Este miércoles, a última hora, juró Daniel Osvaldo Scioli como nuevo ministro de Desarrollo Productivo. Fue el corolario de una idea que surgió con un llamado del Presidente, en la tarde del sábado 4, en la que le suplicó que agarrara el cargo que le ofrecía, tras haber tomado la decisión de echar a Matías Kulfas. Ahora ya es nuevo miembro de este Gobierno. La operación revancha de Scioli está en marcha.
Hay dos personas que integran lo alto de este Gobierno a las que Néstor Kirchner les profetizó su futuro. Uno es Sergio Massa. “Vas a llegar, porque tenés ambición, amigos con plata y sobre todo porque sos un hijo de puta”, le dijo cuando el tigrense asumió como jefe de Gabinete, mientras lo invitaba a probar por un rato la comodidad del sillón de Rivadavia.
A Scioli, cuando se convirtió en su vice, le dijo algo parecido. “Vos vas a ser Presidente, Daniel, pero te doy un consejo: no te apures tanto”. Era una amenaza disimulada en un elogio, típica maniobra pingüina. Durante la gran parte de los cuatro años que siguieron Néstor no le atendió el teléfono y le prohibió a todos sus funcionarios hablar con él, celoso de lo bien que le daban las encuestas a su compañero de fórmula y por las ostensibles diferencias de construcción política que tenían.
Todos en el Gabinete tenían vedada la palabra y el encuentro con su vice, salvo uno: Alberto Fernández. Fue él quien ahora lo llamó en la tarde del sábado 2. “Por favor, Daniel, te necesito de ministro”, le dijo Alberto desde el otro lado del teléfono. El radiopasillo de la Casa Rosada cuenta que, antes de hacer ese llamado, Fernández había intentado con Cecilia Todesca Bocco, una de sus economistas de cabecera que ahora está en Cancillería y a la que le gusta tanto su bajo perfil que no lo abandonaría ni siquiera por un cargo ministerial.
El pedido de Fernández a Scioli era el corolario de un largo proceso de acercamiento entre los dos, que cerca de ambos coinciden en señalar en que ya llegó al grado de amistad: hablan todas las semanas, se mandan mensajes directos por celular y el Presidente -para sorpresa de varios de los presentes- hasta lo invitó a su festejo de cumpleaños, el 2 de abril en la Quinta de Olivos. Scioli fue parte de la reducida comitiva que vio al mandatario montar en cólera cuando a este le llegó el regalo de Cristina, el libro de Juan Carlos Torre -sobre la intimidad de cómo el gobierno alfonsinista sucumbió ante la híper- que causó otra crisis entre la relación entre los Fernández porque Alberto se dio por aludido.
El plan revancha de Daniel Scioli
Ahora Scioli volvió y tendrá que hacer cicatrizar algunas heridas. En un acto en Quilmes, el mismo día en que se conoció la renuncia de Kulfas y la designación de Scioli, Máximo Kirchner disparó duro contra el flamante ministro. Le recordó su viaje a Italia en plena campaña 2015, y calificó de “insólita” su decisión de haber anunciado el Gabinete antes del ballotage. Con La Cámpora, Scioli tuvo históricamente aún peor vínculo que con CFK. “Son los que le llenan la cabeza a Cristina”, dijo sobre ellos el motonauta en el 2019.
El debut de Scioli y Rossi: mal comienzo
Un íntimo colaborador de Alberto jura que esa tensión dura hasta el día de hoy, y cuenta que recibió reprimendas de parte de los más altos dirigentes de La Cámpora cuando, en las últimas elecciones, sentó a Scioli al lado de uno de ellos en un acto. “¿Cómo me vas a poner al lado del que nos hizo perder en el 2015?”, dice que le dijo el camporista. Cómo continuará esta tensión con “el Pichichi” en el Gabinete es un misterio por ahora.
A la cancha
No es la única tensión que deberá aflojar Scioli dentro del Gobierno. Además de La Cámpora, tiene un frente abierto con Sergio Massa. Con el tigrense tuvo varios cruces a lo largo del tiempo, pero destacan dos. En el 2013 el entonces gobernador estuvo a punto de romper con el kirchnerismo para sumar fuerzas con el Frente Renovador, pero se bajó literalmente en el último día del cierre de listas. Luego llegó el episodio del robo a la casa de Massa, del que en su momento Scioli declaró que “estaba lleno de sospechas”.
Fue la gota que rebalsó el vaso para los Massa, que entonces le hicieron la cruz. Malena Galmarini, cuando se lo cruzó en un canal de televisión, le lanzó un sutil “con vos todo malo, pedazo de forro”. Por eso el ex gobernador, equilibrista nato, le envió un mensaje al presidente de la Cámara. “Nos tenemos que juntar”, le dijo, después de la designación. Desde el ministerio, además, hay varias leyes que impulsaron y que aún no salieron, pero esa va a ser una excusa para que ambos limen asperezas.
No será, seguramente, el único tema de charla que tendrá con otro que sueña con el sillón de Rivadavia. Scioli -como ya lo sabe Ariel Schale, secretario de Industria de la era Kulfas a quien en el ministerio señalan como quien será el gestor en el día a día- llega para reforzar un Gabinete al que le faltan ministros que se destaquen o que tengan alto perfil. “Daniel va a hacer lo que sabe, va a recorrer fábrica por fábrica, pyme por pyme”, dicen cerca suyo, un adelanto de lo que va a ser el estilo sciolista: mucha presencia política y mediática, en un perfil alto que lo va a convertir en una especie de vocero del Gobierno. Eso -más los 49 puntos que sacó en el 2015- y su intención de mostrarse como la “síntesis” de la unidad, componer las heridas de la interna, lo ponen en carrera directa para el 2023.
En su entorno repiten una anécdota. Dicen que Alberto, en una de sus charlas, le dijo que si él no llegaba en condiciones lo iba a apoyar a Scioli para que sea el candidato del oficialismo. El ahora ministro le retrucó que él iba a trabajar para su reelección, pero que en caso de que lo necesitara estaría ahí, compitiendo en lo que muchos imaginan que va a ser una gran PASO. “Incondicional”, como decían los spots que grabó en el 2015 y que en abril se volvieron a viralizar, misteriosamente, en las redes.
En ese entonces, el embajador de Brasil negó que ese nuevo raid de sus viejos spots hayan tenido algo que ver con él. “Si Macri juega el año que viene, te aseguro que el rival va a ser Daniel. Y ahí sí que tiene serias chances de ganar”, se esperanza uno de sus laderos, que quiere creer que se puede reeditar el mano a mano del ballotage, en una especie de batalla épica y final.
JL PAR