OPINIóN
Expectativas 2021

Las perspectivas económicas del líder de la región

Para la Argentina, el crecimiento de Brasil es un punto de enorme relevancia para consolidar el proceso de recuperación y puede fortalecer el proceso de integración del Mercosur, aumentando el flujo de comercio entre los dos principales países del bloque.

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Silencio de radio. El brasileño aún no felicitó al presidente electo de Estados Unidos. | afp

Es oportuno en medio de la crisis Covid-19, seguir cuáles son las expectativas macroeconómicas de Brasil. Se trata del principal socio comercial de la Argentina con el que tenemos un equilibrio comercial razonable desde hace años. El déficit comercial parecía crónico en torno a los 4.000 millones de dólares a pesar de un tipo de cambio bilateral favorable para nuestro país, pero se fue moderando. Para la Argentina, el crecimiento de Brasil es un punto de enorme relevancia para consolidar el proceso de recuperación. Por otra parte, dicho crecimiento, sumado a un tipo de cambio bilateral relativamente estabilizado, puede fortalecer el proceso de integración del Mercosur, aumentando el flujo de comercio entre los dos principales países del bloque.

La economía de Brasil, después de varios años de buena performance de la administración de Lula -a pesar de las críticas de su propio partido, ya que reafirmó con convicción una postura ortodoxa- se complicó con su sucesora Dilma Rousseff. Hoy se está retomando un ritmo firme de expansión en el corto plazo, asociado al rebote post cuarentena, con clara disminución de la desocupación.

El contexto mundial es favorable para Brasil, ya que la tasa de interés de la Fed es muy baja y los precios de las materias primas son elevados. ¿Todo está dado para reeditar otro milagro económico como el de los cincuenta a los setenta? Es mucho decir. En buena medida depende de la continuidad de las políticas del nuevo gobierno, que lidera un controversial populista liberal Jair Bolsonaro, y que ha planteado -en oposición a su natural optimismo- que ve quebrado a su país.

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Hoy se está retomando un ritmo firme de expansión en el corto plazo, asociado al rebote post cuarentena, con clara disminución de la desocupación.

Los temores de un aumento del nivel de precios están contenidos por niveles razonables en la tasa de interés de referencia (Selic), que aspira moderar los avances. La combinación de políticas monetarias y fiscal contractivas, por la exigencia de un alto superávit primario es desafiante. Supone un esfuerzo sustancial y prolongado, aunque aparentemente compatible con la promesa electoral de un mayor crecimiento económico.

La mejor distribución del ingreso y la mayor ocupación que estuvieron presentes en la campaña electoral del ex sindicalista de Sao Paulo y de su sucesora Dilma, todavía están por verse. Brasil, como es sabido, es un país injusto en cuanto a equidad económica.

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El importante esfuerzo fiscal, sumado al control estratégico de otras variables, influye en que el riesgo país esté bajo control. Así se logró el investment grade, lo que constituye sin dudas un hito. ¿Cómo evolucionará el principal país de la región que llegó a ser el alumno predilecto del Fondo Monetario y de la comunidad financiera? Esta pregunta es clave para Brasil.

La amenaza estructural de una deuda pública indexada no ha disminuido. Mejoró claramente la estructura de la deuda, alargando plazos y reduciendo tasas (los servicios de la deuda sobre el PBI se redujeron), Durante la administración de Lula, se pasó de una de una tasa de inflación de 15% a menos de 4 %, y la actual administración se ha comprometido a mantener estos niveles.

La crisis política que enfrentó en su momento el gobierno brasileño, no tuvo efectos económicos gracias a la política de fuerte ahorro fiscal, para disminuir tanto el peso de la deuda como la inflación.

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El actual tipo de cambio tan alto está de acuerdo con una ortodoxa política de inflation targeting. Esto es bien recibido en el núcleo duro de los industriales de San Pablo, donde el desempleo es de dos dígitos y urge reactivar. La presión tributaria consolidada luce excesiva para el sector real. Con este tipo de cambio, se vuelve más atractiva la inversión extranjera directa, que está en los niveles todavía más altos desde mediados de los noventa, cuando se concretaron las privatizaciones.

El crecimiento es la gran asignatura pendiente del Brasil. Su tasa de expansión ha sido un tercio de la chilena en los últimos veinticinco años. Hay mucho potencial de recursos naturales y de capital humano, para que una de las cuatro economías BRICS pueda sostener niveles de expansión del PBI, que permitan cumplir con las metas del milenio y con las promesas electorales de Bolsonaro. Se cree que para el período 2020-2030, Brasil va a alcanzar una tasa de crecimiento promedio del 3%. En definitiva, perspectivas promisorias para el líder de la región, pero con muchos interrogantes políticos, económicos y sociales.

 

* Eduardo Fracchia. Licenciado en Economía. Director del Área Economía del IAE Business School, Universidad Austral.