OPINIóN
Politica nacional

Elecciones de medio término

Sacar las elecciones legislativas de medio término no es una cuestión tangencial sino medular. Es atentar contra el corazón de nuestra constitución y contra las ideas fundamentales que enarbolaron nuestros constituyentes de 1853 y 1994.  

Constitución Argentina Opinión
Réplica de la Constitución Nacional Argentina. | El Universitario

El sistema político de las sociedades abiertas (diría Popper) no parte de la pregunta de quienes tienen que gobernar (como hacía Platón) donde la respuesta esperable "...es que gobiernen los mejores..." (es decir, la sofocracia que propuso Platón). La pregunta que debe hacerse la sociedad abierta y el desafío de nuestra república es como crear un sistema político para cuando “no” nos gobiernen los mejores. Bajo esa premisa es como nacieron los pesos y contrapesos, los cuales tienen el firme y loable propósito de reducir, todo lo posible, la capacidad de daño de los gobernantes y de las mayorías de turno (check and balance). Los defensores de la democracia liberal y de la Constitución Nacional no pueden olvidarse de ello.  

Para que se entienda bien: Sacar las elecciones legislativas de medio término no es una cuestión tangencial sino medular. Es atentar contra el corazón de nuestra constitución y contra las ideas fundamentales que enarbolaron nuestros constituyentes de 1853 y 1994.  

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La composición y renovación parcial del Congreso no fueron pensadas ni diseñadas para acompañar al Poder Ejecutivo en sus aventuras sino justamente para contrarrestarlo. El sistema bicameral es un sistema que permite equilibrar la representación de los Estados Provinciales y la representación demográfica pero también un mecanismo para “enfriar” las iniciativas del Poder Ejecutivo y de las mayorías de turno. 

Nuestra constitución está diseñada a partir de la responsabilidad ciudadana y de la desconfianza hacia los mesías y las mayorías del momento.

Todo el sistema democrático republicano se legitima por el voto popular pero no por la mayoría circunstancial del momento sino de la “mayoría” que atraviesa a toda la década/generación. Vale decir, a la mayoría del momento (la que gana la última elección) se la reconoce como tal pero, como se desconfía de ella, se la trata de contener a partir de los resabios de las mayorías del pasado. 

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El ejemplo más claro para apreciar esta premisa fundamental de nuestro sistema es lo que sucede con los Jueces. Es un error absoluto concebir a los Jueces como a un poder antidemocrático. Son justamente el legado, los garantes y la voz de las mayorías del pasado. Y ello es así porque la experiencia histórica universal demuestra que para que haya justicia, los jueces deben haber sido designados por las “mayorías del pasado” y no por los gobernantes de turno. 

Por último es importante señalar también dos cuestiones que parece que no fueron advertidas por los impulsores de la eliminación de las elecciones legislativas de medio término so pretexto de evitar la desatención del día a día y el desgaste que traen las campañas al Poder Ejecutivo.

La primera es que los legisladores se eligen en la elección de primera vuelta por lo que la cantidad de los legisladores del mismo color del presidente tendrá más que ver con esa primera elección que con la del ballotage. Vale decir, los presidentes, en principio, difícilmente contarán con “mayorías iniciales legislativas” que den cabida a sus iniciativas (fast track) y que se podrían “perder” a los dos años de (mala) gestión. 

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La segunda cuestión es que la renovación parcial cada dos años opera como un descompresor social porque permite captar los cambios de humor y preferencia social con relativa velocidad (ello sucede de forma más nítida en la Cámara de Diputados), permitiendo absorber las nuevas tensiones, caras y expectativas sociales dentro del sistema democrático pero sin caer en una democracia plebiscitaria. Sacar la elección de medio término en una sociedad heterogénea y cambiante como la nuestra no augura ninguna mejora para el sistema. 

Los engranajes de nuestra constitución no son perfectos pero el sistema democrático republicano es por sobre todo una invitación a generar consensos y políticas de Estado... porque eso da equilibrio, estabilidad y paz social. Nuestro mayor problema y dificultad para contar con políticas de Estado no viene de la periodicidad de las elecciones de medio término sino por la dificultad que tenemos para respetar las reglas y para escuchar al otro (cuando ganamos y cuando perdemos). 

*Hernán Rodríguez Vagaría es abogado, Magister en Derecho Empresarial y profesor de Derecho Constitucional.