No cesa la ola de tiroteos en Estados Unidos. Ayer, un hombre armado con un rifle abrió fuego dentro de un centro de salud en Tulsa, la segunda ciudad más grande del Estado de Oklahoma. Hubo cinco muertos. Entre ellos, el tirador, un hombre afroamericano de entre 30 y 40 años. Aparentemente se suicidó. En el ataque dejó un tendal de heridos. Es el segundo suceso de estas características en el país en menos de dos semanas.
La policía debió ir piso por piso y habitación por habitación para rescatar a las personas internadas o que habían ido para revisiones médicas. A eso de las 17.30, la policía recibió un llamado sobre un hombre armado con un rifle en el Edificio Médico Natalie, del Hospital Saint Francis. Ese edificio alberga un centro de cirugía ambulatoria y un centro de salud mamaria.
Desde la matanza de 19 niños y dos docentes en la escuela primaria de Uvalde, Texas, hace 8 días, no han dejado de reportarse tiroteos masivos en el país. El tiroteo de ayer coincide con el aniversario de la peor masacre racista de Tulsa, en 1921. Ocurrió en un próspero barrio de población negra conocido como el "Wall Street negro".
Otro tiroteo en una universidad sacudió a los Estados Unidos
Todo empezó con el rumor de que un joven negro había atacado a una chica blanca en un hotel del centro de Tulsa. El 30 de mayo de ese año, por la mañana, Dick Rowland compartió el ascensor de un hotel del centro con una mujer llamada Sarah Page.
Los relatos sobre el incidente fueron creciendo. La policía arrestó a Rowland al día siguiente. En el tribunal debió reforzar la seguridad para evitar que lo linchara una turba de blancos.
Hubo disparos. Los negros, que eran minoría, comenzaron a replegarse hacia el distrito de Greenwood, conocido como el "Wall Street negro" por la abundancia de negocios y su prosperidad económica. Temprano, en la mañana del 1 de junio, Greenwood fue saqueado y quemado por alborotadores blancos. El entonces gobernador de Oklahoma, James Robertson, declaró la ley marcial y desplegó la Guardia Nacional. Un día después del estallido racial, la violencia cesó.
JL PAR