Vladimir Putin lleva en un bolsillo una rama de olivo y en el otro un nuevo misil balístico intercontinental con capacidad para portar hasta 15 cabezas nucleares. En medio del asedio a Ucrania, las propuestas de negociación entregadas a su par Volodimir Zelenski significan lo mismo que preguntarle a un condenado a muerte si prefiere un tiro en la sien o una inyección letal.
Volodimir Zelenski aceptó el reto. Lo interpretó como una respuesta a sus propias propuestas, mientras el mundo actúa según sus intereses frente a una tragedia que considera ajena. La sensibilidad no comulga con las razones geopolíticas.
Rusia aseguró esta mañana que cayó en sus manos Mariúpol, sobre el Mar de Azov. Les envió felicitaciones a los suyos y garantizó la vida de unos 2.000 ucranianos que aún se resisten a aceptar la virtual derrota.
El Pentágono, mientras tanto, concentrado en el envío de armas a Ucrania, ha procurado quitarle hierro al lanzamiento de prueba del misil balístico intercontinental Sarmat, llamado Satán II, y las amenazas de alcanzar una distancia de 17.000 kilómetros y destruir con sus 15 cabezas nucleares una superficie del tamaño del estado de Texas. Algo así como 700.000 kilómetros cuadrados, más de dos veces la provincia de Buenos Aires.
Volodimir Zelenski ofrece intercambiar un aliado de Vladimir Putin por ucranianos cautivos
De aceptar Zelenski las propuestas de Putin, Ucrania quedaría fuera de cualquier bloque como un Estado neutral, desmilitarizado, sin la anexionada península de Crimea ni la región del Donbass, y con el ruso como idioma oficial.
JL PAR