En su última presentación como alta comisionada de Derechos Humanos de la ONU, Michelle Bachelet reveló presiones de China para que dejara en un cajón un informe aún no publicado sobre la situación de los derechos humanos en la región septentrional de Xinjiang, hogar de 12 millones de miembros de la minoría musulmana uigur. También le pidió a Vladimir Putin que cese la guerra en Ucrania.
Bachelet, en funciones en Ginebra, Suiza, hasta el 31 de agosto por decisión propia, dijo que las autoridades chinas le remitieron una carta rubricada por otros 40 países cuyos nombres no precisó en la que instaban a la ONU a omitir el informe.
Cuando visitó a China entre el 23 y el 28 de mayo, Bachelet recibió agrias críticas del Departamento de Estado de Estados Unidos y de organizaciones humanitarias como Amnistía Internacional y Human Rights Watch por su aparente tibieza frente al maltrato que dispensa el régimen de Xi Jinping a la minoría uigur, sometida a un estado policial de pleno derecho con controles y restricciones extensas en su vida religiosa, cultural y social.
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Entre 120.000 y posiblemente más de un millón de personas están en campos de detención, denominados campos de reeducación, destinados a cambiar su pensamiento político, sus identidades y sus creencias religiosas.
Bachelet, de 70 años, regresará en octubre a Chile. En el balance de sus cuatro años de gestión en el organismo, creado en 1994, la presidenta a Chile entre 2006 y 2010 y entre 2014 y 2018 confesó que desconocía quién ocupará su cargo. Hay unos 50 candidatos. El secretario general de la ONU, António Guterres, debe presentar los nombres ante la Asamblea General.
JL PAR