso permitió, rápidamente, tener mayoría en el parlamento. El acuerdo, yo participé, fue un día 31 a la mañana, en el 2001. 

Los dos tenían liderazgo natural sobre buena parte del peronismo y del radicalismo. Con eso sacamos las tres o cuatro leyes que teníamos que sacar. Eso fue una ventaja.

La economía estaba muy dolarizada, había depósitos en dólares que no se podían pagar. Estábamos en default con la deuda, el FMI estaba bajo la órbita de Bush, era durísimo, no se podía llevar a acuerdos. Estaba el corralito, había cuasimonedas provinciales, cosas que no hay ahora.

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Pero ahora está la inflación y hay un gasto espurio y un nivel de impuestos muy superior al del 2002.

Cada crisis tiene sus cosas, son momentos difíciles, y requieren, obviamente, como son distintas las caracterizaciones, respuestas diferentes. Pero aquello fue muy difícil y esto es muy difícil también, por distintos motivos.

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Alejandro Gomel (AG): Usted decía que lo primero a solucionar debería ser el tema inflación, ¿cuáles serían los primeros pasos para encarar el problema?

Yo no estoy militando partidariamente. No estoy participando de ningún grupo que esté elaborando un programa para el próximo gobierno, por lo cual puedo hablar de lineamientos generales, pero no de medidas concretas, porque no estoy trabajando en eso.

Si uno mira la experiencia de países que tenían alta inflación y la controlaron, como Israel, Brasil y España, partieron de un acuerdo político. En todos los casos se respetaron leyes básicas de la economía: tener equilibrio en el sector público, no emitir más que la demanda de dinero, conseguir financiamiento, ese tipo de cosas.

Nuria Am (NA): Siempre surge el asunto de si el problema parte de la política o la economía. Si la política reacciona a una situación económica, que el Gobierno no encontró la forma de solucionar cuestiones externas, o si la economía es una reacción a la crisis política. ¿Estamos en la situación que estamos por la mala política?

Yo estoy convencido de eso. Tenemos problemas económicos, pero se van a resolver cuando tengamos cierto acuerdo político. La política es la que dirige la economía. El Presidente nombra al ministro de Economía, y el conjunto del equipo del partido que lo acompaña se manejan en los límites del direccionamiento y de los tiempos.

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Siempre la economía queda supeditada a la política. Por eso en el 2002 fue clave el acuerdo entre Duhalde y Alfonsín. Sin eso no podríamos haber hecho nada. Creo que en un futuro nos va a pasar lo mismo. Si no hay algún tipo de acuerdo que consiga mayorías y ciertos consensos va a ser muy difícil.

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Álvarez Agis dijo que, si en las PASO obtuviera una votación muy alta un candidato que pretende dolarizar, como Javier Milei, él recomendaría a todos los que tienen depósitos en dólares que los saquen, ¿usted cree que un triunfo o un resultado muy alto en las elecciones, que indique un resultado muy alto en las elecciones que indique un posible triunfo de Milei en las generales generaría una situación de incertidumbre, al punto de poder generar una corrida cambiaria?

Yo no creo que eso ocurra, pienso que no va a ganar esa propuesta. Creo que, en este momento, no hay que buscar que la crisis se profundice.

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Algunos dicen “cuanto peor mejor”, yo no estoy de acuerdo con eso, porque la gente sufre más.

Lo mejor que nos puede pasar de acá a fin de año es que la cosa no empeore, entonces, no me puedo sumar a una campaña a decir que si gana fulano o mengano esto estalla, no me gusta esa actitud.

FM JL