Mientras Axel Kiciloff se ponía rojo y atemporal en su discurso, muchos se recomponían del impacto de la recuperación de Macri en las provincias centrales del país y de algunos candidatos por las intendencias en provincia de Buenos Aires. Para varios de ellos, las PASO habían sido el resultado de una construcción renovada de preferencia sobre los cimientos desarticulados de la economía, de modo que si la economía seguía en intensa baja, nada había que hacer para reforzar, profundizar o corregir en la campaña o la estrategia. El resultado evidenció que eso nunca fue realmente cierto.
El análisis de las PASO en detalle permitía encontrar que el real problema de Macri había sido la falta de amplitud, y no tanto su caída en votos. Su perfil de votantes y la intensidad de su base electoral estaban demasiado parecidos a 2015, evidenciando justamente que por lo menos en quienes él había sido siempre atractivo como oferta electoral, la economía no se expresaba como un elemento considerable para decidir votarlo o no. El secreto estaba, por el contrario, en el modo en que el peronismo había resuelto su unificación. En eso, la provincia de Buenos Aires fue clave y el rol de Sergio Massa terminó por demostrarlo.
Macri también quiere una despedida con una Plaza de Mayo llena
A Mauricio Macri lo votaron muchos más en Mendoza, Córdoba y Santa Fe. También aumentó en Entre Ríos y San Luis, pero la intensidad de esos crecimientos no se pudieron replicar en territorio bonaerense. En las PASO en Mendoza Macri obtuvo 37,8% y ascendió a 50,0% en la general; en Santa Fe en las PASO, 34,3% y 43,5% en la general; en Córdoba, 50,1% en las PASO y 61,3% en la general; en San Luis, 34,8% en la PASO y 45,1% en la general; y en Entre Ríos, 36,7% en la PASO y 44,5% en la general.
También se vieron crecimientos importantes en Neuquén, Corrientes, La Rioja, Salta y Jujuy, sin que eso produjera una victoria para Macri pero replicando el movimiento de recuperación. En las PASO, Macri obtuvo en provincia de Buenos Aires 30,9% y 35,9% en la general. Si hubiera reproducido allí la misma tendencia de crecimiento, la victoria en primera vuelta habría sido imposible.
Si bien la elección de Macri y de Vidal no tienen comportamientos idénticos, el caso de la gobernadora de Buenos Aires es terriblemente gráfico de la importancia de una unificación peronista para su derrota. Hace cuatro años festejaba contra Aníbal Fernández obteniendo un 39,4% de los votos. Este domingo reconocía la derrota con 38,4%, un comportamiento casi idéntico pero con un rival inalcanzable.
La división del peronismo en 2015 producía una demanda de victoria con un techo considerablemente menor al que se exige hoy, tanto para Presidente como para Gobernador. Felipe Solá obtenía un 19,3% de los votos. Sergio Massa, en el mismo territorio, un 22,4% para el cargo a presidente y hacía que la disputa por el liderazgo se produjera entre el resto de las preferencias. Con 38% se podía ganar la gobernación. Con 33%, Macri podía ser competitivo, siempre que el peronismo estuviese fragmentado. Eso ya no tenía utilidad para este año, no sin una oferta ampliada en la fuerza del oficialismo.
Las opciones económicas de Alberto Fernández
Mientras en las otras provincias el Presidente ascendía meteóricamente, la provincia de Buenos Aires parecía terreno mucho más contenido. Kicillof se enrojecía en un discurso eterno, pero el secreto de su nueva función estaba en el favor del massismo en acceder a no ir por fuera y en favorecer una ventaja, sobre todo en la primera sección electoral, inexistente para el peronismo hace siquiera dos años. El futuro Gobernador usó el tiempo para hablar de economía, pero era una cuestión de estrategia electoral.
Desde las PASO hasta la elección general, el volumen total de votos de Alberto Fernández aumentó de 12.205.938 a 12.473.709; es decir un total de 267.771 votos más (+2%). En Macri, ese aumento fue de 8.121.689 a 10.470.607; produciendo un considerable crecimiento de 2.348.918 (+29%). Fernández, al igual que Scioli en 2015, tocó su máximo en las PASO sin ya tener sitio de dónde obtener algo nuevo, con la descomunal diferencia que su valor de las PASO tenía acumulado a los votos de Massa.
La unificación peronista canceló las chances de recuperación macrista en el distrito de mayor peso electoral. En realidad Macri se recuperó en una tendencia similar a 2015, pero con una realidad política inmanejable para él.
En este tiempo Alberto decía que él y Cristina eran lo mismo, pero ya vamos viendo que en realidad, por más de un motivo, Alberto se llama Massa.