El editor periodístico Santiago O'Donnell puso el foco sobre la relación entre los periodistas y sus fuentes de información. "Para informar siempre se viola parte de la privacidad", aseguró. A su vez, en Modo Fontevecchia, por Net TV y Radio Perfil (FM 101.9), manifestó que lo importante no es el soporte "sino la información en sí misma".
Las filtraciones se volvieron una fuente para los periodistas. ¿Es más importante el contenido de los chats o que cómo fueron obtenidos?
Lo que dicen los chats es lo más importante. Es cierto que las personas que obtienen la información son criminalizadas, pero fueron publicados de manera legal.
Una cosa es la publicación y otra cómo surgen. ¿Cuándo se viola el límite de la privacidad?
Desde que se inventó el periodismo nos manejamos con fuentes confidenciales que nos dan información secreta que, obviamente, viola la privacidad, si no es imposible.
Hay una delgada línea entre la verdad y la traición. Para informar siempre se viola parte de la privacidad. Si se hace con una persona que nunca buscó exposición pública, ahí sí tiene que prevalecer. Pero un presidente o un ministro de Seguridad, por ejemplo, todo lo que hagan es de interés público. Lo que no se puede violar es la privacidad de una persona que no es pública.
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¿No está de acuerdo con la denuncia de Agustín Rossi contra los periodistas de Clarín y La Nación por filtrar nombres de agentes de inteligencia?
Debería leer la denuncia, pero los espías o agentes de inteligencia tienen derecho al anonimato porque pone en peligro su vida. Nunca voy a estar a favor de la persecución judicial a los periodistas. El derecho a la privacidad choca contra el derecho a la información. Otro ejemplo fue cuando se publicó que Cristina le dijo "pelotudo" a su personal. Y está bien que el público sepa, porque es una política importantísima.
Jorge Elías (JE): ¿Denunciar y amenazar a los periodistas en este caso puede crear autocensura?
Hay una diferencia muy grande entre espiar, que es darle información a otro país, y obtener información para que sea publicada. En Estados Unidos se aplican mucho esos cargos por espionaje, cuando lo que hicieron fue encontrar información de posibles crímenes de Estado.
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Fernando Meaños (FM): Si los chats fueron obtenidos de manera ilegal, ¿qué certezas hay de que su contenido no haya sido manipulado o editado para alentar determinados intereses?
Decir que se obtuvieron ilegalmente alienta a la idea de que no debería suceder, pero acá no hay ningún juicio que lo haya caratulado de esa forma ni se sabe cómo se obtuvieron. Es apresurado decir que las escuchas fueron ilegales.
Al ser periodista me puedo defender porque lo que busqué fue informar, sin publicar intimidades que no vengan al caso. Y además cuento con el derecho de no revelar mis fuentes. Cada vez es más fina la línea entre fuente y publicador.
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En este caso de las filtraciones, la verificación vino después, mediante los periodistas que fueron mencionados en el chat. Pero quizás en Perfil, tanto Jorge Fontevecchia como Rosario Ayerdi lo chequearon con anterioridad. Yo confío en la veracidad de los profesionales y los medios que trabajan.
Un ejemplo claro de credibilidad es Wkileaks, que ha publicado miles de documentos con un porcentaje de acierto más grande que el mismo New York Times. Los chats ayudan a reconstruir millones de cosas con pruebas, como el negociado de las grúas y el caso de Lago Escondido. Lo importante no es el soporte, sino la información en sí. Y cualquier fiscal o juez con ganas lo puede hacer.
AO JL