Los procesos eleccionarios siempre conllevan alguna cuota de sorpresa, y de alguna manera esa incertidumbre y adrenalina son un ingrediente que aporta expectativa. La elección de ayer no fue la excepción, si bien el resultado fue el esperado, dado que Alberto Fernández se alzó con el triunfo siendo a partir del 10 de diciembre el próximo presidente de nuestro país, la sorpresa para muchos, fue que la brecha de distancia entre Mauricio Macri y Alberto Fernández que se proyectaba aún mayor, en realidad de redujo. En las PASO de agosto, la fórmula Fernández Fernández se había impuesto con el 49,4% de los votos, mientras las fórmula Macri- Pichetto había alcanzado el 32,9%, es decir un diferencial porcentual de 16,5% de los votos. Muchas proyecciones auguraban una diferencia de 20 puntos para el 27 de octubre, cuando finalmente Alberto se impuso con el 48,1% de los votos frente al 40,4% de Mauricio Macri.
La brecha se acortó significativamente a un 7,7%, esto nos indica que el cambio de estrategia de Juntos por el Cambio tuvo aciertos
Entonces, ¿que pasó?, la brecha se acortó significativamente a un 7,7%, esto nos indica que el cambio de estrategia de Juntos por el Cambio tuvo aciertos y encontró su objeto mágico, un #Sisepuede pero esta vez cargado de cierto simbolismo, fuera del mundo digital y anclado en el territorio, porque en definitiva la mística y el folclore político nació en la calle y sigue estando allí (a pesar de haber incorporado todos los canales virtuales). La elección es emoción, y la apuesta de Macri incorporó la identidad peronista de los actos, del contacto, y allí apareció una especie de liderazgo. Las motivaciones electorales, psicológicas, emocionales, son estudiadas y muchas veces difíciles de descifrar, porque si bien el eje económico estuvo presente en toda la campaña, frente a la difícil situación que atraviesa el país, con una crisis económica y social cruenta, indicadores negativos, inflación, desempleo, pobreza, y más, también es difícil leer este repunte, por eso, nunca subestimar al votante.
Estos resultados también pincelan que los antagonismos simbolizados con la famosa grieta, están muy lejos de superarse, más bien habrá que ensayar nuevas formas de convivencia. Hay diferencias tan profundas que van desde lo ideológico, como modelo neoliberal, a estado de bienestar, hay abismos entre verdes y celestes, no sólo la política, la sociedad entera tendrá un desafío impostergable de construir diálogos. También la clase política, intra espacios deberán encontrar los consensos para garantizar la gobernabilidad, y para llevar adelante un proyecto de país, que sin diálogo y acuerdos, parece una utopía. Acuerdos en prioridades pueden ser un punto de inicio.
Los antagonismos simbolizados con la famosa grieta, están muy lejos de superarse, más bien habrá que ensayar nuevas formas de convivencia
También el reordenamiento de quienes serán la oposición a partir del 10 de diciembre, es otro capítulo a escribir, los niveles de rechazo tanto de Macri como Vidal están a la vista (la elección en provincia de Buenos Aires dejó a Vidal muy abajo de las expectativas), y a priori no emerge ningún liderazgo que entusiasme, ni siquiera está claro el balance con los socios de la UCR que parecen aún mas rezagados.
Por lo pronto, iniciamos la transición, una nueva etapa comienza, con el Frente de Todos, quien en definitiva no solo leyó y entendió la demanda mayoritaria, sino que además, a pesar del horizonte gris oscuro, pudo inyectar esperanza, el motor que nos lleva a funcionar, soñar y festejar. Que viva nuestra democracia, con todos su parches y sueños rotos, sigue siendo hermosa.