OPINIóN
42 años de la guerra de Malvinas

Bautismo de fuego y el hundimiento del Belgrano

El 1 de mayo de 1982 se inició la guerra y fue el bautismo de fuego de la Artillería Antiaérea del Ejército. El 2 de mayo en horas de la tarde, el Belgrano, que navegaba hacia la costa argentina, fue alcanzado y hundido por dos torpedos lanzados por el submarino nuclear Conqueror. Hoy, hechos casi desconocidos.

ARA Gral. Belgrano
ARA General Belgrano | Cedoc Perfil

Hay temas medulares que a lo largo del tiempo parecen diluirse y quedan como mitos mudos y casi desconocidos. Tal el caso del bautismo de fuego de la Artillería Antiaérea del Ejército y el hundimiento del Crucero Gral Belgrano.

Desde fines de abril de 1982 se encontraba en condiciones de operar en Puerto Argentino un Sistema Conjunto de Defensa Antiaérea, compuesto por armas y radares modernos, que dirigió las incursiones de nuestra Fuerza Aérea y Aviación Naval, proporcionó ayudas de aeronavegación y posibilitó operaciones de búsqueda y salvamento. Estaba conducido por el teniente coronel Héctor L. Arias, el capitán de corbeta Héctor Silva y el mayor Hugo Maiorano. El despliegue de los medios proporcionó una eficaz “sombrilla antiaérea” a los medios emplazados en la zona.

El 1 de mayo se inició la guerra y fue el bautismo de fuego de la Artillería Antiaérea del Ejército. A las 04.40 un bombardero de gran altura (Vulcan XM 607) lanzó sobre la península del aeropuerto 21 bombas de mil libras cada una, en la operación de bombardeo más importante realizada después de la Segunda Guerra Mundial. La máquina fue detectada por los radares de vigilancia aérea (200 millas), pero no entró dentro del alcance de los sistemas de armas del Ejército: misiles Roland (6 Km) y cañones antiaéreos Oerlikon-Contraves de 35 mm (4 Km). Las bombas hicieron estragos en las instalaciones, pero solo una de ellas dañó parcialmente la pista, que quedó operable durante todo el conflicto. A las 07.45, presencié el primer ataque –en vuelo rasante– de cuatro bombarderos Sea Harrier, sobre el aeropuerto. A las 08.45 se produjo un segundo ataque con cinco máquinas. En esas acciones, nuestros medios derribaron dos aviones y un tercero se alejó aparentemente averiado. El estadounidense Thomas Milton afirmó: “Los artilleros antiaéreos argentinos demostraron una peligrosidad tal que obligó a los británicos a volar a gran altura, fuera del alcance de sus misiles y cañones”. Otros aseguraron: “… en lo que respecta a su sistemas antiaéreos, los argentinos estaban capacitados, y emplearon eficientemente sus medios (Armada Internacional, París, enero/ febrero 1983). Los derribos británicos en el conflicto se aprecian en 14/15 aviones, y 30 helicópteros en distintas circunstancias.

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El 25 de abril, el general Oscar Jofre –comandante de la Agrupación Ejército– me llamó a su puesto de comando en mi calidad de coordinador de los fuegos terrestres, y me dijo: “Tengo información de que vamos a disponer del crucero Belgrano en la rada del puerto”. Para mí fue una gran noticia, pues nuestra artillería solo disponía en ese momento de obuses de 105 mm y 10,2 km de alcance, y el crucero, de 23 cañones de superior alcance y calibre; y además reforzaba nuestra protección antiaérea por contar con un sistema misilístico mar-aire de reconocida eficacia. Fuentes británicas coinciden con mi opinión: “El más lógico empleo para el General Belgrano hubiera sido como batería flotante en Puerto Stanley (SIC), donde sus cañones y misiles constituían una útil ventaja para los defensores; y podría continuar el combate aún si hubiera sido hundido en las poco profundas aguas del puerto” (English, A. and Watts, A., Battle for the Falklands, Pág.22).

El 2 de mayo en horas de la tarde el Belgrano, que navegaba hacia la costa argentina, fue alcanzado y hundido por dos torpedos lanzados por el submarino nuclear Conqueror, perecieron 323 de sus 1.093 tripulantes. Estaba en aguas internacionales, y fuera de la“zona de exclusión” de 200 millas declarada unilateralmente por el Reino Unido; según algunas fuentes, carecía de medios de detección y armas submarinas modernas e iba escoltado por dos corbetas. Un experto en guerra electrónica, Mario De Arcángelis, dijo: “…el crucero había utilizado, empero, la radio y el radar sin demasiada discreción, tal vez desconociendo que sus emisiones electromagnéticas estaban siendo regularmente interceptadas por la red de escucha estadounidense, a la que el Reino Unido tiene normal acceso como país perteneciente a la OTAN (Historia de la guerra electrónica, pág. 342).

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Disiento con lo expresado, porque no dudo de la profesionalidad del comandante de la nave, capitán de navío Héctor Bonzo, y su tripulación. Se trató de un hecho de guerra, amparado en el Capítulo 7- Artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas. Comparto por lo expresado al respecto por el vicealmirante argentino Juan J. Lombardo: “En circunstancias similares, yo hubiera ordenado el hundimiento de un hipotético crucero General Belgrano de la flota inglesa, simplemente porque era una guerra”.

El hoy emblemático crucero había sido botado en Estados Unidos en 1938 bajo el nombre de USS Phoenix; participó en la Segunda Guerra Mundial, incluido el ataque japonés a la base aeronaval de Pearl Harbor el 7 de diciembre de 1941. Al ser incorporado a nuestra Armada en 1951, fue bautizado como ARA 17 de Octubre. En septiembre de 1955, se lo rebautizó como ARA General Belgrano.

El viejo crucero yace con parte de su tripulación en las gélidas aguas de nuestro mar austral, y su ubicación ha sido, con justicia, declarada “lugar histórico nacional y tumba de guerra” por Ley Nacional 25554/2001.

*Ex Jefe del Ejército Argentino, veterano de la Guerra de Malvinas y ex Embajador en Colombia y Costa Rica.