OPINIóN
Análisis

Otro pícaro del Siglo de Oro español

Consagración internacional de Milei con las transgresiones peligrosamente occidentales.

Javier y Karina
Javier y Karina | Agencia NA

escribe Oberdán Rocamora
Redactor Estrella, especial
para JorgeAsisDigital.com

Cuando me entrés a fallar

La señora Karina Milei, La Tarotista Sentimental, es menos atropellada que el hermano Javier, El Psiquiátrico.
Mantiene Karina la refinada frialdad del criterio y sabe aplicar la autoridad. Es -auténticamente- “el jefe”.
Sabe también que, en materia de comisiones parlamentarias no se debe, ni se puede, improvisar.
En especial cuando debe decidirse la presidencia de la delicadísima comisión de Juicio Político.
Ocurre que la gestión del estadista de referencia depende exclusivamente de la persistencia del equilibrio entre el carisma, la arbitrariedad y la suerte (en economía).

Sabe Karina también que Javier acapara la centralidad. Que atraviesa el periodo romántico del encandilamiento.

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En la playa del fundamentalismo occidental

El estadista se muestra predispuesto en los aviones a los estigmas de la popularidad.
Selfies continuas en los vuelos de línea. Difunde incansablemente en Instagram la consigna “viva la libertad carajo”.
Celebra las cordiales consecuencias del cuento de la motosierra.

De acuerdo, perfecto. Pero mientras tanto se amontonan las facturas de distinta índole de crueldad.
Las facturas que van a presentarse -como dice el tango- “cuando me entrés a fallar”.
Cuando se acabe el lapso del encandilamiento y se le perfore el equilibrio.
Cuando de pronto el carisma se le haya diluido. O mantenga un peso relativamente intrascendente.
Es cuando llegan, en patota, las facturas. Deben pagarse las arbitrariedades gratuitas.
Desde la sensibilidad herida de los “ensobrados”. Hasta de “los delincuentes de la casta política”.
O de las innumerables “ratas” resignadas que preparan, desde el nido y sigilosamente, el asalto.

Marcela Pagano y Javier Milei
Marcela Pagano y Javier Milei.

Bloque Brancaleone

Nadie le niega competencia, ni siquiera elemental inteligencia, a la racionalidad de la señora Marcela Pagano, Virginia Luque.
Igual que Karina, sabe Pagano también mandar.
Tiene bastante evolucionado el tema del criterio y conserva los antecedentes profesionales de comunicadora imprevisible.
Muestran que no es fácil, ni aconsejable, arrastrarla. Llevarla por delante es emprender una utopía.
A Pagano se la debe persuadir. Pero se la puede no destacar.
Lo que no se puede es, en efecto, humillarla.

Otro drama para Karina lo generan los permanentes dilemas conflictivos que brotan entre las damas libertarias.
Karina debe esmerarse en los sentimientos del tarot para convivir apaciblemente con damas tan atractivas y regularmente fuertes.
Como la desafiante señora vicepresidente Victoria Villarruel, La Cayetana (por Álvarez de Toledo).
O las señoras diputadas del Bloque Brancaleone. Del estilo de Lilia Lemoine, Belle de Jour.
O Juliana Santillán Juárez Brahim, Ojos de Turca. Sin detenerse en la ya citada Virginia Luque, tan talentosa como poco confiable para presidir el Juicio Político.

El riesgo de reducir al Jamoncito al rol secundario de Alberto

Veinte días atrás, la centralidad fue acaparada por La Cayetana con la demolición del folklórico DNU.
Fue en la pajarera (en adelante el “nido de ratas”) del Senado.
Ahora es Pagano quien conquista la centralidad por el despelotado comportamiento de Javier.
Acontece que El Psiquiátrico consume redes sociales hasta la gula. Responde mensajes mecánicamente con dibujitos tecnológicos.
Dedos para arriba o corazones solitarios que enternecen hasta al diputado Oscar Zago, El Galán Maduro.
El boceto radical-desarrollista desperdició la presidencia del Bloque Brancaleone por comprometer la comisión cargada de sutilezas a la dama altiva que Karina valora en exceso. Pero sin confiarle nada. Ni siquiera un pepino.

Producto regional de exportación

Milei es un producto regional de exportación que se consagra internacionalmente con las transgresiones peligrosamente occidentales que deben ser respaldadas con los hechos ejemplares.
Es de esperar que el occidentalismo excesivo del estadista no merezca, entre tanta generosidad, ningún dron persa.
Pero la gestión se desvanece paulatinamente con la sucesión de los papelones explícitos.
Crecen las dudas y se expande -como la peste- la incertidumbre.

El gobierno es desastroso, pero Milei la lleva, por ahora, de maravillas.
No hay con qué darle, al menos todavía. Ni cómo entrarle.
Al cierre del despacho apenas se le atreve el indemne Martín Lousteau, El Personaje de Wilde.
Entonces El Psiquiátrico se deleita con el monólogo político. Domina. Agrede. Controla.
Aunque la gestión cotidiana persista en el dinamismo intenso de la opacidad.

Javier Milei y Elon Musk en Tesla
Javier Milei y Elon Musk en Tesla.

Cumple el estadista con el ajuste comprometido. Es severamente atroz. Simbolizado con la imagen expresionista de la motosierra.
Los siderales aumentos de precios se reproducen y atormentan a las clases populares. Signan también la sentencia tortuosa para las capas medias.
Pero todos deben aferrarse, a lo sumo, a la fantasía de la ilusión.

Las extravagancias temperamentales del pícaro animan desde la campaña. Lo instalan con universal pintoresquismo.
Situado en el margen extremo de la derecha, que conquista alarmantes adeptos e inquietantes territorios.

Las ideas del libertario son antiguamente innovadoras, pero distan de poder ser, en efecto, aplicadas.
La consistencia política del fenómeno se agota en la acertada concepción de Mauricio, El Ángel Exterminador, el mejor ex presidente.
Afectado principal que resumió:
“Milei es sólo Milei, Karina y las redes sociales”.

Mauricio vuelve

El lazarillo de Tormes y el peronismo instrumentado

El Psiquiátrico es la reencarnación del pícaro de la literatura del Siglo de Oro español.
El “lazarillo de Tormes” es, desde la economía, otro producto exitoso del peronismo maléfico.
Financiado e ingeniosamente instrumentado por el peronismo con el objetivo de fragilizar el delirio sensato de Juntos por el Cambio.
Hasta que dejaron al amontonamiento afuera del ballotage.

Para que de inmediato el pícaro, en otra vuelta de tuerca, le proponga un acuerdo a Mauricio. Y a la señora Patricia Bullrich, Pequeña Langosta.
El Pacto de Acassuso para exterminar al peronismo instrumentador que finalmente fue instrumentado.
La parábola del lazarillo fue catalogada aquí como “espectacularmente perfecta” (cliquear).

Javier Milei junto a Laura Richardson.
Javier Milei junto a Laura Richardson.

Entonces el pícaro, convertido en ganador, hoy reluce fotografiado con Elon Musk, El Eléctrico Y, que acumula billetes crocantes para invertirle.
O con el siempre distante Donald Trump, The Fire Dog.
O con los besos apasionadamente escenográficos hacia la señora Fátima Flores, Blanca y Radiante, ex amor. Corazón destrozado.
O con el Premier Benjamin Netanyahu, El Bibi que intercepta drones persas con tecnología norteamericana.
O con los estremecedores llantos a moco tendido en el Muro de los Lamentos, que inundaron Jerusalén.
Consta que el estadista lloró como un niño junto al orientador espiritual, diplomático plenipotenciario y extraordinario.

Javier Milei en el espejo de Chacho Álvarez

Siempre en pose de ganador, el pícaro del Siglo de Oro español recibió en Buenos Aires al Premier Antony Blinken, Rififí.
Como recibió también a la señora Gita Gopinath, Seducida y Abandonada, del Fondo Monetario.
Y hasta se desplazó con prepotencia hacia Ushuaia, ataviado con un rígido uniforme militar, a los efectos de celebrar a la generala Laura Richardson, la John Wayne, caudilla del Comando Sur (a quien el gobernador peronista de Tierra del Fuego tuvo la petulancia de negarle una audiencia).

Cumbres que, en definitiva, resignifican al estadista como fenómeno mundial.
Aunque en la práctica no logró superar, todavía, las derrotas parlamentarias en el Nido de Ratas.
Y mantenga vigente, como una ofensa postergada, la agresividad antiliberal del cepo.