Tiempos violentos que se veían venir. Malas políticas públicas de seguridad acompañadas de la consolidación de la pobreza en amplios y extensos sectores de la población de esta provincia amenazan ser un coctel explosivo del cual recientemente la población y los propios políticos tuvieron la oportunidad de visualizar “con pánico”.
Hace años escribí un artículo, adelantándome a los sucesos violentos de días pasados con relación a los saqueos y violencia organizada sobre todo tipo de comercios, que decía “la bomba del Gran Buenos Aires está por explotar”. Robo, pillajes y saqueos con olor a política. Más de 250 saqueos contabilizados, 80 o 90 detenidos sin que quede en claro quién fue el organizador. Productos de almacén, carne, bebidas, motos, armamento y drogas…todo un combo del que la seguridad publica tomó nota cuando se desbordó.
Hordas de delincuentes descerebrados, bandas organizadas, manipuladas en principio, con la seguridad de que nada les sucederá, y que nada pagarán ante la justicia. Ya se le pasó el tiempo de actuar preventivamente y apenas ahora puede dar respuesta tardía, mala y escasa, a los desmanes y saqueos. Sergio Berni y sus muchachos corren de atrás, o miran desde el helicóptero alumbrando la noche para las cámaras de TV.
¿Que nos proponen en materia de seguridad para la provincia los diferentes espacios políticos que pugnan por tomar el poder a partir de diciembre?
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Del oficialismo no podemos esperar mucho. Es el que está actualmente en el poder y es el que hoy está más enfocado en salvar la ropa de la economía que pensar en la seguridad pública. En verdad, dio muestras de que la seguridad pública poco le interesa. Un oficialismo propenso a actuar en favor de la delincuencia en lugar de cuidar al ciudadano común y trabajador.
A la vista está lo sucedido en cuanto a los saqueos y a la mala o nula formación, capacitación, y redistribución del personal policial en el territorio. Nada nos dicen para convencernos de que hicieron las cosas bien, o que iniciaron un camino necesario de transformación de las fuerzas del orden. Además, al gobernador no se le escuchó hablar de seguridad ni mencionó quien puede ser su ministro de seguridad cuando Berni ocupe otro lugar.
Por otro lado, del fenómeno político de La Libertad Avanza solo sabemos que una seria abogada compañera de fórmula presidencial será la encargada de la política de seguridad y defensa a nivel nacional, y que a nivel territorio bonaerense, si tienen la suerte de hacerse con la administración provincial, la responsabilidad caerá sobre una otrora víctima de la delincuencia, Carolina Píparo, pero de la que nada hemos escuchado en relación con un plan de seguridad alguno y transformación policial y enfoque contra el narcotráfico. Toda una incógnita que sería muy bueno desentrañar.
Hay una contrincante fuerte en Juntos por el Cambio que, a nivel nacional, cuando le tocó ser gobierno, supo canalizar las necesidades de la población en materia de seguridad e inició un plan de transformación de la seguridad pública en base a su rol de ministra de seguridad, con base a su capacidad de liderazgo y conducción.
Gran Buenos Aires, gran inseguridad
Una ventaja sobre los demás contrincantes, todas las fuerzas de seguridad, federales y provinciales le creen a Patricia Bullrich, reconocen esa capacidad y la defensa que hizo del hombre policía. En la provincia pareciera que el Intendente de Lanús, Néstor Grindetti con un manejo territorial consagrado y con un esquema de seguridad que se vio manchado en las últimas semanas, será el responsable de marcar el camino. Según sus dichos, el poder policial en manos de los intendentes será su norte. No mucho más por ahora.
Pero vayamos a la realidad. La muy mala gestión pública de la seguridad en esta geografía provincial, que no es propiedad solamente de este gobierno presente, sino que se arrastra desde hace décadas, nos indica que la proactividad y la prevención de la función policial dentro de la seguridad pública pareciera que dejó de ser una acción primordial y necesaria de la función.
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Los “pequeños políticos” sin coraje ni inteligencia que tuvimos y tenemos a cargo de la seguridad en la provincia, no supieron o no se animaron a dar una lucha real y verdadera frontal contra el narcotráfico y el negocio de estos, a los que la sociedad sufre, la política tolera y la policía cierra sus ojos.
Servidores públicos escasean. Funcionarios públicos funcionales a sus intereses, sobran.
El detonante serán millones de personas que claman por lo que les hicieron creer que les pertenece sin el menor esfuerzo, y que el estado paternalista debe darles. La mejor invitación a que la población se termine armando en defensa de sus intereses y vida. Nadie quiere ser cadáver al final del día.
Como lo dije hace años atrás: “El conurbano bonaerense es hoy un explosivo, una bomba, que los mismos que la crearon y mantuvieron expectante durante años, ahora se les quemaron los papeles y no encuentran los manuales donde dice cómo desactivarla”.
