Vladimir Putin anunció el pasado 24 de febrero, para sorpresa del mundo entero, el comienzo de una “operación especial” en Ucrania.
La sorpresa no debería haber sido tal. Aunque los desencadenantes de las grandes guerras muchas veces son poco claros y en muchas ocasiones son meras excusas, sí podemos reconocer una serie de factores antecedentes que permitían suponer acciones de este tipo.
Desde hace ya varios años, Rusia no solo ha presionado a las exrepúblicas soviéticas para que estrechen sus lazos con Moscú o se mantengan neutrales rechazando mayores lazos con Occidente, sino que también ha socavado movimientos democráticos y ha desplegado tropas alrededor del mundo para avanzar en sus objetivos geopolíticos. Frente a estas acciones, los valores y mecanismos que debían sustentar el sistema internacional luego del fin de la Guerra Fría parecieran estar debilitados. Diversos factores lo reflejan.
Baikonur, tenemos un problema (en Ucrania)
Aunque organismos como las Naciones Unidas siguen siendo relevantes para el fomento de la confianza, su propia estructura interna, discutida por varios actores desde hace décadas, dificulta su actuación frente a los conflictos en los que las grandes potencias del Sistema Internacional se encuentran involucradas.
En este sentido, la votación en su Asamblea General del pasado 2 de marzo resultó útil para poner en evidencia la falta de apoyo al accionar ruso, al condenar por amplia mayoría los movimientos de Moscú y exigir un retiro inmediato de las tropas. Sin embargo, el carácter no vinculante de las resoluciones emanadas de este organismo les impide, por lo general, tener mayores consecuencias sobre el terreno. Por su parte, el Consejo de Seguridad operó hasta el momento como un foro de discusión y escenario para reclamos contundentes. Sin embargo, el derecho a veto sobre las resoluciones por parte de Rusia como miembro permanente limita su accionar más allá de este tipo de intercambios.
Conflicto entre Rusia y Ucrania: El crimen de la guerra
También debe tenerse en cuenta el rol de la Unión Europea, que desde los acontecimientos ocurridos en Crimea se ha mostrado poco dispuesta a entablar una estrategia de confrontación abierta. Las sanciones de 2014 se limitaron a la prohibición de viajar para cierto personal asociado al liderazgo ruso y la congelación de algunos de sus activos. Aunque después del derribo del avión MH17 de Malasia Airlines las medidas se fortalecieron, el hecho de que la guerra no solo siguió abierta, sino que se intensificó 8 años más tarde, demuestra que las mismas resultaron ser insuficientes. Sumado a esto, los acuerdos de Minsk se habían quebrantado ya muchas veces. En cada ocasión, hubo acusaciones cruzadas entre ambos actores por su incumplimiento. Si bien en 2019 se firmó una declaración reconfirmando el compromiso, para fines del 2021 ninguno de sus artículos se había implementado en su totalidad.
Por otra parte, las recurrentes infracciones al derecho internacional demuestran que los lideres autocráticos se están tornando más audaces. Occidente asumió que luego de la caída del famoso Muro de Berlín el mundo había cambiado para siempre. Pero desde hace ya décadas las democracias liberales han perdido parte de su influencia a medida que las no democracias se han vuelto cada vez más exitosas económicamente y se han unido en el frente político.
Rusia-Ucrania: la demostración de ir por todos los recursos naturales
Aunque es una realidad, no deja de ser impactante que, según diversos índices, hoy encontramos más Estados con regímenes autoritarios o parcialmente democráticos que democracias plenas. Específicamente en Europa del Este y Asia Central se retornó a niveles de fin de la Guerra Fría, época en la que una supuesta nueva ola democrática recorrería la región.
Frente a un orden internacional basado en el idealismo liberal cada vez más vapuleado, lo sucedido en Ucrania en estas últimas semanas podría ser tan solo la punta del iceberg.
* Lic. Micaela Roccaforte. Docente de la Licenciatura en Gobierno y Relaciones Internacionales de UADE.
* Dr. Lautaro N. Rubbi. Director de la Licenciatura en Gobierno y Relaciones Internacionales de UADE.