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MODO FONTEVECCHIA
Política monetaria

Martín Rapetti: "Kicillof es más intervencionista que Keynes"

El economista analizó el rumbo económico del gobierno de Javier Milei y cuestionó la visión “extremadamente fiscalista” del Ejecutivo. Además, afirmó que el gobernador bonaerense cree que "el desarrollo económico tiene que estar liderado por el Estado".

Martín Rapetti
Martín Rapetti | CEDOC

Martín Rapetti explicó en Modo Fontevecchia, por Net TV y Radio Perfil (AM 1190) que el gobierno de Javier Milei aplica una visión “extremadamente fiscalista y monetarista”, al considerar que “sin déficit fiscal no puede haber problemas macroeconómicos”. Al mismo tiempo, sostuvo que “la estabilidad macroeconómica no alcanza para el desarrollo” y señaló que Axel Kicillof "es más intervencionista que Keynes".

Martín Rapetti es licenciado en Economía por la Universidad de Buenos Aires (UBA). Se desempeña como profesor de Macroeconomía en la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA. Es investigador adjunto del CONICET y del Centro de Estudios de Estado y Sociedad. Dirige la consultora Equilibria y ha colaborado con diversas organizaciones nacionales e internacionales, incluyendo el CIPEC, donde fue director del programa de Desarrollo Económico.

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En este momento sos una especie de alma mater de uno de los organismos de la sociedad civil en materia económica más importantes de la Argentina: el CEDES, que cumplió 50 años la semana pasada. Me gustaría que le explicaras qué es el CEDES.

El CEDES es el Centro de Estudios de Estado y Sociedad, que nace en 1975 como una iniciativa de cientistas sociales. En ese momento no había todavía economistas. El nombre más rutilante es el de Guillermo O’Donnell, que es como el pater familia de la ciencia política en Argentina, pero también fueron parte de la iniciativa Elizabeth Jelin, Óscar Oszlak, Horacio Boneo y otros.

A partir de ahí, el CEDES empezó a tener un rol muy importante en las ciencias sociales y en economía. En economía en particular, que es la disciplina de la que formo parte, tuvo un rol muy destacado, no solo en la producción académica, ya que hemos publicado muchísimos artículos en revistas internacionales, sino que vamos a tener un rol muy destacado en la educación de generaciones y generaciones de economistas, principalmente en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires (UBA), y en otras universidades también.

Desde la vuelta a la democracia en 1983, que arrancó la nueva carrera de Economía de la UBA en 1984, hasta el día de hoy, hemos y seguimos dando clases a los alumnos del grado y del posgrado, tanto de la maestría como del doctorado. Hemos hecho alguna contribución para pensar la Argentina desde distintos ámbitos.

Vos dijiste allí: "Nos consideraban matemáticos de izquierda y heterodoxos de derecha". Se podría decir que ustedes representan una escuela de pensamiento económico en Argentina que ha sido cercana en determinados momentos más a gobiernos radicales, con Raúl Alfonsín, incluso con Fernando De la Rúa, que tienen una mirada de la economía menos monetarista, para decirlo de alguna manera.

Sí, no somos monetaristas.

Al mismo tiempo tienen una relación con sectores de la política que colocan determinados valores por arriba de otros. Evidentemente el radicalismo histórico representaba algo. Además, muchas personas del CEDES fueron actores fundamentales del Plan Austral. Sin ninguna duda, el Plan Austral fue muy exitoso en su momento. Encuentro muchas reminiscencias entre muchas de aquellas cosas que sucedieron en los 80, con lo que sucedió en Brasil en los 90 también con todo el equipo alrededor de Fernando Henrique Cardoso, que fue cercano al CEDES. Es decir, hay toda una corriente de pensamiento económico y social contraria a la visión que hoy tiene el Gobierno. ¿Cómo se construye en un gobierno un equipo económico y lo complejo que es? Cuando Alfonsín asume, se nutre de economistas y modelos económicos y sociales de lo que era aquel CEDES. El peronismo nunca apeló a ustedes, tiene otra escuela de economistas.

En rigor el CEDES no tiene afiliación política partidaria. Es cierto que ha tenido un vínculo tal vez más cercano con los gobiernos radicales, pero no es el único gobierno. Ha habido contribuciones en el gobierno de Néstor Kirchner, y hubo gente del CEDES que estuvo trabajando en el equipo económico de Roberto Lavagna,

Era gente de Lavagna, que venía de antes...

Pero el kirchnerismo de aquel entonces era muy embrionario, era recién venido de Santa Cruz, no tenía equipos. Pero también también hubo gente que participó en el equipo económico de Hernán Lacunza con Mauricio Macri. Incluso exalumnos míos, que que participaron del último gobierno de Alberto Fernández. No es que tiene una ideología.

De hecho, el radicalismo como partido político se fue desmembrando y fue dejando herencias en todos los gobiernos que fueron pasando. Y de hecho, el gobierno de Néstor Kirchner planteaba cierta transversalidad que se fue desarmando. Pero qué difícil es llegar a la presidencia y tener que tener equipos. Porque antes los partidos políticos construían en el cursus honorum personas con habilidades que se iban formando a lo largo del tiempo, entrando y saliendo de la actividad pública. El CEDES es un think tank como pocos que es una cantera para cualquier presidente, pero no hay muchos. En el sentido monetario, ¿cuáles serían las canteras y cuáles eligió nuestro presidente?

Voy a aprovechar el comentario para tirar un poco de la oreja a la elite argentina, sobre todo a los empresarios, porque una sociedad debería destinar recursos

Por ejemplo, la Fundación Mediterránea.

Claro. Ese es un caso muy virtuoso también. El económico de Domingo Cavallo fue un equipo económico preparado, que venía trabajando en el diseño. Entiendo que lo hizo también recientemente con Carlos Melconian a la cabeza. Pero claramente Argentina, con la volatilidad y el problema económico que tiene, debería tener think tanks que estén pensando y preparándose para para tener algún rol eventualmente en la función pública. Y yo estuve en el CEDES mucho tiempo, y después tuve un paso por CIPPEC (Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento), donde dirigí el área de Desarrollo Económico.

Son pocos los empresarios argentinos que ven con claridad esta necesidad de tener equipos económicos, o equipos técnicos en general. Esto vale para educación, para salud, para defensa, para relaciones exteriores. Ayer en en en Washington salió el tiro por la culata en un gran momento. Eso requiere profesionalismo. Entonces, para manejar el Estado necesitas profesionales, y eso es una cosa que creo es uno de los déficits que tiene Argentina. Y el CEDES y todas las instituciones han hecho eso con mucho esfuerzo.

Fundamentalmente, obtener fondos internacionales.

Claro. Lo que pasa que los fondos internacionales generalmente vienen con una agenda que está más sesgada a problemas del mundo desarrollado. Una cosa que me pasaba a mí estando en CIPEC era que se conseguía mucho financiamiento para desarrollar temas de "el futuro del trabajo", que era un problema de Europa, con razón. Es el problema de la inteligencia artificial, y de qué van a trabajar nuestros futuros empleados. Pero Argentina tenía problemas más acuciantes, como por ejemplo, la inflación. Ese es un problema que no era un problema para el resto del mundo, pero para Argentina es muy importante. Entonces, esa es una de las razones también por las cuales con Diego Bossio y con con mis otros socios fundamos Equilibra, que es un espacio para poder pensar. De hecho, hicimos un trabajo, siguiendo esta tradición del CEDES, donde analizamos 46 planes de estabilización para pensar cómo podría ser la estabilización de de Argentina.

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¿Cuál es el error del plan antiinflacionario del Gobierno argentino?

Cuando estudias las estabilizaciones en el pasado en Argentina y en otros países de la región, lo que ves es que siempre hay un precio que es el que el que el que se frena primero para tratar de frenar el resto, que es el ancla que queda atrasado. El barco cuando va navegando tira el ancla y el ancla queda retrasada respecto a donde queda el el barco. Ese ancla típicamente en Argentina y en la región ha sido el dólar. Entonces, siempre que se baja la inflación, el dólar se va rezagando. El problema es que no tiene que quedar muy rezagado, porque en algún momento se tiene que devaluar, entonces vuelve la la inflación. La diferencia que vos encontrás entre los planes que funcionan y los planes que no, es que los planes que funcionan logran no tener que devaluar después de que se va retrasando el dólar. Eso requiere, en principio, suerte, que la fortuna un poco te acompañe.

Como decía Maquiavelo, es 50% suerte.

La segunda es que el proceso de de retraso no genere que el tipo de cambio quede muy retrasado, porque el flujo de dólares va a ser escaso y en algún momento vas a tener que devaluar. Y el tercero es contar con reservas suficiente como para que el mercado vea que vos no tenés un problema de tener que devaluar. Yo creo que el gobierno argentino falló en estas dos últimas cosas. La tercera es un factor fortuito. El contexto internacional lo ha ayudado al al gobierno Javier Milei. Pero el Gobierno retrasó demasiado el tipo de cambio. Yo creo que por una mirada muy sesgada en su visión económica, creyendo que si hay equilibrio fiscal nada más importa.

¿Eso es el monetarismo?

Es una visión extrema de monetarismo. Es una visión extremadamente fiscalista y monetaria de los problemas económicos. Sin déficit que genera emisión, no debería haber mayores problemas macroeconómicos. Eso claramente ha sido un problema. De hecho, el programa de de Martínez de Hoz tenía una visión mucho más compleja que esto, pero inspirada en una versión del monetarismo, y también tuvo este problema. Cuando vos tenés el tipo de cambio muy atrasado y tenés déficit de cuenta corriente, aun cuando el déficit de cuenta corriente no esté acompañado con un déficit fiscal, podés tener una gran crisis.

En los 70, Uruguay y Chile también hacen el plan tablita. Tanto en Uruguay como en Chile no había déficit fiscal. Sin embargo, el tipo de cambio se atrasó tanto que tenían un déficit externo que llegó a tener 14 puntos del PBI de déficit de cuenta corriente, o sea, exceso de importaciones sobre exportaciones por esa magnitud. Y obviamente, en algún momento el financiamiento para cubrir ese bache se agotó, que no es un financiamiento al sector público, es un financiamiento al sector privado, como la gente que viaja al exterior para para veranear. Ese es un problema que está teniendo, que ha tenido este este plan de estabilización. El otro es que, producto de esta cosmovisión de cómo funciona la economía, no ha priorizado la centralidad que tiene acumular reservas, que también es un elemento central para una estabilización.

Brasil con el Plan Real devaluó de 1 a 1,80. Y sin embargo, pudo estabilizar y acumular reservas. Hoy tiene más de 300 mil millones de dólares de reservas. Tiene una inflación más o menos razonable y con un plan que tenía algunos puntos de contacto con los de Argentina de los 90, logró estabilizar definitivamente su economía y que la inflación pase a ser un problema del pasado. ¿Qué pasó?

Podríamos sumar a a otros a otros vecinos. Son varios los países de la región que tenían el problema de la inflación en los 80, casi todos, y todos estabilizaron usando un tipo de cambio fijo, no tan extremo como la convertibilidad. El Plan Real era tipo de cambio fijo, como el plan que usó México. México es el primero que tiene el problema de que tiene que devaluar, pero ya tanto tiempo después de haber bajado la inflación que la devaluación no genera traslado a precios importantes. De hecho, en Argentina tampoco. En el 2002 hay un un golpecito inflacionario, pero se era 3% la inflación.

Tengo un un trabajo con dos colegas que un poco trata sobre aquel cuento de Jorge Luis Borges llamado "El jardín de los senderos que se bifurcan". En los años 2000 se bifurcan los caminos. Si uno quiere contar la historia macroeconómica de los países de la región, es bastante parecida. Y a mediados de los 2000 finalmente América Latina logró conquistar la estabilidad macroeconómica, no hay déficits fiscales, no hay tipo de cambios fijos, están flotando, los bancos centrales tienen reservas, tienen superávit de cuenta corriente, los tipos de cambios están en niveles relativamente competitivos, y sobre eso se estaba montando el boom de las commodities.

¿Y por qué Argentina no?

Esa es una gran pregunta. Argentina bifurcó.

¿Con Cristina Kirchner?

Es el kirchnerismo. Con Pablo Gerchunoff tenemos una serie de trabajos que hablamos de algo que también hablabas con Hernán Lacunza, que es ese péndulo. ¿Por qué se produce ese péndulo? ¿Qué es lo que está detrás de ese péndulo? Y nosotros tenemos una hipótesis: Argentina tiene una discrepancia entre lo que puede dar su productividad y las aspiraciones sociales. Para conseguir el equilibrio económico tiene que dañar el equilibrio social y si quiere sostener el equilibrio social daña el equilibrio económico. Tiene un problema para encontrar esas dos cosas, que se ve con el tipo de cambio. El tipo de cambio que necesita la economía es más alto que el que quiere la sociedad. Cuando vos te encontrás con un gobierno que tiene más anclaje en lo popular, es más común que vaya hacia el al atraso cambiario, y que vulnerabilice lo lo el equilibrio macroeconómico. Efectivamente, perdimos una oportunidad muy grande.

Aunque sean políticamente incorrectos, nuestros vecinos estaban acostumbrados a la pobreza, mientras que Argentina fue el único país de Sudamérica que tuvo estado de bienestar en la última mitad del siglo pasado, y por lo tanto se resiste a perder esa condición.

Podríamos incluso ir más atrás. Es una sociedad que se forma en el fin del siglo XIX, entre criollos y europeos que vienen con un nivel de vida caído, pero con un nivel de aspiración e igualdad distinta. Entonces,

Y y además se logra en 1960.

Exacto. Exacto. Acá. Para seguir haciendo este autobombo al CEDES, hay un artículo de Guillermo O'Donnell que es muy lindo, y su título es "Y a mí qué me importa". En realidad, lo hizo así para para que el título no sonara tan agresivo, pero la versión original es "Y a mí qué carajo me importa". Ese ese artículo es una reacción a un a un libro que escribe un sociólogo brasileño, que hace una caracterización de la sociedad brasileña y el título del capítulo donde trata esto el escritor brasileño dice: "Vos sabe con quién está falando" (Usted sabe con quién está hablando)", como diciendo que acá hay una jerarquía. Entonces, cuando Guillermo O'Donnell quiere comparar la sociedad argentina y la sociedad brasiliana, dice: "¿Y a mí qué carajo me importa con quién estoy hablando?". Porque justamente el igualitarismo argentino hace que el mozo te sirva el café, pero no es que se incline a servirte el café. Ese es el problema histórico de la Argentina, cómo amalgamar estos dos equilibrios, cómo conseguir una sociedad que no resigne sus valores de de equidad y de justicia social y de crecimiento igualitario con una economía más estable.

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Es un problema político, no es un problema económico. No lo van a resolver los economistas.

No, claramente, por eso los exoneré. Creo los economistas tenemos que hacer un un trabajo por entender que el político va a elecciones y tiene que tiene que cumplir con con las demandas sociales. Entonces, uno viene a hacer las cuentas.

El político podría decir: "¿Qué carajo me importa el economista?".

Claro, podría decir: "Y a mi qué carajo me importan los números si yo tengo que ganar las elecciones mañana".

Tenés superávit fiscal, pero las personas tienen déficit familiar.

Pero fíjate que no es una casualidad que sea un presidente economista que está haciendo un ajuste economista y además, fundamentalista, en el sentido de que lo fiscal es lo único que importa. Solo en este caso tan exótico, Argentina se encuentra con con una situación en donde el Gobierno está dispuesto a que le vaya mal las elecciones con tal de cumplir con el el el equilibrio fiscal. Yo creo que ahí hubo un error de cálculo tal vez político. Había hasta hace no mucho una idea de que aun con el ajuste, la sociedad va a acompañar, y la elección de la provincia de Buenos Aires me parece que muestra que hay una que hay una resistencia social.

Nuestro presidente se vende a sí mismo como un experto en crecimiento con y sin dinero. Y un elemento importante en el CEDES es el desarrollo. El crecimiento es cuantitativo, no implica sustentabilidad, no implica distribución, no implica igualitarismo, mientras que el desarrollo es transformar el crecimiento, que al mismo tiempo se vuelve a generar crecimiento porque distribuye de una manera que termina siendo un círculo virtuoso. ¿Hay un problema también en el extremo monetarista, así como considerar que si no hay déficit fiscal no hay ningún otro problema más, en considerar que si se crece no hay ningún otro problema más?

Creo que que hay una idea muy arraigada en entre en entre macroeconomistas de que todo lo que el macroeconomista debe hacer es la conseguir la estabilidad macro y cuyo centro de gravedad es lo fiscal, y que luego son los empresarios los que finalmente se encargan de del crecimiento. El Gobierno ha dicho de una manera muy clara: "Yo me encargo de la macro. La micro es un problema de ustedes". Creo que eso es un error, porque hay mucha evidencia histórica que muestra que hace falta más que solamente la estabilidad macroeconómica para tener desarrollo económico, desarrollo entendido por crecimiento de las capacidades productivas de la economía y también del bienestar social. El desarrollo económico este norteamericano estuvo acompañado por un estado que invirtió en ciencia y tecnología, como en Alemania o Japón. Pasa lo mismo sur este asiático con políticas productivas muy activas. La evidencia es bastante nítida. Obviamente, en economía no existe los experimentos cruciales.

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El cristinismo fue el punto de de bifurcación a partir del cual el resto de América Latina mantuvo la estabilidad y Argentina no. Aparece hoy que la figura emergente del pamperonismo es Axel Kicillof. De hecho, el presidente Donald Trump hizo alguna comparación con Zohran Mamdani, con el candidato a ser alcalde de Nueva York, a quien lo califica directamente de comunista. Acá en la Argentina se lo ha catalogado de soviético y de marxista, aunque él se autodenomina eh keinesiano. Así como tenemos un presidente que es extremo fundamentalista monetarista, ¿qué es económicamente que para vos Kicillof?

A mí no me gusta hablar de personas en particular. Déjame hablar de la mirada económica que transmitió el segundo gobierno de Cristina, donde obviamente Axel Kicillof tuvo una una gravitación importante. Ahí hay una idea donde el desarrollo económico tiene que estar principalmente liderado por el Estado. Hay una una visión donde el Estado cumple un rol más allá de lo que podría ser un un estado keynesiano. El Estado keynesiano dice que hay que estabilizar la macroeconomía, esa es una tarea fundamental.

Cuando hay tiempo de bonanza hay que ahorrar, no siempre gastar. Keynesianismo es ahorrar en las épocas buenas para las épocas malas se gasta. Pero también, en la mirada más desarrollista del Estado, hay tonalidades de qué nivel de intervencionismo tiene que tener el Estado. El Estado, para para mí, por ejemplo, tiene un rol muy importante en la promoción de la ciencia y la tecnología y en las políticas productivas. Ahora, yo creo que Kicillof es más intervencionista que Keynes. Yo transmito una idea incluso de de prejuicio respecto al rol del empresario.

Yo recuerdo que Alfonso Prat Gay en su estudio tenía estaba todo decorado con reminiscencias de Keynes. Pero Pray Gay y Kicillof parecen representar para la gente común ideas económicas distintas. Sin embargo, los dos se autoperciben keynesianos. ¿Keynes es finalmente un significante vacío?

Creo que que la exégesis nunca es buena, porque si no se convierte en religión. Cada uno tiene su Keynes, qué le dejó la lectura de Kanes.

Claramente Keynes especie de monstruo para Milei. Con sus matices y tonalidades, los keynesianos son comunistas para Milei. Para el CEDES, Keynes es un economista bien importante.

Sí, para todo el mundo. Lo excéntrico, sin carga peyorativa, es la mirada libertaria. Estados Unidos es keynesiano, la Reserva Federal de los Estados Unidos es keynesiana. Todos los bancos centrales del mundo son keynesianos.

¿Decir "soy keynesiano no alcanza a definir?

No, yo creo que las etiquetas sirven para...

Pero algunas sí. La escuela austríaca es más especial.

Pero la escuela austríaca es muy acotada en su influencia

¿Es más pura?

Entre ellos tener sus discrepancias. Lo que pasa que uno lo ve de tan lejos que no ve los matices que pueden haber entre ellos. Pero lo lo que lo cierto es que la escuela austríaca no se estudia en las universidades del mundo.

Normalmente el ministro de Economía le lleva al presidente un plan, y el presidente le dice: "Pero yo tengo que ganar las elecciones". Ricardo Arriazu contaba que Alfonsín le pedía a otra cosa más, y que el presupuesto iba continuamente siendo modificado. Y decía que acá la diferencia es que cuando viene el ministro de economía, el Presidente le dice: "No, hay que cortar más todavía". ¿Cómo se reconcilia eso? ¿Es un presidente que sea economista y que juegue el papel inverso?

Aclaro que nunca estuve en la función pública, pero tengo muchos amigos, colegas, entonces estoy cerca. Yo creo que que el presidente tiene que ser un político, y el ministro de Economía también. Tiene que estar nutrido de técnicos muy solventes, pero finalmente hay un elemento decisorio que es eminentemente político.

¿El que representó eso fue Lavangna?

Sí, creo que es un ejemplo, claramente tenía ductilidad política. Cavallo también, venía de ser este Esos son los dos ejemplos más nítidos.

¿Hoy Luis Caputo es un ministro de economía o un secretario de finanzas, un trader?

No sé, porque lo que es un problema es tener un presidente que se te meta en la gestión, que sepa mucho economía o que tenga muchas convicciones. Por ejemplo, Horacio Rodríguez Larreta es economista, pero no hizo su carrera como economista.

Ser economista no es ser licenciado en economía de la misma forma que ser filósofo no es ser licenciado en filosofía, es haber dedicado tu vida a eso que es otra cosa.

Exacto. Y eso puede ser un problema porque nosotros somos gente por ahí se pasó 30 años estudiando, escribiendo, entonces tenemos un compromiso emocional con nuestras ideas muy fuertes. En cambio, un político tiene mucha más flexibilidad.

Tenemos un Presidente que es ministro de economía, un ministro de economía que es secretario de Hacienda. Necesitaríamos un ministro de economía que fuera político y un presidente que fuera político. No tenemos ninguno de los dos cargos ocupados por un político.

Yo yo soy un creyente en Adam Smith, que dijo que una aspecto muy importante del desarrollo es la división del trabajo porque la gente se profesionaliza en lo que hace. Este Gobierno es un gobierno que gana su elección por ser inexpertos, por no tener trayetoria política. Eso para mi siempre fue un problema, porque querramos o no, la salida de la Argentina va a ser con políticos.

Ayer, Alejandro Katz aquí decía que las habilidades que hacían falta para ser electo no son las mismas que luego hacen falta para gobernar y que ese era el problema entre la oferta y la demanda de la política.

Exacto.

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