La opinión pública es fluctuante y volátil. Las personas estamos en constante movimiento y, aunque a veces no plenamente conscientes de ello, modificamos nuestra opinión sobre algunos temas casi cotidianamente.
En las últimas semanas, los medios se han hecho eco de los altos niveles de imagen positiva de Alberto Fernández en el contexto de la pandemia de coronavirus. Si bien puede sorprender el hecho de haber alcanzado niveles similares a las valoraciones máximas de Raúl Alfonsín y Néstor Kirchner, esta situación no es del todo novedosa.
De la “luna de miel” a la“reunión detrás de la bandera”
La significativa mejora de su imagen tiene dos aristas a destacar. En primer lugar, era esperable que subiera una vez resultase ganador de la contienda electoral. Esto no es una novedad casi para ningún presidente, quienes una vez consagrados ganadores, son capaces de cosechar apoyos incluso entre quienes no los votaron.
Una crisis que le dio vida al Presidente
Esto tiene lugar en el marco de la popularmente conocida“luna de miel” que se da entre los electores y el presidente, un período que suele abarcar aproximadamente 100 días, y en el cual se produce una suerte de encantamiento entre quien resultó ganador y los electores. Algunos vinculan este efecto con el clásico refrán de los “amigos del campeón”, en virtud del cual todos nos sentimos (o pretendemos ser) amigos de los ganadores, percibiendo que si estamos “cerca” de ellos, parte de su éxito nos envuelve. La contracara de esto es evidente: nadie quiere a los perdedores, o como suele manifestarse en términos electorales, “yo no lo voté”.
En el caso de Alberto, ya se había percibido un incremento notorio en su imagen positiva una vez conocidos los sorpresivos y abultados resultados de las PASO. La elección de octubre no alteró mucho estos valores, ya que desde agosto los electores creían que iba a ser el próximo en sentarse en el Sillón de Rivadavia. Sin embargo, luego de su asunción y hasta mediados de febrero su imagen siguió creciendo hasta rozar los 60 puntos. La “luna de miel” parecía haber alcanzado su cenit.
La segunda arista a destacar en este crecimiento de la imagen positiva de Fernández, es el inesperado nivel alcanzado y la velocidad con el que lo ha hecho. Un crecimiento que, evidentemente, coincide con el período de crisis a raíz de la pandemia del covid-19.
En comunicación política existe un efecto extensamente estudiado que explicaría lo que les ocurre a las imágenes de los líderes en situaciones de crisis originadas en factores externos. Es el conocido Rally 'Round the Flag, lo que en español podríamos traducir como “reunión detrás de la bandera”. Este efecto plantea que un liderazgo efectivo en situaciones críticas como un atentado –Bush en 2001-, un ataque militar –Roosevelt con Pearl Harbor-, una guerra –Churchill con la Segunda Guerra Mundial-, o una pandemia global como la actual, puede ver incrementado su respaldo cuando logra que los electores perciban la necesidad de estar unidos patrióticamente. En otras palabras, el grupo se unifica frente a amenazas externas detrás de un líder fuerte.
Alberto Fernández anuncia con Kicillof y Larreta la nueva fase de la cuarentena
Existe por ello cierto consenso en atribuirle a la crisis desatada por la pandemia, el crecimiento de la imagen positiva del presidente. Siguiendo los datos De Ricardo Rouvier y Asociados (encuesta telefónica nacional de 1200 casos realizada entre el 25 de abril y el 3 de mayo), es notorio como en escasas semanas, la imagen positiva del presidente se engrosó en más de 10 puntos.
Claro que sería injusto no reconocer el mérito del propio Fernández en la forma de afrontar la crisis, con un estilo y semblante que pareció conectar con las emociones de los ciudadanos. No todos los mandatarios, ante una situación similar, han visto aumentar su imagen positiva. Ahí está el caso de Bolsonaro en el vecino Brasil para patentizarlo.
¿Hasta cuándo?, esa es la cuestión. Los electores de todo el país están interpelando a sus líderes para que se tomen esta situación con responsabilidad y actúen en consecuencia. Según datos de IPSOS, 7 de cada 10 argentinos ven al covid-19 como una amenaza para el país, y 5 de cada 10 una amenaza para sus familias. Sin embargo, si se les pregunta sobre una nueva extensión de la cuarentena –según Rouvier- 4 de cada 10 están de acuerdo, mientras que 5 de cada 10 creen que hay que flexibilizarla.
Peste, disciplina y sueños políticos
Intentando encontrar explicaciones de nuestro pasado y viviendo en la vorágine del presente, no caben dudas que la gran incógnita que nos mueve a los seres humanos modernos radica en el futuro, ya de por sí cargado de incertidumbre en tiempos de una normalidad que ahora anhelamos. Es de suponer que por Balcarce 50, el futuro sea visto por estos días con mayor ansiedad que para el resto de los mortales, ya que de esta situación el presidente podría salir muy beneficiado o perder una oportunidad histórica.
Por lo pronto, las tendencias están marcando que el crecimiento que venía experimentado la imagen presidencial comienza a decrecer, y no sólo por cierta saturación en relación al aislamiento. Si bien como señalan datos de Rouvier, a 8 de cada 10 argentinos les genera seguridad la forma en la cual el gobierno está tratando el problema, la agenda de las personas y los elementos con los cuales ellos forman su imagen del presidente no se limitan al covid-19. Eventos como los del penal de Devoto, la liberación de presos, los sobreprecios en la compra de alimentos, los recortes en los salarios de trabajadores surgidos a partir del acuerdo entre gobierno, centrales gremiales y empresarios, y la torpe implementación del pago a los jubilados de aquel “viernes negro”, han venido horadando lentamente la imagen del presidente.
Cómo reparar es la misión que plantea el coronavirus
Si bien la amenaza del virus –y la percepción de tal- no se ha disipado y la mayoría de los argentinos parece estar de acuerdo con las medidas adoptadas, sería un error que desde Casa Rosada se soslayaran otros temas que preocupan mucho a la opinión pública. Argentina muestra su abanico de problemáticas y dinámicas complejas que merecen ser abordadas para evitar un problema mayor.
*Leandro Bruni(@leandro_bruni) es politólogo, sociólogo, docente, investigador (UBA) y consultor político. Lucas Doldán(@lucas.doldan) es politólogo, docente, investigador (UBA) y consultor político.