“El destape” del cine español fue una respuesta tras el fin del franquismo en 1975, un acto de libertad, político y cultural donde se realizaron decenas de producciones caratuladas como eróticas, saturadas de cuerpos femeninos desnudos. No hay una fecha precisa de punto de partida y de final, más bien es un determinado período repartido entre dos décadas. Películas que habilitaron a pensar / crear / difundir un nuevo género cinematográfico, tras el fin de la represión y el inicio de la democracia: la transición. Si se quiere, trasladar a la imagen aquello que estaba prohibido.
También llamada “la españolada”, estos años se convirtieron en un momento bisagra de la industria cultural española. Para ilustrar de lo que se habla, el lector puede visualizar en la plataforma YouTube tres largometrajes. Elegir un corpus tan escaso no es representativo sobre un nicho tan amplio, pero acercan ideas. Es el caso de La muerte ronda a Mónica (1976), La masajista vocacional (1981) o ¡Qué vienen los socialistas! (1982); esta última protagonizada por un actor muy conocido en la Argentina y en la península ibérica, José Sacristán. Hay muchas más, claro.
En ese contexto, y visto desde este 2025, muchos casos (para no decir una cantidad enorme) cosificaron el cuerpo de la mujer. Las escenas de los films mostraban una narrativa particular y repetitiva. Abundaban una escala de planos exhibiendo bustos, entrepiernas y colas, en el transcurrir de tramas sencillas, cómicas y por momentos absurdas. La carne como Dios la trajo al mundo al servicio de la imagen. Un sin fin de esos fotogramas que en la actualidad invita a la reflexión, a los modos de savoir faire un film.
Pero tampoco ese destape era igualitario en términos de género. La genitalidad masculina no se representaba de igual forma, más bien se tapaba; un poco de contradicción. Ellos no estaban “ligeros de ropa”, como se menciona en artículos al navegar por la web. Expresión poco feliz, pero popular y cotidiana para clasificar o definir cómo era un personaje femenino, o lo que se veía de él.
Destapar equivale a abrir: una puerta, una olla, una cultura, algo oprimido"
Y luego la repetición: chistes, muecas, exageraciones, machismo, patriarcado, una mujer sumisa. Incluso se pueden encontrar frases tales como “una mujer que piensa, siempre es un peligro”. No solo era el cuerpo, sino el humor. Visto con retrospectiva, estas producciones mayormente abarcaron casi una década, de mediados del 75´ al 83´ aproximadamente, proponían historias rápidas, fáciles de entender, camufladas en un audiovisual “precario”, denominado también “S” (por sexual).
Para entender los géneros cinematográficos es menester comprender los tiempos y la historia, porque todo se nutre de un contexto. Destapar equivale a abrir: una puerta, una olla, una cultura, algo oprimido. La relectura ofrecida cincuenta años después de la muerte del dictador Francisco Franco permite no solo indagar esos relatos como industrias culturales, mercancías y estereotipos sino como algo muy importante para un país y el mundo: el acervo cultural.
En ese sentido, la comedia es un hilo conductor, uniendo partes, fotos y la intención de despertar goce y sonrisas en el público, siempre en el marco de esa liberación. Un entretenimiento como espejo de una sociedad.
Incluso, salvando las distancias y con un océano de por medio, se podría establecer coincidencias, pero en mucha menor medida, con las películas argentinas de Porcel y Olmedo. Aunque distintas, por sus formas y procedencias, hay allí un cercano paralelismo de humor, sonidos, gemidos, ridiculización de los gays y culto/manipulación obscena sobre los cuerpos de las mujeres.
La época de la transición tampoco fue todo lo mismo; no todos los gatos entran en la misma bolsa. Ese contexto social, posibilitando sacar a la luz deseos y expresiones, fue la semilla para otros artistas. Por citar algunos de los más conocidos, se encuentran Pedro Almodovar y su primer largometraje Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón (1980) o Arrebato (1979, disponible en Youtube), de Iván Zulueta; hoy película de culto a nivel mundial, protagonizada por el recientemente fallecido Eusebio Poncela y Cecilia Roth. Distintos directores, modos y necesidades, pero la libertad creativa al servicio del arte.
A propósito de ella, la actriz argentina, hace poco se estrenó Estado de Furia, una serie dirigida por Felix Sabroso, donde ella interpreta a una figura de “El destape”. Surge un dato: el valor de una época y su material de archivo para ser recreado en nuevas historias y audiovisuales medio siglo después. O la recreación de un mismo relato pero con otro punto de vista.
Hay una mirada negativa sobre aquella filmografía, imposible de hacer hoy y caer en la cultura de la cancelación. Cinco décadas alcanzan para observar no solo la evolución del cine, sino también de los tiempos. Detrás de toda esa desnudez, se escondía la represión que tiempo al tiempo dejaba atrás la oscuridad, sin dejar de lado cierto costumbrismo.
Una etapa para pensar la censura y lo que produce el fin de ella. Un material de archivo testigo del exhibicionismo, de la memoria y de las formas de los tiempos. Porque el cuerpo además de ser exhibido con o sin justificación de guión es un acto político. Revisitar el audiovisual de ayer, para repensar el cine de hoy.
*Periodista; crítico cinematográfico, autor de "El dedal", Mg. Comunicación Audiovisual (Universidad del Salvador)
