El editor en jefe de Wikileaks, Kristinn Hrafnsson, ultima los esfuerzos para alzar la voz por Julian Assange, el periodista y programador perseguido por Estados Unidos por haber publicado más de 250 mil cables diplomáticos y material militar clasificado que, entre otras cosas, expuso los crímenes de guerra de la primera potencia mundial en Irak y Afganistán.
No maten al mensajero. En el último tramo del 2022 las protestas por la libertad del fundador de Wikileaks fueron en aumento en las principales capitales del mundo luego de que Reino Unido autorizara la extradición a Estados Unidos el pasado junio. Allí le espera un juicio por espionaje y otros 17 delitos que podrían culminar en una pena de 175 años de prisión.
"Es parte de un ataque al periodismo, por lo tanto al proceso democrático y, al hacerlo, estamos hablando de un ataque contra nuestra civilización. Si Assange es extraditado para enfrentar estas acusaciones basadas en el espionaje, estarán llamando espionaje al periodismo", dijo Hrafnsson en una entrevista exclusiva con PERFIL.
En todas las manifestaciones se repite una imagen que interpela: la de Assange con la bandera estrellada del país de la libertad, esa que vemos en todas las películas de Hollywood, que en este caso le tapa la boca. La libertad de prensa, en tanto, se convirtió en el eje de la lucha por la liberación del multipremiado periodista, doce años después de que comenzara el proceso judicial en su contra que estuvo plagado de arbitrariedades.
Esta bandera la lleva Hrafnsson, el periodista islandés y amigo personal del fundador de Wikileaks que recientemente emprendió una gira por el continente con un objetivo claro: reunir apoyo político para presionar a la justicia británica a revertir su extradición a Estados Unidos, cuyo fallo es inminente. "Esto trasciende a Julian como persona. Trata sobre los principios básicos de las prácticas periodísticas que están bajo ataque", destacó.
Desde la redacción de PERFIL en la Ciudad de Buenos Aires, el portavoz del fundador de la organización que se animó a desafiar a la máxima potencia militar y regente de la seguridad internacional dio cuenta de las "horribles condiciones" a las que está sometido Assange, que permanece aislado en una cárcel de máxima seguridad en Londres, destinada a asesinos y terroristas.
El periodismo, un "arma contra los poderosos"
Saltando las denuncias sobre las condiciones infrahumanas que vivió Assange desde la filtración del material clasificado, el caso le sirvió para destacar al periodismo como un arma "contra los poderosos". Incluso contra aquellos gobiernos que se jactan de defender (y exportar) los valores liberales, como la justicia o la libertad de expresión, pero para lo que parecen tener una doble vara.
Respecto al trabajo periodístico, el editor en jefe contó su estremecedora experiencia en Bagdad, donde juntó testimonios e informes para sostener la publicación del tristemente célebre video Collateral Murder (asesinato colateral) difundido por Wikileaks que da cuenta del asesinato de civiles en manos de tropas estadounidenses en la guerra de Irak (2003-2011). El caso salpicó a todo el establishment local y generó un repudio internacional. "Sin dudas fue un crimen de guerra", aseguró.
Además, Hrafnsson denunció la existencia de lawfare "mafioso" e internacional contra un individuo orquestado por Estados Unidos y el Reino Unido, históricos aliados, y otros países como Suecia, que ostenta las mejores leyes en favor de la libertad de prensa. "Cada vez más periodistas son víctimas de demandas de ese estilo", indicó.
Por otro lado, reflexionó sobre la utilización de esta práctica judicial sobre líderes políticos, entre ellos Lula da Silva y Cristina Kirchner. "Hay un ángulo politizado en el procedimiento y eso es preocupante", dijo en relación a los juicios contra la vicepresidenta argentina.
"Asesinato colateral": el trabajo periodístico de Wikileaks en Irak
El elegido para alzar la voz de Assange a contrarreloj no fue cualquiera. Hrafnsson, periodista de investigación islandés, tuvo un rol fundamental en la publicación del escandaloso video que situó a Assange como enemigo público número uno de Estados Unidos, incluso a la par de Al Qaeda.
"La publicación de este video y los informes militares hizo explotar la narrativa de la guerra en Irak y Afganistán por completo. Expuso el nivel de criminalidad de la guerra, la disparidad de poder entre un ejército imperialista masivo y la gente en el piso que eran masacrados", cuenta Hrafnsson, recordando esa experiencia.
El periodista contó que fue elegido por el propio Assange para viajar a la capital iraquí a recolectar testimonios, informes médicos y documentos que permitieron constatar la veracidad de la pieza por la que Wikileaks saltó a la fama mundial en abril de 2010. El video, que parece sacado de un videojuego, muestra a dos helicópteros disparando contra civiles que hirieron a dos menores y asesinaron, entre tantos, al padre de ellos y dos periodistas de la agencia Reuters.
"Conocí a esos niños, no recibieron compensación ni reconocimiento de que habían sido víctimas de un crimen de guerra, algo que fue totalmente descartado a pesar de que está en línea y ha sido visto por millones de personas. La impunidad de ese acto es totalmente inaceptable. Todavía tienen cicatrices en su cuerpo y en sus almas debido al incidente. Lo único que pudimos llevar a esas víctimas fue hacer que se dieran cuenta de que habían sido agraviadas. De eso se trata el periodismo", contó.
"Lo llaman espionaje pero es venganza"
El video fue uno de los documentos publicados durante el "Cablegate", la megafiltración de 250 mil cables diplomáticos con 274 embajadas, informes militares confidenciales y secretos, que dieron cuenta de la política exterior estadounidense entre 1966 y 2010 y que sirvieron de base de la acusación.
Los fiscales de Estados Unidos afirman que Assange, como director de la organización, conspiró con la analista de inteligencia militar Chelsea Manning para obtener información clasificada, y que la publicación de estas pruebas supuso un "peligro para la ciudadanía". "Lo llaman espionaje, pero en esencia es simplemente venganza", manifestó Hrafnsson respecto a la represalia del gobierno estadounidense contra el activista. Dicho sea de paso, Assange jamás ejerció el periodismo en territorio norteamericano, por lo que a priori esa jurisdicción no le corresponde.
El viaje de Hrafnsson a Latinoamérica, concluido en el último mes del 2022, fue más que positivo. Logró un apoyo unánime de líderes políticos del calibre de Lula da Silva o Cristina Kirchner que instó a otros jefes de gobierno, como el primer ministro de Australia, a sumarse por primera vez al pedido de la defensa de Assange.
"Se trata de un ataque a un individuo sobre la base de venganza. Es enviar la señal de 'no denunciar nuestra verdad si son inconvenientes o perjudican nuestros intereses'. Esa es una señal que se envía a todos los periodistas en todo el mundo", cerró.