OPINIóN
Política

Un Congreso Virtual, ahora un Congreso Moderno

Retomar el trabajo en comisiones es recuperar el corazón de la actividad parlamentaria aunque no sea la parte más visible.

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Senado de la Nación en sesión virtual. | prensa Senado

Ante el desafío de la pandemia de coronavirus, el Estado argentino quedó desnudo. Hay una frase de Pepe Mujica que por muy usada no deja de ser rigurosa, “El poder no cambia a las personas, sólo revela quiénes verdaderamente son”. En este mismo sentido, la pandemia no cambia al Estado, sino que lo revela verdaderamente tal como es.

Desde el espacio de Evolución UCR tenemos un objetivo claro, dotar de mayor transparencia, eficiencia y eficacia al Estado. Trabajamos desde hace tiempo en este sentido y lo hacemos desde el Senado, Diputados, la Legislatura Porteña, Comunas y nuestros diferentes roles políticos. Creemos que, desde estos pilares, el Estado mejora su trabajo y puede proveer de mejor manera sus servicios. En otras palabras, le rinde más y mejor al ciudadano, que es el que, hoy en particular, hace los mayores esfuerzos.

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El Congreso debe cumplir 4 funciones básicas en esta crisis: presentar proyectos, dictaminar en comisión, sesionar, y recibir al Jefe de Gabinete. Hasta ahora, la primera estaba limitada por una resolución de la presidencia de las Cámaras que solo permitía trabajar propuestas relacionadas a la pandemia, a pesar que las necesidades nacionales no se acoten a ella; y en el caso del Jefe de Gabinete, el Congreso todavía espera que cumpla con su mandato constitucional. 

Retomar el trabajo en comisiones es recuperar el corazón de la actividad parlamentaria aunque no sea la parte más visible. Por eso, a poco de iniciar el aislamiento obligatorio presentamos un proyecto para que el Congreso tenga garantizado su funcionamiento a través de un sistema telemático. Como dejamos claro en el debate, el planteo era garantizar el funcionamiento integral del Congreso en este estado excepcional, donde se presenta un escenario límite en lo sanitario, y urgente desde lo legislativo, para acompañar y presentar soluciones de contención económica y social. Esto puede darse en forma virtual, presencial o una combinación de ambas. Lo que no puede es no suceder.

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Por un lado, la pandemia de coronavirus desnudó las graves limitaciones del Estado, quedando expuesto el retraso respecto a múltiples aspectos de modernización institucional. Mientras que el Ejecutivo lleva las riendas en la crisis, cosa lógica frente a la urgencia, el dilatamiento del ingreso en funciones de forma completa del Congreso lo dejaba fuera de su rol activo de órgano de control y ámbito de propuestas de todas la voces y rincones del país. Un atraso institucional, no tecnológico.

Por otro, la “Modernización” no se limita a un legislador sesionando virtualmente. La democratización digital incluye la introducción de herramientas tecnológicas que hagan más eficiente el trabajo de las instituciones y que nos permitan sistematizar datos para tener mejores diagnósticos y políticas públicas; cuidar el ambiente despapelizando; más transparencia en la rendición de cuentas de los actos de gobiernos con una mayor participación ciudadana. Todo eso es la democracia digital.

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Países como Brasil, Chile, Ecuador, España, Estonia, Gran Bretaña, ejemplos comúnmente citados, tienen ámbitos legislativos que han podido seguir garantizando su funcionamiento a distancia por avances que vienen realizando hace décadas. Localmente, se puede mencionar casos como los de Mendoza, Santa Fe y CABA que, cada una a su modo, virtual o presencial con distancia prudente, han continuado sesionando.

En el ámbito del Congreso seguimos en deuda con la digitalización del ciclo completo del trámite parlamentario, y por eso este Estado excepcional ha desafiado su funcionamiento. También, tenemos una deuda con la transparencia activa y laica de la información, y con la designación del director de la Agencia de Acceso a la Información Pública del Poder Legislativo. Por eso insistimos, la deuda no es solo tecnológica, sino con la vocación y obligación de un parlamento abierto y transparente. Es un trabajo de largo aliento y la burocracia calificada debe ser puesta en valor con una política de desarrollo de recursos humanos que debe ser seria, concreta y constante. 

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Este ejercicio colaborativo entre fuerzas políticas tuvo su contraparte fuera de la Cámara. Actores de la sociedad civil, principalmente ONGs, participaron de la construcción y debate de los contenidos del Protocolo con propuestas y recomendaciones que fueron parte del debate. Sus informes y su presencia aportaron al perfeccionamiento y legitimidad del texto. Los principios de Participación y Colaboración del Parlamento Abierto, a veces buscados y a veces sencillamente permitidos, colaboraron en la obtención de este resultado

El nuevo protocolo garantiza el funcionamiento telemático integral de la Cámara. A su vez, habilita la presentación de proyectos sin limitaciones al COVID-19. Entre otras consideraciones, establece tiempos para las sesiones remotas y al aplicar sólo a sesiones especiales, esto implica que las sesiones podrán ser más acotadas. Estará en funcionamiento por los 30 días de continuidad del aislamiento establecido por decreto, con posibilidad de prórroga a través del consenso de los bloques políticos y, si bien todos los que participen de la sesión telemática deberán hacerlo a través de la plataforma, se logró habilitar la presencia física de legisladores en recinto.

Creemos que esta es una oportunidad de dar un paso adelante, pero debe se un paso responsable. La aplicación de herramientas tecnológicas no es el horizonte, sino apenas el canal instrumental para la implementación de nuevas prácticas y fortalecimiento de principios democráticos. El horizonte es alcanzar una mayor transparencia, eficiencia, participación y calidad. Se han sentado las bases. Estemos a la altura como representantes del pueblo y mantengamos el camino.

 

Diputada Nacional CABA Unión Cívica Radical