En este abril de 2021, el gobierno de Fernández-Fernández enfrenta dos situaciones conectadas de enorme dificultad: la creciente pobreza y la epidemia Covid en el inicio de su segunda ola.
La pobreza, ya en un 42% según el último índice, es consecuencia de la inflación y de la recesión. Es un gran desafío el que tienen por delante Alberto Fernández y Cristina Kirchner, que requiere una capacidad de compromiso, consenso con la oposición y altura ética, como no hemos visto desde el inicio de la democracia.
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La gestión de la pandemia, en particular en el tema vacunas, revela la falta de operatividad del gobierno, cuando no aristas de corrupción, reflejadas en diversos vacunatorios VIP. Si se compara con otros países, estamos muy lentos en la vacunación masiva, y particularmente pasivos en atender a los grupos de riesgo.
Si el baremo es Chile, la comparación es por demás evidente. No es imposible un programa más eficiente y racional. El obstáculo es que se imponen la falta de planificación y las restricciones ideológicas, como la vinculada con la gestión con el laboratorio Pfyzer, cuya vacuna es incoherente que no dispongamos.
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Para el presupuesto público, las vacunas representan una cifra marginal, y urge destinar a adquirirlas los recursos que sean necesarios, así haga falta endeudar la nación. Es un tema sensible, porque no se trata de falta de agua potable, electricidad, gas natural o alimentos, se trata de la protección de la vida, en particular la de los más frágiles, que son los enfermos y mayores.
Esperemos que el gobierno corrija, ponga este tema en el foco de atención, y tome las medidas necesarias para moderar la expansión del virus. Esto implicaría “hacer política con mayúsculas”, reconociendo los errores tanto operativos como éticos. La población no es ingenua, y observa y comprende lo que pasa.
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No hay tolerancia para la demagogia con un tema tan serio. En este contexto, será difícil de olvidar la inoperancia en la vacunación. Hay países que lo han hecho con mucha profesionalidad y eficacia. Será una deuda con la sociedad que probablemente repercuta en las urnas en octubre.
Es clave que la oposición también esté a la altura de las circunstancias y realice aportes constructivos con ideas operativas relevantes. En un momento particularmente delicado, en el que las cifras del Covid han subido de modo notorio, es necesario que la clase política busque consensos. Es central la altura en la discusión y apuntar a recrear el ambiente de cuando empezó la pandemia, que era de un diálogo constructivo.
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Nadie duda que el tema es complejo, pero como decía el general Perón “Los dirigentes a la cabeza o la cabeza de los dirigentes”.
* Eduardo Fracchia, Director del Área Economía IAE Business School, Universidad Austral.
