Hace años que Vaca Muerta ocupa espacio en las noticias. Y cada vez su peso específico resulta más importante. Lo cierto es que esta zona se ha consolidado como uno de los motores más dinámicos de la economía argentina. La magnitud de su operación, que incluye transporte de materiales, movimiento de equipos pesados, rotación de personal y demanda de servicios, implica una logística de precisión y una infraestructura que acompañe el ritmo del crecimiento.
Vaca Muerta es el segundo recurso no convencional de gas en el mundo, así como el cuarto recurso no convencional de petróleo a nivel global. En su cadena de valor confluyen 500.000 empleos directos e indirectos y genera nada menos que 30.000 millones de dólares al año de exportaciones.
Por cierto, los desafíos de este desarrollo no se limitan a la producción energética sino que abarcan desde las rutas y los corredores de abastecimiento hasta la vivienda, la conectividad y los servicios básicos para una gran cantidad de gente que, en forma constante o transitoria, ha comenzado a poblar esa porción de la Patagonia.

La región atravesó en los últimos años un proceso de transformación profunda. Localidades como Añelo, principalmente, y Rincón de los Sauces, en segunda instancia y a futuro, pasaron de ser pequeñas comunidades a convertirse en polos industriales y logísticos de escala regional.
La necesidad de planificar el soporte territorial en Vaca Muerta
Hoy, en especial Añelo, concentra el tránsito de maquinaria, combustibles, materiales y personal técnico que alimentan la operación de Vaca Muerta. Este crecimiento vertiginoso puso en evidencia la necesidad de planificar el soporte territorial: rutas seguras, caminos de acceso, servicios de mantenimiento y espacios de almacenamiento adecuados y con tecnología acorde a las demandas de hoy.
Uno de los principales cuellos de botella sigue siendo la infraestructura vial. Las rutas 7 y 17, ejes fundamentales para el movimiento de insumos y equipos, soportan un tránsito cada vez más intenso. En temporada alta, la combinación de camiones pesados, vehículos livianos y transporte de personal genera congestión y riesgos operativos. Es importante, por lo tanto, avanzar en ampliación de corredores, señalización inteligente e integración con rutas nacionales.
Otro de los ejes del crecimiento está vinculado al housing corporativo y la infraestructura de servicios. El crecimiento del personal técnico y operativo que se traslada a la región multiplicó varias veces la demanda de alojamiento, mantenimiento, provisión y conectividad. Esto hizo que se tuvieran que repensar los modelos de vivienda transitoria y permanente, así como los servicios asociados: energía, agua, saneamiento y logística de abastecimiento.
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La respuesta a esta necesidad está en los nuevos complejos habitacionales que se construyeron y están construyendo actualmente, así como también otras ofertas habitacionales para campamentos, entre otras alternativas. Por otro lado, eso requirió otros servicios como seguridad, mantenimiento, limpieza, etc., funcionando como gran dinamizador de oportunidades de negocio y demanda laboral a su vez.
En paralelo, la expansión de Vaca Muerta requiere una red logística cada vez más profesionalizada. La complejidad de las operaciones (transporte multimodal, almacenamiento de materiales peligrosos, trazabilidad de insumos y coordinación de proveedores) demanda estándares de gestión y control comparables con los de los grandes polos energéticos del mundo. La digitalización de procesos, la automatización del control de flotas y el uso de software de gestión en tiempo real empiezan a marcar la diferencia hacia una operación cada vez más eficiente.
A nivel regulatorio, las políticas nacionales y provinciales han comenzado a orientar esfuerzos hacia la mejora de la conectividad y la infraestructura, aunque todavía se percibe una brecha entre la inversión pública y la velocidad con la que crece la actividad privada.
En ese sentido, diferentes programas de infraestructura logística y los acuerdos público-privados podrían acelerar la modernización de rutas, parques industriales y servicios complementarios, claves para sostener el flujo económico que genera el yacimiento.
Para cerrar, podemos decir que el futuro de Vaca Muerta no dependerá solo del volumen de producción, sino de la capacidad para sostener un ecosistema operativo estable, eficiente y seguro, con variaciones pero que siempre tiende a más. El desarrollo energético requiere infraestructura, pero también planificación, coordinación y visión de largo plazo, requerimientos que si bien no son sencillos, cuentan con la ventaja de poder traccionar -a nivel económico y laboral- toda una región y situarla en los estándares más altos a nivel mundial.
* CEO de Alberta