Manipulación, posverdad, fake news. Sabemos a qué nos referimos cuando hablamos de desinformación. Sin embargo, su significado conceptual es posiblemente uno de los más discutidos en los últimos años. Con algunas definiciones que ponen el foco en la intencionalidad del engaño y otras en la falta de rigor, los académicos no se ponen de acuerdo, pero de lo que no quedan dudas es de la injerencia que tuvo Rusia en su gestación.
El concepto original fue creado por los soviéticos a principios del siglo XX, cuando la policía política bolchevique utilizó la expresión dezinformatsiya para referirse a todas las acciones internas y principalmente externas, destinadas a impedir la consolidación del nuevo régimen comunista. Por ese entonces el concepto circulaba sólo en el ámbito militar.
Los rusos fueron también los primeros en incorporar el término en un diccionario Diccionario de la Lengua Rusa -editado en 1949- donde como ejemplo figuraba “la desinformación de la opinión pública llevada a cabo en los países capitalistas”. La definición apuntaba desde entonces a la manipulación que Estados Unidos ejercía sobre la opinión pública mundial a través de su aparato informativo. Sin embargo, ya en 1916 Lenin afirmaba que utilizaría todos los medios que estuvieran a su alcance para combatir al capitalismo y ese conjunto de medios, denominado “medidas activas”, ya incluía a la desinformación. Esto lleva a pensar que, posiblemente, los rusos no sólo hayan creado la desinformación como concepto, sino que además fueran los primeros en ejercerla, acusando de esto al mundo occidental.
La desinformación y los desafíos del fact checking
Hoy la desinformación toma protagonismo en la guerra librada por Rusia contra Ucrania. Un enfrentamiento bélico que comenzó en 2014 pero que el aparato de desinformación soviético logró ocultar al mundo con falsedades y distorsión de los acontecimientos. Con operaciones principalmente impulsadas por la cadena televisiva RT (ex Rusia Today) y la agencia de noticias Sputnik, ambas financiadas por el estado, los rusos crearon confusión en la sociedad ucraniana y en el mundo en general. Lo mismo hicieron en 2016 en el marco de las elecciones presidenciales de los Estados Unidos; un informe oficial de la Comunidad de Inteligencia de ese país (U. S. Intelligence Community) determinó que durante la contienda electoral, Rusia desplegó una campaña de influencia a favor de Trump, desacreditando a su entonces contrincante Hillary Clinton. En esa oportunidad RT difundió historias escandalosas vinculadas a Clinton, que fueron publicadas y amplificadas en las redes sociales americanas mediante el uso de trolls y cuentas automatizadas (bots), de una agencia ubicada en San Petersburgo.
Ucrania y Estados Unidos no fueron los únicos países en sufrir operaciones de desinformación rusa. En 2017, un mes antes de las elecciones presidenciales de Francia, el diario Libération midió el impacto que generaron en Facebook las publicaciones de varios medios, entre los que se encontraban RT Francia y Sputnik News. De ese estudio llamó la atención la participación de RT que llegó a alcanzar las 60 publicaciones diarias, registrando más de 1700 posteos durante el período electoral. Los datos posicionaron al canal ruso como el más activo sobre un total de 50, por delante de Le Monde y el Huffington Post. Por su lado, Sputnik France también financiado por el Kremlin, alcanzó 1.500 publicaciones. Algo similar ocurrió ese mismo año en España, durante el referéndum de Independencia de Cataluña. En esa oportunidad el Washington Post recopiló y analizó más de cinco millones de publicaciones online, generadas entre el 29 de septiembre y el 5 de octubre, descubriendo que los contenidos de RT y Sputnik fueron diez veces más compartidos que los publicados por Radiotelevisión Española o la agencia de noticias EFE con cede en Madrid.
Es tiempo de frenar la desinformación
El objetivo de la dezinformatsiya es debilitar las democracias, generando y exponiendo divisiones de la sociedad y debilidades del poder. Pero no solo es cuestión de redes sociales. Además de los medios digitales (Facebook, Instagram, Twitter, etc) la desinformación rusa es una producción de calidad que involucra comunicados oficiales de gobierno, múltiples versiones de una historia, distribución multicanal, encuestas tendenciosas, hacking, falsificación de documentos, variación de enfoques y narrativas, y otras acciones destinadas a generar divisiones sociales y frustrar cualquier intento de discernir la verdad.
En la actualidad RT y Sputnik News son protagonistas del aparato de desinformación ruso. Con oficinas en varias partes del mundo, generan contenidos en inglés, español, ruso, árabe, francés y alemán, adaptándolos a las distintas audiencias. Sin embargo, a partir de la agresión armada desatada por Rusia sobre Ucrania, la Unión Europea determinó suspender las licencias de radiodifusión de estos medios financiados por el Kremlin y prohibir la difusión de cualquiera de sus contenidos.
En Latinoamérica la dezinformatsiya rusa desembarcó en octubre de 2014, cuando Cristina Kirchner junto a Vladimir Putin inauguraron la emisión de la cadena RT en Español para la Televisión Digital Abierta (TDA) de Argentina. En referencia a RT en Español, Putin habló de “información de peso, sólida y de confianza” para un momento de “guerra de la información y actores que pretenden establecer el monopolio de la verdad con un arma que permite manipular la consciencia social”. Por su parte Cristina destacó a RT como “un acceso a las noticias que se producen en el mundo, sin intermediarios que nos muestren o nos quieran mostrar las cosas de una manera diferente”.
El periodismo y la desinformación en tiempos de cólera
En su afán de desprestigiar a los países capitalistas y apoyar a los sistemas de gobierno comunistas, la maquinaria de desinformación rusa debe soportar los vientos “de derecha” que llegan a los gobiernos. En Argentina -en junio de 2016- el gobierno de Mauricio Macri ordenó suspender la emisión de RT en la TDA, otorgando para ello un plazo de 60 días, pero la medida fue revertida tras el trabajo diplomático del Ministerio de Exteriores ruso. Actualmente, en el marco de la guerra desatada por Rusia sobre Ucrania, Uruguay es el único país latinoamericano que al momento- ha suspendido la señal de RT.
En su reciente visita al país soviético Alberto Fernández expresó su deseo de ser “la puerta de Rusia en Latinoamérica”; una puerta que Cristina y Putin ya abrieron en 2014: la puerta a la desinformación.
* Guillermo Vagni. Consultor en comunicación digital. Director de Políticos En Redes. @GuillermoVagni