Juan Manuel Álvarez Echague, abogado tributarista y especialista en finanzas públicas, analizó el nuevo régimen de Impuesto a las Ganancias incluido en la Ley de Inocencia Fiscal y sostuvo que “es un blanqueo hacia el futuro”. En diálogo con Modo Fontevecchia, por Net TV y Radio Perfil (AM 1190), señaló que el eje del proyecto es la declaración jurada simplificada, cuestionó su falta de seguridad jurídica y afirmó que puede generar consecuencias negativas a mediano plazo.
Juan Manuel Álvarez Echague es un reconocido abogado, especialista en derecho tributario y finanzas públicas. Cuenta con una vasta trayectoria académica. Es autor de varios libros y artículos especializados. Además, forma parte del estudio jurídico Álvarez Echague y Asociados, especializados en asesoramiento positivo y defensa legal. Adicionalmente, ejerce como profesor de posgrado en diversas universidades argentinas.
¿Cuál es su evaluación de la nueva ley aprobada de Inocencia Fiscal, tanto en sentido teórico como en sentido práctico?
La ley de Inocencia Fiscal tiene varios aspectos, algunos positivos y algunos claroscuros. Los aspectos buenos son la elevación de los umbrales mínimos en la ley penal tributaria, modificación del Código Civil y Comercial intentando aunar los plazos de prescripción en todo el país. El eje central del proyecto es la declaración simplificada del Impuesto a las Ganancias porque todo lo que está alrededor intenta fortalecerla.
Yo lo llame en su momento un neoblanqueo, o un blanqueo a medias. Esto lo dijo el Presidente de la Nación. No estoy diciendo nada que no haya dicho el propio Presidente. Lo dijo en una nota que leí en mayo de este año. No es un blanqueo tradicional porque los blanqueos tradicionales tienen una amnistía y operan hacia el pasado. Es decir, tiene la potestad de amnistiar ciertos delitos. En los blanqueos se amnistía el delito de evasión tributaria y otros delitos cambiarios y otros conexos, y es para la incorporación de bienes que el contribuyente poseía con anterioridad, que no había exteriorizado al fisco y que, bueno, se le daba la posibilidad, con un perdón, de hacerlo.
Esto es diferente. Opera en la práctica como una especie de blanqueo, pero ese blanqueo es a futuro, es para gastos que se realicen de ahora en adelante, o en la declaración jurada o que se contengan en la declaración jurada de mayo o junio del año próximo. Y además está pensado, lamentablemente desde mi perspectiva, para beneficiar a quienes han delinquido. Esto es claro porque algunos han planteado que en realidad es para beneficiar a aquellos que compraron dólares cuando había restricciones, como existen hoy para el acceso al mercado libre de cambios. No hay un mercado libre de cambios, sino que tiene restricciones, las tenía mucho más antes, y que esa gente ahorró en dólares entonces para que los pueda usar.
Si usted tiene su declaración jurada, expuestos ahorros en dólares o en pesos, están declarados, es lo mismo. Los dólares en el colchón son dólares no declarados. Quienes tienen dólares no declarados son sujetos que no cumplieron con sus obligaciones tributarias, no los declararon de forma completa y han ocultado parte de sus ingresos al fisco, que los transformaron en ahorros. Yo no quiero hacer un dilema moral de esta cuestión. Esto es un hecho, esto es una realidad y esto es lo que surge de la normativa que está vigente.
Entonces, lo que están proponiéndonos, sin decirlo, porque creo que para el Gobierno sería muy complicado decir que va a un nuevo blanqueo, es que el Presidente se sinceró en esa nota que refiero, pero que la mayoría desconoce. Dicen: “No, esto no es un nuevo blanqueo”. Esto se parece mucho a un blanqueo, pero es un blanqueo hacia el futuro y que nos invita a vivir al margen de la legislación tributaria.
El esquema se apalanca en una declaración jurada simplificada que van a poder hacer personas con ingresos de hasta 660.000 dólares anuales al tipo de cambio del día de ayer, del dólar blue. No estamos hablando de pequeños o medianos contribuyentes, son grandes contribuyentes. Son cincuenta y pico de mil dólares por mes de ingresos y quien se adhiera a la declaración jurada simplificada puede tener un patrimonio de hasta 6.600.000 dólares.
¿Y qué va a pasar? El fisco le va a proponer una declaración jurada de acuerdo a los cruces de información que tenga, que cada vez son menos porque se han relajado, y el sujeto que se adhiera va a tocar el "enter" en esa declaración jurada y, si la paga, va a tener efecto liberatorio del pago y va a tener una presunción de exactitud de sus declaraciones juradas, incluida la de IVA, por los períodos anteriores. Lo llamo tapón fiscal. Esto puede ser positivo en otro contexto, no en el actual.
Digo que invita a vivir al margen de la legislación tributaria porque lo que nos propone el fisco es que no va a mirar nuestro consumo. Esto es una cuestión técnica, pero lo que nos dicen es que no van a mirar cuánto gastamos en los consumos cotidianos que tenemos de nuestra vida diaria, como las expensas o el colegios de nuestros hijos. Pero tampoco van a mirar la incorporación de bienes. Están proponiendo gastar todo lo que quieras, sin a mirar las diferencias patrimoniales.
De hecho, la ley expresamente dice que a quienes se adhieran a este régimen simplificado, que solo pueden ser personas humanas, no va a operar la presunción que establece la ley de procedimiento tributario para determinar si una declaración jurada es exacta o no es exacta, que tiene que ver con los incrementos patrimoniales no justificados. Yo puedo tener ingresos declarados por un millón de pesos por mes, pero voy a tener consumos que pueden ser de 12 millones, 15 millones o 20 millones y nadie los va a mirar. Esto es lo que nos están proponiendo, con muy poca seguridad jurídica.
Esto no va a ser unánimemente utilizado ni mayoritariamente utilizado. Esta no es mi opinión. Me he equivocado en varias opiniones porque creía que este proyecto no iba a salir y salió. Creía que este proyecto iba a tener debate en las comisiones y no lo tuvo, y en el Senado y en los plenos tampoco. No va a ser tan utilizado porque no hay seguridad jurídica para poder utilizar esos ahorros no declarados. Puede haber consecuencias porque las facultades del fisco se mantienen intactas, y solo nos dicen que quedan latentes en caso de que uno adhiera a este sistema, salvo que operen estas discrepancias significativas. Pero si usted compró un bien y esa persona que le vendió ese bien después pasa a estar en la base de las facturas apócrifas, eso va a hacer caer, por una factura de peso, la adhesión al régimen simplificado. Entonces, el esquema está pensado para movilizar la economía, para que circulen los dólares que evidentemente le faltan al sistema, al Gobierno, a nuestro país.
Nos están llevando a un supuesto cambio de paradigma, como hablan muchos, inclusive muchos colegas, periodistas y los propios senadores y diputados. Las discusiones en el Senado y en la Cámara de Diputados, lamentables, por cierto, hablaban de un cambio de paradigma. Las declaraciones juradas siempre se presuponen ajustadas a lo que la ley dice y el fisco las puede impugnar en caso de que tenga indicios de que esa declaración jurada no es verdad. Esto sucede en el régimen general de quienes pagamos Impuestos a las Ganancias, como nosotros dos seguramente, pero va a pasar lo mismo con la declaración simplificada del Impuesto a las Ganancias. Va a ser una presunción de veracidad, pero va a poder ser impugnada, va a poder caer.
“No esperaría un aluvión de dólares en lo inmediato”: cautela del mercado ante la inocencia fiscal
Estamos frente a una reforma laboral que parte de este diagnóstico de que el sistema actual no funciona porque la mitad de las personas no están registradas. Muchos especialistas en temas laborales explican que el problema no es laboral, sino tributario, porque para pagar sueldos en negro hay que tener ventas en negro. Algunos laboralistas dicen que la gente vende en negro para pagar en negro. Podríamos decir que un tercio de nuestro producto bruto es negro. ¿Cómo tendría que ser la reforma tributaria y qué conexión con la reforma laboral tendría que tener para solucionar el problema estructural que tiene la Argentina?
Un estudio del IARAF (Instituto Argentino de Análisis Fiscal) habla de 26 puntos del producto en negro. Segundo, en el proyecto de reforma laboral, eh, se incorporaron unos artículos que reducen la carga tributaria para ciertos tramos del impuesto a las ganancias. Esto es francamente inconstitucional. Esto es un punto que quiero dejar en claro, porque he escuchado a algunos constitucionalistas o pseudoconstitucionalistas decir que solo debe ingresar por Diputados aquello que es una iniciativa en materia de impuestos. Es un error de entrar este proyecto por Diputados porque cualquier tema tributario debe ir por ahí.
Ahora, está claro que tenemos que hacer una reforma tributaria, pero el Gobierno ya la dilató para fines del año próximo. La gran pregunta que debemos hacernos es si queremos una reforma tributaria en Argentina. Todos, desde la academia por lo menos, bregamos con que es una necesidad. Ahora, el tema es cómo queremos hacer una reforma tributaria en Argentina. Si la reforma tributaria va a tener un condimento en el que a quienes más tienen les reducimos la carga tributaria y la seguimos incrementando sobre quien menos tiene, esto no es un sistema que me satisfaga.
De hecho, el Gobierno ha hecho trascender que quiere eliminar el régimen de monotributo. Un sistema que puede ser perfectible, sin dudas, que habría que corregir, pero que ha dado muchos beneficios para los pequeños y medianos contribuyentes. Creo que una reforma tributaria no puede empezar si no debatimos el federalismo fiscal en Argentina, porque la culpa de todos los males la tienen las provincias y ahora los municipios, con cargas tributarias que son infinitamente inferiores a la Nación.
Lo que tenemos que entender en este sistema es que tenemos que debatir la ley de coparticipación. Nuestro federalismo fiscal está en crisis hace mucho tiempo.Esta reforma tiene que ser integral, en serio, integral, porque ni siquiera la reforma de Mauricio Macri, de la que se habló como una reforma tributaria, fue integral. Fueron más parches. Creo que tenemos que ponernos a debatir y a debatir cómo se hizo con el Código Civil y Comercial en Argentina. Ese código se discutió a lo largo de un año y medio en todas las instituciones, en las universidades y en todos los ámbitos donde había interés en participar del debate.
Nuestra sociedad tiene que ser parte de esta reforma tributaria y esta reforma tributaria tiene que simplificar; siempre es bienvenida la simplificación, no con las declaraciones juradas simplificadas de ganancias que nos propone el proyecto de inocencia fiscal, pero siempre bienvenida la simplificación y, esencialmente, la seguridad jurídica. Cada contribuyente debe saber qué pagó, si lo pagó bien, que se termine el debate y no que se abran un montón de opciones sobre las cuales tiene que seguir discurriendo el contribuyente, debatiendo en lugares donde a veces es complicado, como las provincias, donde los poderes judiciales son más que benévolos con los gobernantes o con los gobiernos de turno en cada jurisdicción.
Entonces, hay que replantear el esquema. Yo creo que es un momento oportuno el año que viene, porque estamos frente a un Estado nacional que pretende desprenderse de un montón de las funciones que siempre entendimos que le eran propias, como la obra pública. Hay que barajar y dar de nuevo en materia de federalismo fiscal y en materia de competencias tributarias. Que se las queden quienes quieren ejecutar esas funciones, las provincias, los municipios, que el Estado nacional resigne su masa coparticipable, que hasta ahora no lo ha hecho, y que de esa manera podamos empezar a hablar de una reforma tributaria.
Todos anhelamos una baja de la presión tributaria, que también sería para discutir si Argentina tiene una presión muy alta o muy baja. Yo creo que no es muy alta, tampoco muy baja, pero no es de las más altas del mundo, como se dice livianamente y sin ningún tipo de sustento científico. Desde la academia estamos proponiendo permanentemente diferentes aspectos a reformar, pero sí tiene que haber algo que sea claro: progresividad en el sistema tributario. El que más tiene, más tiene que pagar. Tiene que tener certidumbre de cómo paga, pero tenemos que apuntar a ir por ese camino, pero sin revisar el federalismo fiscal, sin sincerar este problema, no hay reforma tributaria que valga. Nos proponen superbases, IVA mochila, todo eso no se puede realizar en la Argentina sin un acuerdo fiscal entre las 24 jurisdicciones locales y la Nación, además de la participación de los 2.300 municipios que tiene Argentina. Entonces, nos ponen a debatir temas que son inaplicables.
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