OPINIóN
TUCUMÁN

El Sucesor que decían que destruiría todo

Un aparentemente derrotado vicegobernador Osvaldo Jaldo vuelve a tomar protagonismo. Hasta el mismo Alberto Fernández lo habría llamado, para pedirle que fuera el presidente del Banco Nación, y él agradeció el llamado y al parecer le respondió que no lo tomaba como un pedido de ayuda sino para sacarlo de la escena en la provincia de Tucumán, por lo que no acepto el puesto. 

Osvaldo Jaldo
Juan Manzur, tras asumir la gobernación con Osvaldo Jaldo como vice. (2015) | ARCHIVO

Tucumán no deja de dar sorpresas, luego del caos de la interna presidencial, que termina con la designación del aún gobernador Juan Manzur, como Jefe de Gabinete. Abrió un nuevo capítulo en la interna provincial, que parecía resuelta con las PASO.  Esta vez es por la sucesión. 

La crisis institucional del Gobierno Nacional, se extendió a la provincia de Tucumán. Si bien en las PASO se notó claramente las internas políticas tucumanas, no era de dudar que se resolverían puertas adentro. Pero ahora Buenos Aires se instaló en Tucumán y generó un conflicto aún mayor y donde todos escriben desde CABA, al estilo de dimes y diretes políticos con versiones y rumores diversos. 

Constitucionalmente, siempre a un gobernador, le sigue un vicegobernador. Pero aquí se juega la gobernabilidad, la legitimidad y el espacio de cada funcionario y dirigente que se solventa en la existencia de Juan Manzur.  Sin embargo, un aparentemente derrotado, Osvaldo Jaldo vuelve a tomar protagonismo.

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Hasta el mismo Alberto Fernández lo habría llamado, para pedirle que fuera el presidente del Banco Nación, y él agradeció el llamado y al parecer le respondió que no lo tomaba como un pedido de ayuda sino para sacarlo de la escena en la provincia de Tucumán, por lo que no acepto el puesto. 

Para la opinión pública está puesto como un funcionario con discursos un poco burdos, pero se dice que ese discurso es alimentado por la mesa chica que lo rodea, un grupo de funcionarios que nunca pudieron ascender y los vienen estancando  desde hace mucho tiempo.  Entonces desde 2015, apostaron por, aún vicegobernador, Jaldo. Pero conozcamos este grupo:

Marcelo Caponio: siempre le pidió al ex gobernador José Alperovich poder ser ministro de justicia o en su defecto de seguridad, y jamás se lo dieron.  A lo sumo dejaron que fuera secretario de gobierno. Y cuando en el 2015 asumió Manzur, le dejaron fuera junto con sus 60 empleados. Fueron acogidos por Jaldo en la legislatura.

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Antonio Ruiz Olivares: un hombre fuerte en la época del prolongado mandato de Alperovich.  Ruiz Olivares se la jugó en la época, era el lobbysta, armador político y hasta componedor. En el 2015, asume Manzur y lo deja afuera. Jaldo lo recoge y se lo lleva a la legislatura.  

Gustavo Utrera: Prensa de José Alperovich, de profesión comunicadora, ciertamente inteligente pero sumiso, nunca fue considerado por el propio Alperovich ni reconocido. Cuando asume Manzur, sigue en la misma posición, sin reconocimiento. Pero Jaldo se lo llevó y hoy es su jefe de prensa, no sólo cambió su imagen en la vestimenta, sino que ya levanta la cabeza en las oficinas y tiene ese reconocimiento, pero no asesora con tantos aciertos más considerando la situación en la que está navegando en las ligas mayores, Jaldo. 

Darío Monteros: Intendente de la Banda de Río Salí. Al  parecer se creó su propia fuerza policial y su propia gente infiltrada de choque. Incluso en el cierre de campaña de Manzur, donde hubo disturbios, hay rumores que fueron infiltrados en el acto, por parte de Darío Monteros. Tiene mucho rencor, porque muchos delegados comunales lo habrían traicionado yéndose con la fuerza de Manzur.  

Este personaje fuerte en la vida de Jaldo, le pone tantos chips en su cabeza, que logró imponer a su esposa, próximamente ex diputada, Gladys Medina para que Jaldo la proponga de candidata, cuando saben muy bien que no mide ni en su propio territorio de dónde es oriunda, Cruz Alta. Hasta en el pobre discurso que dio Jaldo, siempre se jugaba por ella. Un allegado de la mesa chica pensante del vicegobernador habría dicho: Los que estamos acá sabemos estos detalles de quienes les hacen la cabeza a Jaldo.

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Pero fuera de este círculo, Jaldo es un hombre de campo, un político territorial de raza. Recién en el 2019 comenzó a usar whatsapp, se resistía a la tecnología prefiere lo antiguo.  Es cero lobbista, adopto la vieja política en elecciones con reparto de bolsones, con dinero por cada comuna y delegado. 

Pero sobre todo se cansó de ser siempre el segundo. Fue vice de José Alperovich y Vice de Manzur.  Después de medirse en la última elección, le hicieron creer que es realmente una segunda fuerza dentro del justicialismo.  Sin son dos fuerzas internas del mismo partido que se miden y una gana, el otro, pierde; no es segunda fuerza.  Si bien tuvo más de 240 mil votos, los debería capitalizar de otra manera.  Claro que si tuviera un buen asesor y estratega de situaciones de crisis, neutral, seguramente le aconsejaría, que asuma y demuestre que puede ser un excelente gobernador y haga todo lo contrario a lo que pensaba hacer, es decir no siguiendo los consejos de su mesa chica descripta anteriormente.

En lugar de destruir lo positivo, construir sobre eso; en lugar de despedir al gabinete de Manzur, pedirles apoyo y salir adelante en este duro momento y abocarse a tratar los temas importantes que le inquietan a la sociedad como la baja de impuestos (Tucumán es la provincia con más altos impuestos del país), dar una clara y real  asistencia a la clase media emprendedora, Pymes, es decir demostrar que puede considerar a los tucumanos como su prioridad.  Pero cuidado, los funcionarios con los que debe estrechar lazos, no deben pasar de ser de Manzur a Jaldo, sino de Tucumán. Y también sugiero que debería viajar a Buenos Aires para estrechar lazos como la nueva cabeza tucumana interina.  En síntesis, se esperaría que reine la mesura, que sea un conciliador. Esta crisis institucional son oportunidades, para Manzur a nivel nacional, para Jaldo a nivel provincial y porque no para ser beneficiados los tucumanos.

(*) La autora es Estratega y Analista Política, especialista de investigaciones sobre corrupción.